Reconozco que Madonna me cae mal. Es ya una larga historia. Desde que mi hermana quitaba mis discos de heavy metal de la cadena y ponía sus canciones, aborrezco a la ambición rubia. Todavía resuena en mi cabeza la tonadilla de «Whos's that girl?». Un trauma. Reconozco su mérito de mantenerse en el candelero año tras año, reinventándose una y otra vez para seguir grabando (versiones de lo mismo) y llenando estadios en las giras mundiales que sigue realizando.
Reconozco también que no conocía al grupo Kalaka hasta que se anunció que participaría en la gira de Madonna. Todo el mundo señalaba que era una ocasión inmejorable para dar a conocer su música por todo el planeta. Sí, es cierto, es una buena oportunidad. Yo mismo, seguramente, no habría prestado atención a este grupo de no ser por esta noticia. Y la música que hace Kalaka me gusta. Creo que consiguen hacer música con raíces adecuada al siglo XXI. Un grupo a seguir en el futuro.
Pero no me gusta el vídeo de un ensayo de la gira que se ha difundido en Internet. Hay compañeros a los que les gusta. A mí no. Me parece colonialista. Creo que se toma un grupo considerado étnico para lucimiento de la estrella del pop y que la música tradicional pierde todo su sentido. Ver a unos bailarines de los de Madonna con txapela bailando al ritmo de «Sagarra jo» me parece algo parecido a la cabaña del Tío Tom. Veo que han cogido una cultura, la han despojado de sentido y han creado un producto de marketing musical global.
Para más inri, la gira mundial de Madonna comienza hoy nada más y nada menos que en Tel Aviv. La ambición rubia ha hecho oídos sordos a las demandas de boicot internacional a Israel mientras siga manteniendo su política genocida contra el pueblo palestino y conculcando la legislación internacional. Madonna sigue en su línea, como cuando en 2009 se envolvió en la bandera israelí en otro concierto. En la misma bandera con la que el Ejército sionista bombardea a la población civil de Gaza con fósforo blanco y la misma que ondea en las colonias sionistas ilegales. Show must go on!
Martxelo Díaz, en GARA
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