Hosni Mubarak y su ex ministro del Interior fueron condenados este sábado a cadena perpetua acusados de la muerte de manifestantes, pero los seis máximos responsables de las fuerzas policiales durante las revueltas de enero y febrero de 2011, en las que murieron 840 personas, han sido absueltos.
La reacción de los familiares de las víctimas de la represión policial y de miles de activistas ha sido inmediata. La plaza Tahrir en El Cairo y las calles de Alejandría se han vuelto a llenar de manifestantes que han coreado eslóganes contra la impunidad, la represión y el veredicto judicial. “Una farsa de juicio”, ha sido una de las consignas más escuchadas.
“La absolución de todos los altos oficiales de la policía, incluido el líder de la ‘Gestapo’ de Mubarak, Hassan Abdel Rahman, significa que pueden regresar de nuevo a sus trabajos”, denunció el activista egipcio Hossam El Hamalawy, encarcelado y torturado en el pasado por la policía de Mubarak.
“El mensaje que se ha dado a la policía con este juicio es: “Mata y tortura tanto como desees. Se te castigará con una investigación de tus crímenes que será anulada por falta de pruebas”, lamentó el periodista Hani Shukrallah, editor del diario Al Ahram online.
Los seis exjefes policiales absueltos estaban al mando de las fuerzas conocidas como la SS –siglas procedentes de su nombre en inglés, State Security– temidas por haber sido durante años el órgano represor encargado de arrestar, torturar e incluso hacer desaparecer en el desierto a activistas y defensores de los derechos humanos.
También se ven libres de condena los dos hijos de Hosni Mubarak, Alaa y Gamal, acusados por corrupción, y el magnate Hussein Salem, hombre de confianza de Mubarak, detenido y acusado en España por blanqueo de dinero y acusado en Egipto con varios cargos de corrupción, entre ellos, el de vender gas egipcio a Israel a un precio inferior de su valor real.
Luz verde a futuros abusos policiales
La organización internacional Human Rights Watch ha calificado la condena a Mubarak y el-Adly como un importante precedente, pero ha advertido de que la absolución del resto de los acusados “da luz verde a futuros abusos policiales”.
“Su absolución mantiene intacta la impunidad de la policía mientras las víctimas siguen esperando justicia”, ha indicado HRW, y ha recordado que los ex altos mandos policiales absueltos “como mínimo debían conocer el empleo del uso ilegal de la fuerza mortal contra los manifestantes”.
También Amnistía Internacional ha advertido de que dichas absoluciones “deja en la oscuridad a las familias de los fallecidos y a los heridos”.
El juicio, una herramienta electoral
Quedan tan solo unos días para que se celebre la segunda vuelta de las elecciones presidenciales y cada candidato juega sus cartas.
Las dos fuerzas que se disputan ahora la presidencia del país – y que no representan las demandas de Tahrir- han reaccionado de forma muy diferente ante la sentencia judicial. Mientras los Hermanos Musulmanes, en un gesto un tanto infrecuente en ellos –y en un intento por atraer los votos de los “revolucionarios”– han convocado protestas contra lo que consideran “un veredicto que prueba que nada ha cambiado”, el candidato Ahmed Shafiq ha acogido con agrado la decisión judicial.
Shafiq es considerado por muchos un mubarakista o el candidato de la Junta militar que ahora controla el país. De hecho, fue nombrado primer ministro por el propio Mubarak tras el estallido de las revueltas de enero de 2011. Algunos abogados egipcios han expresado su temor a que un eventual triunfo electoral de Shafiq traiga consigo una amnistía general para los hombres del régimen de Mubarak e incluso para el propio ex presidente.
Este mismo sábado el letrado Amir Salem, uno de los principales representantes de las familias de las víctimas de la revolución, escribió un artículo en el que afirmó que la sentencia judicial “ofrece la absolución a Mubarak y a el-Adly en bandeja de plata” en caso de apelación.
“El juez dijo que no había pruebas de crimen, ni testimonios que probaran que el crimen se había cometido”, ha recordado Salem. Los abogados de Mubarak y el-Adly podrán apelar contra la sentencia en los próximos sesenta días.
El doble rasero
Mientras los seis ex altos mandos policiales responsables de la represión contra activistas y manifestantes fueron absueltos, en otro tribunal de El Cairo se produjo un fenómeno ya habitual. Varios activistas egipcios fueron llamados a declarar por su presunta participación en el saqueo e incendio de las oficinas del candidato Ahmed Shafiq, registrado hace unos días. Entre los citados estaban Mona Seif y su hermano, el conocido bloguero Alaa. Ambos niegan toda relación con los hechos.
Mona Seif, una joven bióloga de 26 años, es una de las impulsoras de la campaña contra los juicios militares contra civiles. Su hermano Alaa lleva participando en las protestas contra el régimen desde el año 2005. Fue arrestado varias semanas en 2006 y de nuevo en octubre 2011.
Alaa y Mona son hijos del abogado especializado en derechos humanos Ahmed Seif, preso durante seis años en las cárceles de Mubarak en la década de los ochenta y víctima de torturas. A su esposa, la profesora de matemáticas Leila Seouif, es habitual verla en las primeras filas de las manifestaciones que demandan libertad, justicia social y dignidad.
En un gesto de solidaridad ya habitual entre los activistas, en la tarde del sábado se presentaron en la corte varias chicas jóvenes con el mismo peinado que tiene Mona –pelo rizado, un poco a lo “afro”– para mostrar que cualquiera de ellas podría haber sido la chica que alguien dice haber visto en las inmediaciones de las oficinas de Shafiq durante los saqueos.
Desde que la Junta militar asumió el mando del país en 2011 se han celebrado más de 12.000 juicios militares contra civiles. Varios activistas han pasado por la cárcel por el simple hecho de criticar a los altos mandos de las Fuerzas Armadas o por denunciar los abusos cometidos por las fuerzas de seguridad.
El Ejército egipcio, que controla entre el 30% y el 35% de la economía del país y que recibe de Estados Unidos 1.300 millones de dólares al año –la segunda mayor ayuda que Washington ofrece a unas Fuerzas Armadas– ha estado amparando la persecución de los activistas y la impunidad de quienes los atacan. Buena parte de las estructuras del régimen de Mubarak permanecen intactas. La absolución de los ex altos mandos policiales así lo demuestra.
Por eso este fin de semana en El Cairo, Alejandría o Suez miles de personas han vuelto a gritar en las calles “el pueblo quiere la caída del régimen”. Los eslóganes contra el continuista Ahmed Shafiq han resonado en el corazón de la capital egipcia.
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