El pasado viernes 2 de mayo, militantes de la organización fascista ucraniana “Sector de Derechas” prendieron fuego a la Casa de los Sindicatos de Odessa provocando la muerte de 40 manifestantes rusófonos que habían ocupado el edificio para protestar contra las políticas del nuevo gobierno nacionalista y oligarca de derechas de Kiev.
Previamente, las fuerzas del Ministerio del Interior se habían retirado del lugar, dando paso a las milicias fascistas, unas 300 personas, que no solo no ayudaron a las víctimas que se arrojaban entre llamas de las ventanas de la Casa de los Sindicatos, sino que golpearon con barras de hierro y cadenas a quienes intentaron escapar del edificio.
Según el Presidente Obama, en una rueda de prensa posterior, “el gobierno de Ucrania tiene el derecho y la responsabilidad de mantener la ley y el orden en su territorio”.
Eso es exactamente lo que NO hizo en Odessa: permitió que una banda de fascistas quemase un edificio público con decenas de personas en su interior, en lugar de defender su derecho democrático a manifestarse pacíficamente, de la misma manera que ocurrió en la Plaza de Maidan en Kiev a manos del gobierno oligárquico pro-ruso de Yanukovich.
El gobierno nacionalista de derechas de Kiev acusa al gobierno ruso de alentar, organizar y financiar a los manifestantes rusófonos que piden en el Este y el Sur de Ucrania una constitución federal para el país que respete sus derechos y se revoque la decisión de excluir al ruso como lengua oficial de Ucrania adoptada por el nuevo gobierno en Kiev.
Y sin duda los paramilitares que actúan en las zonas rusófonas de Ucrania responden a esa intervención. Pero de la misma manera actúan sobre el terreno decenas de agentes de la CIA, el FBI y los servicios polacos, en un pulso inter-imperialista que está arrastrando al pueblo de Ucrania a una guerra civil, que solo beneficia a los oligarcas de uno y otro signo.
En definitiva, los que protestaban contra Yanukovich, antes de que los fascistas monopolizarán violentamente Maidan, lo hacían contra las terribles consecuencias sociales de las políticas de choque neoliberales, que han impedido que Ucrania recupere su nivel de vida de la época soviética.
Desconfiaban del maestro de marionetas oligárquicas que es Putin y confiaban ilusamente que la Unión Europea les ayudaría. Quienes protestan hoy en el Este y Sur de Ucrania lo hacen contra el nuevo gobierno anticonstitucional de la extrema derecha nacionalista que quiere aplicar el programa de austeridad diseñado por el FMI a cambio de los 15.000 millones de dólares prometidos al gobierno de Kiev.
Los rusófonos quieren un marco federal que respete sus derechos cuando no la integración en Rusia, como Crimea, porque en la Rusia de Putin, a pesar de su autoritarismo y corrupción, se vive mejor que en Ucrania.
Para la izquierda solo cabe la denuncia de unos y otros oligarcas, de los imperialismos que juegan a la geopolítica con el pueblo de Ucrania, la resistencia a las políticas neoliberales de choque, vengan del FMI o de Moscú, por una constitución democrática y social federal que respete los derechos de todas las minorías y ponga fin al saqueo del país por los oligarcas de uno y otro lado.
La Aurora
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