Se levanta uno con una losa encima a poco que
se tenga consciencia y conciencia. No se puede hacer tanto daño social en 4
meses de Gobierno. Se les cae el país a pedazos –se nos cae- y persisten con
inusitado empeño en la pertinaz destrucción del sistema de todos. Este jueves se
consuma el atropello a la sanidad y la educación públicas con la aprobación de
los decretos de reducción de 10.000 millones (adicionales sobre los recortes ya
perpetrados en los presupuestos) a estos servicios. Y la vuelta a una televisión
pública partidista (del PP) que también se aprueba por decretazo.
Cada día los destrozos vienen en aluvión. Un
día nos enteramos que se han de pagar sillas de ruedas y ambulancias “no
urgentes”. Otro, que se suprime el diagnóstico de enfermedades a los recién
nacidos porque también es caro. O que –en nuevos proyectos- se estudia el pago
de la nutrición en dietas especiales a enfermos. Por ejemplo, por sonda, lo que les supondrá entre 119 y 920 euros
mensuales.
Que los recortes a la investigación suponen
en realidad dejar los presupuestos a la mitad. Que habrá menos profesores y más
alumnos por clase en los colegios. Que las tasas universitarias serán
prohibitivas. Mientras, se subvencionan y promocionan los toros.
La corte de ilusos (y/o zoquetes) creen –a pesar de tanta mentira pasada,
presente y futura- que así se arreglarán los problemas, pero si utilizarán la
cabeza sabrían que se equivocan. Ningún país ha salido adelante recortando la
educación y la ciencia (han salido solo y muy enriquecidos quienes utilizan a
una sociedad ignorante). Lo que se amputa en lo esencial se dilapida en lo
superfluo. Pero ni siquiera es eso: los resultados económicos que ofrece el
gobierno del PP son catastróficos. Más paro, como no podía ser de otra forma con
una ley que facilita el despido y los sueldos precarios, y una recesión
galopante, consecuente con la política de “austeridad”.
Tenemos la prima de riesgo en niveles de peligro día sí, día no. El sistema
bancario en bragas fruto de largos errores que competen a todos los gobiernos.
Desde Felipe González (cuando los bancos españoles eran los que más dinero ganaban del mundo para nuestra perplejidad), a la
burbuja inmobiliaria que infló el PP con su ley de liberalización del suelo de
1998 que ha podrido sus tripas fatalmente, a la alegría de Zapatero que no
afrontó el problema. Y luego el desastre de las Cajas que, con sabrosas regalías
a sus dirigentes, se desfondaron financiando circuitos de F1, megaobras, y
hasta los pufos de los corruptos. El caso es que estamos supervisados ya. Y,
como hace el neoliberalismo, por dos firmas norteamericanas que ya analizaron a los países a punto
de rescate. Entrarán en los bancos, en sus contabilidades. Un fiasco
completo. Por cierto ¿Alguien espera que en estas condiciones se reactiven los
créditos?
España no inspira confianza. Difícilmente puede hacerlo con un gobierno y un
presidente, seleccionado entre el culmen de la incompetencia. Ana Mato, por
ejemplo, se mercó el decreto de nuestros dolores con tantos errores que ha precisado su corrección en 5 páginas del
BOE. Su escasa pasión por la cultura, les ha llevado a enviar un telegrama de pésame por la muerte del gran escritor
mexicano Carlos Fuentes (premio Príncipe de Asturias, por más señas) atribuyéndole la paternidad de Artur Mas, porque hicieron un
copia y pega del último pésame mandado. Hombre, que hubieran cogido el de
Manuel Fraga que era mucho más sentido.
Escuchar a toda la corte, desde Montoro a Rajoy produce escalofríos y
vergüenza ajena. Ana Botella pide a dios que ilumine a los gobernantes, y de
otros campechanos y mentirosos compulsivos ya ni hablo. Parecen haber salido de
la cámara de criogenización con la ideología con la que entraron hace 40 ó 50
años, ellos mismos o sus ancestros. Pues no resucitan ¡Gibraltar! Y prohíben ir
a la Reina a Londres. Y ponen a la Guardia Civil a vigilar el peñón, en el que por
cierto los gibraltareños son soberanos en sus decisiones, como dice el
mandatario británico. ¿A qué juegan? A distraer de los problemas reales. Con
ideología. Los ultras neoliberales sienten pasión por los conflictos
internacionales que reavivan su patriotismo de hojalata. Desde Thatcher a
Cameron en la propia Inglaterra, a este Rajoy indescriptible.
Mano dura con las protestas. Ninguneo, intento de minimizar su impacto
(hábilmente secundado por los medios cómplices). ¿No es representativo de la
sociedad el 15M por su número? Pues que alguien me explique cómo es posible
volver al Medioevo a un país con el 23% del voto de los españoles y el 30.2% de
los electores.
Preocupación, pesimismo, por uno mismo y por los demás. Una losa, ya digo.
Que solo se aligera en las plazas reales de la protesta, o en las virtuales de
Internet donde compartimos el pasmo y la rabia. Y es que no parece posible que
todo esto esté ocurriendo, pero así es. No es una pesadilla, es una realidad
aterradora. Sustentada, además, como digo, en unos resultados de gobierno que no
pueden ser peores. O sí, a este paso llegamos al derrumbe. Ahora que, de las
pesadillas se despierta, pero de la realidad también.
Rosa María Artal, en El Periscopio
No hay comentarios:
Publicar un comentario