Saben pero no contestan. Prefieren no hacerlo. Evitan que el Parlamento, edificio donde reside la representación y la voluntad de los navarros, acoja debates de fondo acerca de Caja Navarra y de su gestión, de sus aciertos y errores, de la trayectoria de la última década. De por qué se tomó un rumbo y no otro, si es que existía. UPN y PSN, los dos partidos políticos que más presencia han mantenido en los órganos de gobierno de la entidad, suman fuerzas para que el silencio, o el menor ruido posible, acompañe a la desaparición real de Caja Navarra, diluida ya definitivamente en el seno de CaixaBank, el tercer banco de España y el décimo de la Zona Euro. Esta semana, con el apoyo del Partido Popular, dieron la última prueba de ello.
Se trataba, a petición del resto de formaciones políticas, de que Yolanda Barcina y Roberto Jiménez, presidenta y vicepresidente del Gobierno, valorasen ante el Parlamento la gestión de Enrique Goñi, consejero delegado de la caja de Carlos III. "Ya hemos hablado mucho", vinieron a decir Carlos García Adanero y Juan José Lizarbe, portavoces de UPN y PSN respectivamente. "Hay que mirar al futuro", añadieron desde el PP. Tampoco fue admitida una solicitud de comparecencia del propio Enrique Goñi. "Primero tendría que querer él", dijo Juan José Lizarbe.
Versión oficial: "La caja es privada"
Versión oficial: "La caja es privada"
Éste es el peso de los argumentos que manejan UPN y PSN cuando les toca responder en un tema incómodo, espinoso, del que difícilmente podrían salir bien librados. Algunos de sus más notables representantes formaban parte del consejo de administración de Caja Navarra hasta hace bien poco tiempo, por lo que son, bajo cualquier prisma, corresponsables del rumbo de la entidad. Uno de los últimos en salir del consejo es Juan Luis Sánchez de Muniáin, portavoz del Gobierno y hombre de confianza de Barcina, y que hace apenas dos semanas, en una rueda de prensa, llegó a decir que "Caja Navarra es una entidad privada", que toma sus propias decisiones, de las que el Gobierno de Navarra no tiene nada qué decir. Sin formación financiera específica (es especialista en Derecho Administrativo) e histórico concejal en Pamplona, Juan Luis Sánchez de Muniáin es un habitual de los órganos de gobierno de Caja Navarra: entre 2004 y 2010, único periodo del que existen datos públicos, cobró 84.599 euros de la entidad. Su cese como consejero de la entidad figura en el registro mercantil el 24 de abril pasado.
Intereses comunes: Gobierno y caja como unidad
Su caso es uno más, ni siquiera el más significativo, de la estrecha relación entre Caja Navarra y el Gobierno. De hecho, hasta 2004, el consejo de gobierno y el consejo de administración de la entidad eran la misma cosa y ni siquiera se hacían públicas las remuneraciones de los consejeros. Se publicaron en 2005, tras entrar consejeros independientes y en 2011 se dejó de hacerlo.
A partir de 2005, comenzó a hablarse de la despolitización de la entidad, si bien el presidente del Gobierno siguió siéndolo de Can hasta el año 2010. De Miguel Sanz fue el empeño por nombrar director de Caja Navarra a finales de 2001 a Enrique Goñi, en una operación que, según Manuel López Merino, último director de Caja Pamplona y primer director adjunto de Can, se preparaba desde 1998.
Goñi y Sanz funcionaron como una dupla muy bien avenida. Uno era el presidente de la entidad -su representación en la CECA, por cuyos consejos también cobraba- y el otro el director general con plenos poderes ejecutivos. Procedente de la corporación empresarial de Can y anteriormente de Agrupación Mutua, Goñi pilotó la transformación y crecimiento de una caja extremadamente solvente, pero con el pequeño tamaño y los modos de hacer las cosas propios de una comunidad como Navarra. La caja siguió funcionando como una palanca financiera para el Gobierno y sus grandes obras, al encabezar la financiación del Canal de Navarra y la Autovía del Camino. Participaba en Sodena, que compró el 1% de Iberdrola, articuló los seguros de aquella operación, o más recientemente, puso en marcha con su financiación la fallida operación urbanística de Guendulain. Uno no podía entenderse sin la otra. Y viceversa.
Eran los años de gobierno monocolor de UPN o de coalición con la preagónica CDN, a la que sostenía en parte el empuje y carisma de Juan Cruz Alli. Presidente de Caja Navarra en los 90, Alli se ha mantenido en el consejo de la entidad durante todo este tiempo, con presencia incluso en la comisión ejecutiva, una especie de núcleo duro del consejo que seguía más de cerca la labor de los directivos. Entre 2004 y 2010, Allí se ha embolsado más de 221.000 euros. No hay datos públicos posteriores.
Los últimos años: Con el PSN ya estamos todos
La salida de los consejeros del Gobierno de Navarra abrió la puerta a instituciones de relevancia, trabajadores, impositores y algunos miembros del parlamento. Allí estaban, por ejemplo, el entonces director de Volkswagen Navarra, José Luis Erro; el empresario José León Taberna y representantes de la patronal y de los sindicatos. ¿Cambiaron en algo los consejos? Fueron más plurales, sin duda, pero ni adquirieron un perfil financiero ni cuestionaron el rumbo de la caja. El ascendiente de Goñi, gestor innovador y comunicador convincente, bastaba para controlar las reuniones, de apenas hora y media y retribuidas con largueza.
También el PSN, que tenía cuatro créditos con la entidad en 2010, se hizo su hueco en el consejo de Caja Navarra. Entró Roberto Jiménez, que posteriormente participó en la Junta de Fundadores, un órgano opaco, que engendró una comisión permanente, y que daba cobijo y dinero a los políticos que habían salido del consejo de la Caja. Diseñado por Sanz, no hacía público ni el número de reuniones, ni cuándo se celebraban, ni cúanto pagaba por ellas. Tras el escándalo que supuso su descubrimiento, Barcina, Miranda y Maya reconocieron con vaguedad la cuantía de sus retribuciones (entre 40.000 y 60.000 euros) antes de renunciar a ellas. En la Junta también estaban Ana Pineda (UPN), Alberto Catalán (UPN), Javier Caballero (UPN) y Samuel Caro (PSN).
La presencia del PSN en Caja Navarra, en cualquier caso, no era nueva. En su comisión de control encontró asiento Javier Iturbe, que en los años 70 lideraba la ORT (Organización Revolucionaria de los Trabajadores) y que, superada ya la sesentena, cobró entre 2004 y 2010 más de 146.000 euros de Caja Navarra. Roberto Jiménez se ha referido a él en alguna ocasión como su padre político.
¿Y el PPN? ¿Por qué ha cambiado de criterio en las últimas semanas, tras mostrarse especialmente crítico con Can? "Hay que mirar al futuro", dijo su portavoz, Ana Beltrán. El partido, en cualquier caso, parece haber iniciado una aproximación a su antiguo socio UPN, y algunos de sus miembros mantuvieron asiento en el consejo y lazos familiares en la Can durante mucho tiempo. Pero esto último daría para otra larga historia.
Juan Ángel Monreal, en Diario de Noticias
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