domingo, 8 de febrero de 2009

ENTREVISTA CON RAMÓN ZALLO


Los partidos han tenido que variar su guión original y priorizar la crisis.

Responde a la preocupación ciudadana que ahora mismo está desplazada al ámbito económico y a las salidas a la crisis que puedan ofrecer los distintos proyectos económicos. También responde a la gravedad de la crisis, que no puede dejar a los partidos ir con un debate monotemático sobre temas políticos conocidos, sino que deben de ofrecer propuestas concretas. Hay una expectativa social todavía no atendida de cara a construir discursos económicos potentes a la altura de la crisis financiera y económica, que no son crisis de coyuntura corta sino que además pueden tener una cierta duración. Eso requiere que en esta campaña el tema económico tenga una importancia decisiva, más que en otras ocasiones.

¿Ve propuestas convincentes en los partidos para afrontar la crisis o se quedan en puro marketing?

Tan sólo estoy viendo apelaciones a conceptos muy genéricos como la innovación, el I+D, el apoyo al tejido industrial, a la economía..., pero eso no se ha precisado en forma de un proyecto global planteado por los sectores económicos y sociales, de tal manera que la respuesta a la crisis la lideren las instituciones públicas y además se aborde saliendo de manera correcta de la misma y sin una redistribución negativa de la renta, en una época en la que va a aumentar el paro.

¿Cree que lo va a escuchar en lo que queda hasta el 1-M?

No sé si es porque les ha cogido a contrapié la profundidad de la crisis, pero me da la impresión de que los partidos no están a la altura de las circunstancias. Esa tendría que ser su responsabilidad, porque de las elecciones tiene que salir un liderazgo fuerte para encarrilar un proyecto que la ciudadanía pueda ver con expectativas positivas.

¿Cree que la crisis va a ser un factor de movilización del voto?

Creo que va a tener más importancia que en otras ocasiones. De ahí que los discursos económicos vayan a estar en un primer plano. Otra cosa es que también se puede hacer populismo, se pueden establecer programas etéreos sin compromisos o programas poco responsables o poco viables, En ese caso es posible que una parte del electorado se desmovilice, pero yo creo que tendrán las de ganar los que presenten proyectos económicos solventes, creíbles y que atajen la naturaleza profunda de esta crisis.

¿Pesará la economía más que las cuestiones políticas o identitarias?

Los proyectos económicos van a tener su importancia sobre el fondo de los hábitos electorales e ideológicos del electorado, pero no caen sobre un terreno yermo sino sobre unos electorados bastante estables. Es en ese marco donde puede haber desplazamiento y trasvase significativo de votos.

¿Están los partidos adecuados a las demandas y necesidades de la ciudadanía?

Está produciéndose una situación un poco extraña. Pareciera que una parte de los partidos no quisiera hacer explícito su programa de fondo y dosificara tanto su mensaje para no ser objeto de críticas del adversario. No es un buen modelo: dosificar tanto que al final no se muestra lo que se es o lo que se piensa. Hay tanta cautela que hay discursos que no aparecen.

¿Qué temas echa en falta?

Aquí hemos vivido durante diez años un proyecto de cambio que no ha podido materializarse por oposición del Gobierno de Madrid, me refiero al Nuevo Estatuto Político vasco y a la consulta liderados por Ibarretxe, que desde el Ejecutivo de Zapatero con una deslegitimación brutal del Parlamento vasco ha obstaculizado.

También ha desaparecido de la agenda política el proceso de resolución del conflicto vasco.

Así es, y no me parece de recibo, porque no es verdad que lo económico elimina la preocupación por lo político, sobre todo porque somos un país con una dignidad significativa. Nos hemos creído que existen unas instituciones que son propias y éstas han sido deslegitimadas. No puede ser que ahora eso no forme parte de la agenda política para recomponer la situación respecto a un Parlamento Vasco que debe de volver a tener un prestigio por las decisiones que tome y, además, que tenga algún tipo de proyecto hacia adelante. Los partidos no están expresando con claridad sus proyectos a futuro y pareciera que como mínimo tendría que decirse qué proyecto de Estatuto político defiende cada cual, de qué forma, con qué contenidos...

El lehendakari decía el otro día en Derry que tras el fracaso de Loiola habría que retomar un proceso de paz y normalización sobre la base de una mesa de partidos sin exclusiones, al modo norirlandés. ¿Es trasladable esa vía aquí?

No lo sé. El modelo que más lejos ha llegado aquí es el acuerdo de Loiola en el que estaba sentada una de las partes que hoy no podría hacerlo porque está ilegalizada. Para mí la referencia sigue siendo Loiola, especialmente si el próximo Parlamento no tiene legitimidad suficiente para ser un lugar de resolución de conflictos. Y, desde luego, no lo va a ser si está excluida una parte de la sociedad vasca, muy importante para la solución del conflicto.

La deriva de ETA deja poco margen para retomar un acercamiento.

El capital que ETA ha dilapidado en el tiempo, tanto capital de negociación como capital social en tanto que ha producido sufrimiento en las víctimas y en su propio mundo, es una deriva absurda que no sabe dónde y cómo ponerle fin. De ahí la importancia de que la izquierda abertzale civil y política dé un puñetazo en la mesa, porque ETA está minando y destruyendo un espectro social y político, la está deslegitimando, con lo que una corriente que hubiera sido importante para un cambio de marco político se queda fuera. Hay un error tanto por no dar una solución al tema y decir que se ha acabado y un error de la izquierda abertzale por no poner las cosas en su sitio y adquirir el protagonismo que algunos lo intentaron pero, al parecer, no les dejaron.

¿Qué es primero, el huevo o la gallina?

En los momentos que ha habido tregua se ve que ha habido feed back , ha habido una influencia de la izquierda abertzale social y política sobre ETA y ésta no ha tenido más remedio que parar. Existen esos vasos comunicantes de tipo ideológico y de influencias y, por ello, hay que provocar esas influencias y es posible que la propia debilidad de ETA y el daño que le está haciendo la propia izquierda aber-tzale sea un momento idóneo para replantearse su situación. Pero no creo que sea bueno que estén ausentes del mundo institucional, porque eso no genera contacto con la sociedad y con el ámbito político, sino que enclaustra sus propios debates y sus posibilidades de cambio colectivo en unos perímetros demasiado cerrados.

Todo apunta a que las listas de la izquierda abertzale oficial volverán a ser ilegalizadas.

Me parece muy preocupante que por el hecho de que alguien haya podido ir a la notaría a asegurar que una candidatura pueda presentarse a las elecciones quede ya automáticamente contaminada como al servicio de la izquierda abertzale. A personas que somos solidarias con el derecho de representación de todos los sectores sociales se nos puede así criminalizar y situar en el entorno de ETA. Me parece una aberración que puede arruinar la legitimidad de unas elecciones y del Parlamento vasco futuro. El sistema judicial se juega su propia legitimidad y seriedad en la decisión que tome respecto de la candidatura de Askatasuna, formada por personas no contaminadas y con personas que tienen intactos sus derechos individuales.

Parece que van a ser las elecciones más reñidas de la historia. ¿Usted también lo ve tan claro?

No lo veo así, yo creo que el 2001 fue mucho mayor la expectativa cuando había una pinza objetiva entre Redondo Terreros y Mayor Oreja, que a punto estuvieron de lograr Ajuria Enea con un programa antinacionalista, socavador del autogobierno y con riesgos de una vuelta atrás de lo logrado en muchos años. No es ésta la situación ahora, aunque es verdad que, como apuntan los sondeos, existe la oportunidad de que puede haber un inquilino distinto en Ajuria Enea, por pocos votos y desde luego siempre que quien gane encuentre algún socio, porque no va a haber una candidatura mayoritaria. Será una minoría mayoritaria que necesitará un aliado o dos para lograr la mayoría.

¿Pasa el cambio necesariamente por una mudanza en Ajuria Enea?

Se ha explicado bien en precampaña que una cosa es ofrecerse como alternancia y otra es tener un proyecto como alternativa. Efectivamente son dos cosas distintas. El cambio sólo puede venir de proyectos definidos que pueden proceder del Gobierno o de la oposición, pero lo que se requiere es que haya proyectos, y ahora no hay proyectos. Ese es el cambio: dar respuestas en profundidad a una situación difícil en el terreno económico y que requiere volver a tomar la senda de la profundización del autogobierno, porque la condición para poder afrontar la crisis es poder tener competencias en infraestructuras, en relaciones internacionales, en seguridad social...

Ningún partido quiere mostrar sus cartas y decir con quién pactarán. ¿No supone esto un fraude a los electores?

Sería lo lógico, porque si no se le está tomando el pelo al electorado. Cuando uno vota, vota un programa pero también que ese programa pueda materializarse incluso en una alianza. Imaginemos una alianza PP-PSE. Si eso se explicitara públicamente es claro que no saldría votado Patxi López. Pero, por otra parte, si eso ocurriera a posteriori y sin haberlo dicho sería un fraude. Todo el mundo debe esclarecer a sus bases los límites hasta dónde está dispuesto a llegar.

La experiencia demuestra que eso no va a ser así.

Los electores tienen que pensar que los mensajes cuanto más claros, dan más fiabilidad al voto y más se prestigia la política si se explican los problemas.

¿Dónde se libra la batalla electoral: en los medios de comunicación o en los mensajes y programas de los partidos?

Los medios en campaña electoral suelen estar ocupados, se convierten a menudo en una especie de ruido del propio medio y es el momento en el que menos pueden reflexionar sobre cuáles son las verdaderas demandas de la audiencia. La información en época electoral y preelectoral está ocupada por los poderosos gabinetes comunicativos de los partidos.

¿Debate televisivo a dos o a seis?

¿Por qué oponer una cosa a la otra? Hubiera estado bien un debate colectivo que diera oportunidad al televidente de cotejar discursos y formarse su propia opinión, y también sería interesante un debate cara a cara entre quienes tengan más opción, ya que es bastante probable que el futuro político esté determinado por alguno de ellos.

La 'Obamamanía' ha llegado aquí. Todos quieren parecerse a él, imitar sus eslogan, su campaña. ¿Es posible aplicarlo aquí?

Me temo que es irrepetible, porque eso requiere una credibilidad, haber salido de nada, mucha convicción y nuestros líderes están fraguados en los aparatos de los partidos. Cualquier imitación resultará chunga y más vale que cada cual sea lo que es, sin intentar imitar a Obama porque va a notarse mucho.

Luego, no es posible un corta-pega.

No lo creo, otra cosa es que sería de agradecer que impregnase la frescura de Obama o la capacidad para establecer criterios novedosos en la política de este país, pero me da la impresión que los líderes de los partidos están demasiado sujetos a los aparatos de los partidos y que no están tan marcados por la personalidad de cada cual.

Lo que sí tratan de imitar es el formato de la campaña.

Efectivamente, tratan de reproducir los aspectos formales de su campaña electoral (la escenografía de los discursos, la utilización de los blogs, las redes sociales...), pero son detalles de poco interés.

Puede que lo sea, pero es la tendencia dominante.

Pero tan cierto como eso es que Obama traía consigo no sólo un criterio de credibilidad, sino también un mensaje nuevo, un modo novedoso de presentar la política, apelando al compromiso, a la voluntad colectiva, a la ciudadanía, al cambio del stablishment americano... Traía un revulsivo que ha encandilado al norteamericano medio en un tiempo lleno de dificultades. Eso sí se debería imitar.

¿Todo esto activará el voto joven?

Ese voto joven desplazó del poder a Aznar en su disputa con Zapatero. Los jóvenes no son gente que no se interesa por la política, aunque sí la vería con mayor interés si se ofrecieran salidas a sus problemas relacionados con sus salarios bajos, la vivienda, etc. Los formatos televisivos permiten llegar a ese sector y los propios operadores televisivos deberían pensar en formatos más frescos y descarados capaces de atraer a los jóvenes.

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