Hace unos meses, un informe de la Guardia Civil propició una vergonzosa campaña contra las profesoras y profesores que trabajan en el modelo D en Nafarroa. Entonces, en vez de cargar contra quienes acometieron una persecución ideológica contra cientos de profesionales, algunos aprovecharon para acusar a una parte sustancial del cuerpo docente navarro de adoctrinar a los menores, como si sus compañeros fueran políticamente asépticos o si tener determinadas ideas incapacitara a alguien para impartir clase.
Aquello fue un ataque contra la enseñanza en euskara y un ejemplo del control social que las fuerzas policiales españolas ejercen en este país, en ese caso con la aquiescencia del Gobierno autonómico, desde cuyas filas alentaron la acometida. El presunto adoctrinamiento solo fue la excusa de guardia. Esta constatación, sin embargo, no significa que en la escuela pública navarra no se adoctrine, pues las imágenes de la jornada de puertas abiertas de la Guardia Civil en el colegio Otero de Navascués de Cintruénigo muestran precisamente eso, un descarado ejercicio de adoctrinamiento y de proselitismo. Agentes del instituto militar enseñaron a niños y niñas de corta edad diversos vehículos, armamento y material antidisturbios, y les instruyeron en su uso, haciendo una lamentable ostentación de los elementos que utilizan en sus tareas represivas.
¿Cuáles son los valores que con esta demostración se pretende inculcar a los alumnos del colegio cirbonero? ¿Qué lección extraerán de la exhibición de fusiles, porras y lanzapelotas? Quizá la delegada del Gobierno español, Carmen Alba, y la alcaldesa de Cintruénigo y parlamentaria de UPN Raquel Garbayo, presentes en la parada, puedan dar respuesta a estas preguntas. Desde luego, si su intención era edulcorar la imagen de la Guardia Civil deberían saber que a la mayoría de padres y madres no les agrada en absoluto que a sus hijos e hijas les enseñen cómo funciona una metralleta.
Editorial de GARA
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