sábado, 21 de febrero de 2009

BIENVENIDOS NUEVAMENTE AL CIRCO MEDIÁTICO

El desarrollo de los acontecimientos del caso de Marta del Castillo, la muchacha sevillana presuntamente asesinada por un heredero de la más triste y cruel tradición machista, me está llevando a la náusea más infinita. Y necesito desahogarme.

Quienes tenemos memoria, no podremos olvidar jamás a las niñas de Alcasser, salvajemente torturadas y asesinadas hace 17 años. El hallazgo de sus cadáveres ocasionó el más vergonzoso circo mediático jamás conocido hasta la fecha. Hoy, en lugar de Nieves Herrero es Ana Rosa Quintana quien quiere llevarse la palma de la audiencia. Y de una manera absolutamente falta de vergüenza. O de profesionalidad. O de sentido común.

Entrevistar en directo a la novia del presunto asesino, una niña de catorce años embarazada del presunto monstruo, indagar en sus relaciones íntimas, en su vida casi infantil, demuestra falta de sentido común, falta de profesionalidad o, lo más probable, ausencia total de vergüenza. Pundonor, se decía antes. ¿Quién sabe ya lo que es el pundonor? ¿Están los padres de esa niña embarazada capacitados para educarla en los valores cívicos, para protegerla, para mantener su custodia? Dejo la pregunta porque no sé la respuesta.

Alrededor de la vivienda de los presuntos implicados, decenas de indignados, exaltados y (tal vez) honrados ciudadanos reclaman pena de muerte o, los más moderados, cadena perpetua. La televisión muestra la imagen de ese buen ciudadano que se pasa amenazante el dedo por el cuello: los quiere degollar, a los asesinos. ¿Lo haría si no hubiera una cámara delante? ¿Lo haría sin una litrona en la mano?

Reclaman justicia. ¡¡Justicia!!. En realidad, reclaman venganza. Y lo hacen cuando se enciende la lucecita de la cámara: "Estamos en directo".

Los padres de la víctima, desolados ante su vida arruinada ya para siempre, tienen derecho a gritar, a llorar, a reprochar, a exigir... Al final, dentro de unos pocos meses, estarán tan solos como olvidados por todos esos que ahora dicen arroparlos.

Estamos en España, no lo olvidemos.

El presidente Zapatero -y lo más seguro es que Rajoy también- recibirá la próxima semana a los padres de Marta. ¿Por qué? No me parece ni bien ni mal que lo haga, simplemente pregunto por qué. Y para qué. El año pasado murieron a manos de sus novios, maridos, amantes o ex, 95 mujeres, tal vez 100. ¿A cuántos de sus padres, hermanos o hijos, recibió el presidente? ¿A cuántos la ministra de igualdad?

El caso de Mari Luz presenta una clara diferencia: no fue víctima del machismo, sino de la enferma mente de un pederasta, mezclado todo ello con una negligencia judicial. Ahí había que exigir muchas responsabilidades. No es el caso de Marta.

Lo que hace que el presidente del Gobierno español reciba en su despacho a los padres de la joven asesinada es, lamentablemente, el circo mediático. Otra vez el mismo circo, vergonzoso y nauseabundo.

Solicitar la pena de muerte puede entenderse en la mente torturada de los padres de la víctima; la petición de cadena perpetua podemos justificarla con la calentura del momento de la ciudadanía. Ningún partido -ninguno democrático- la contempla en su programa electoral. No es una demanda de la sociedad civil, serenamente civil.

Y en momentos trágicos, a la ciudadanía hay que pedirle serenidad. Y, quizás, sea necesario educarla en ello para que sepan distinguir sin ninguna duda la diferencia entre justicia y venganza.

Marta del Castillo es, por desgracia, una víctima más de la violencia machista. Y no es poco.
enlaparada.lacoctelera.net

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