Parece ser que, si en algo coinciden todas las encuestas publicadas acerca de los posibles resultados para las próximas Elecciones al Parlamento Europeo del 25 de mayo, es en que el bipartidismo se resiente en gran medida. Desde las posiciones de izquierda real de este país nos alegramos de dicha circunstancia, pues significa un paso en la dirección de poder alcanzar algún día la verdadera alternativa (que no alternancia) política en nuestro país. Y claro, estamos comprobando cómo la estrategia electoral de campaña se agudiza en el sentido clásico, que consiste, para los dos grandes partidos, en presentarse como opuesto a su adversario, para así rescatar posibles votos con la gente desencantada de la otra opción.
Es la misma estrategia que llevan empleando desde hace más de 30 años, para todo tipo de comicios, desde los más locales hasta los más supranacionales, como éstas Elecciones al Parlamento Europeo. Presentarse como la única opción racional posible, y presentar al rival político como la alternativa es, como decimos, la vieja táctica empleada por ambas formaciones desde prácticamente toda su historia. Mediante ella cumplen un doble objetivo: de una parte, acaparar (engañosamente) los posibles mensajes que aglutinen las posiciones contrarias a su adversario político, y de otra parte, blindar al bipartidismo, consiguiendo que el resto de fuerzas políticas minoritarias obtengan resultados nimios, apoyado todo ello además por una injusta Ley Electoral (que por supuesto, desde ambas fuerzas mayoritarias se niegan a cambiar).
Se acaba de publicar recientemente "El libro negro del bipartidismo", donde su autor, Gonzalo Sánchez, expone los fundamentos de este fenómeno (no privativo del contexto español), innumerables hechos que demuestran la intensa relación histórica entre el PP y el PSOE, apoyados por un prólogo y un epílogo muy interesantes. Tomamos gran parte de los datos que mostramos aquí de dicho texto. A propósito del concepto, nos dice Enrique Santiago en el prólogo del mencionado texto de referencia: "El término bipartidismo hace referencia a la alternancia en el poder de dos fuerzas políticas, mayoritarias por designio del sistema, que ha puesto a su disposición todos los recursos del Estado y del gran capital, dos fuerzas políticas que no cuestionan el actual sistema económico capitalista ni a la democracia representativa por delegación que sustenta al anterior. El bipartidismo por tanto pretende ante todo el mantenimiento del actual sistema económico que tan injusto desde el punto de vista social se ha manifestado, pero que permite inmensas tasas de acumulación de beneficios en cada vez menos manos, las de las que sustentan el sistema, para a continuación negar unas mínimas condiciones de digna existencia a cada vez sectores más amplios de la población. Para ello se reniega (incluso contra toda lógica) de todo intento de impulsar serias reformas del sistema político, que aunque sólo fuera por los ya casi 40 años de existencia, requeriría un proceso de profundos cambios constitucionales".
En efecto, podemos asegurar sin lugar a dudas que el bipartidismo es el responsable del derrumbe económico y social de nuestro país, y de la involución que viene sufriendo la clase trabajadora desde el denominado período de la Transición. Por otra parte, la supremacía de los clásicos sectores influyentes durante el franquismo (Ejército, Banca, Iglesia) se mantiene también durante este período, auspiciados y amparados también por una Casa Real que se desmorona ante sus espectáculos de corrupción. El bipartidismo es el responsable del paulatino desmontaje del Estado del Bienestar, y del derrumbamiento de todo el andamiaje que constituye nuestro Estado Social, que ambos partidos han contribuido a debilitar. PP y PSOE han dado aliento a la ofensiva neoliberal que nos ataca desde hace varias décadas, y se han sumado al carro de la privatización y de la desregulación de los diferentes mercados. Y todo ello, bajo la bandera intocable que para ellos representa la Constitución Española de 1978, buque insignia que ampara todas sus tropelías, aunque curiosamente, el bipartidismo se caracteriza también por infringir sistemáticamente muchos de los preceptos y mandatos constitucionales.
Pero por contra, y en cuanto les cuadra a sus intereses, utilizan la Constitución como un escudo para salvaguardarlos, como ocurrió durante el verano de 2011, con la modificación repentina del artículo 135, para asegurar el pago de nuestra deuda a sus acreedores. Y el resto del tiempo, se pelean entre ellos, como queriendo difundir el mensaje de que representan diferentes modos, visiones distintas de entender la política, pero no es así. Todo obedece, como decíamos, a una estrategia de manipulación social, cuyo objetivo reside en la permanencia indefinida en el poder de ambas fuerzas políticas, bajo el establecimiento de unos marcos de convivencia y de unas reglas de juego que benefician siempre a los mismos. En realidad, y al igual que ocurre en otros países también denominados "democráticos", se trata en el fondo de una estrategia para disfrazar nuestro sistema como si fuera democrático, cuando realmente no lo es. Prueba palpable y fehaciente de ello la tenemos en la negativa de PP y PSOE a conceder la posibilidad al pueblo de Cataluña para realizar una consulta popular sobre su futuro.
Pero según las últimas encuentas de intención de voto, la suma de los apoyos a ambos partidos no llega al 50%. Parece que por primera vez, los ciudadanos ya no se creen los mensajes "regeneracionistas" del PSOE, el falso mensaje de "izquierda" del PSOE cuando está en la oposición, mensaje que se diluye cuando pasan al Gobierno. Porque lo cierto es que la mayoría de las votaciones las realizan juntos. Votaron juntos a favor de las prácticas de "fracking" en el Parlamento andaluz, y votaron juntos las leyes de mercado que el PP viene proponiendo en la presente legislatura. Y en el Parlamento Europeo, las familias de la socialdemocracia y del Partido Popular Europeo votan juntos tres de cada cuatro veces. Las coincidencias son múltiples, aunque al PSOE no le interese recordarlo. Las prácticas bipartidistas del PSOE han sido explicadas perfectamente en el texto citado, por Gonzalo Sánchez: "Cuando tiene el poder se dedica a gobernar para los grandes empresarios, los banqueros, la Iglesia, la Monarquía y los Estados Unidos de América (EE.UU.), y cuando está en la oposición le exige al otro partido en el que se turna en el gobierno que haga lo que él no hizo durante los años que controló el poder y pudo hacerlo. Acusa al PP de estar al servicio de los mismos a los que el PSOE sirvió durante su estancia en La Moncloa".
Y apostilla: "El bipartidismo es una estafa. Dos partidos que aparentan ser opuestos pero que obedecen al mismo amo. Uno de ellos juega el papel más sucio porque tiene que disfrazarse de izquierdas para engañar a los ciudadanos que lo votan para parar a la derecha y se encuentran con que actúa de la misma manera que ella". La oferta electoral para reducir el fenómeno del bipartidismo se ha disparado últimamente, y las encuestas parecen ir un poco en favor de repartir un poco más el voto, despojando del poder absoluto del que han disfrutado hasta ahora ambas fuerzas mayoritarias. No obstante, hemos de tener cuidado también y alertar sobre algunas fuerzas de corte populista, como UPyD, que no están colocadas idelológicamente en ningún sitio, pero que saben aprovechar muy bien las coyunturas para absorber el llamado voto emocional. Y así, las políticas internacionales, las políticas de apoyo a la Iglesia Católica, las políticas de recortes sociales, las políticas de defensa de la Monarquía, y un largo etcétera, coinciden con las implementadas por el PP. Tan sólo algunas iniciativas de corto recorrido, como la Ley de la Memoria Histórica, la Ley de Igualdad, la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo o la Ley de Dependencia proporcionan al PSOE algunos tintes sociales más intensos que al PP, que siempre estuvo en contra de lo que ellos llaman "ocurrencias".
Pero las políticas económicas, las que auténticamente definen a una fuerza de izquierdas, se desarrollan al alimón y en plena coincidencia con su pareja bipartidista. Y ahora, en esta campaña electoral para las elecciones europeas, vuelven a la carga, continúan con su falsa retórica de lanzarse acusaciones uno a otro, de presentarse a sí mismos como la alternativa, y de resaltar bien alto y claro que PP y PSOE no son lo mismo. Que son distintos. Pero creemos que ya se ha alcanzado el tope de la ciudadanía. Que ya se han disparado todos los resortes, y que son muchos años de engaño masivo como para que puedan seguir actuando impunemente. Los medios de comunicación alternativos, como éste que ahora usan los lectores, llevan informando ampliamente sobre los actos y decisiones de complicidad entre ambas formaciones del bipartidismo, y ya existe mucha hemeroteca y mucha videoteca a disposición de los ciudadanos/as, como para que las mentiras del bipartidismo puedan seguir funcionando.
Pero no debemos bajar la guardia, porque el bipartidismo (sus dos fuerzas políticas) lo seguirá intentando. El PP seguirá criticando al "socialismo" del PSOE y sus fracasadas políticas, y el PSOE seguirá intentando convencer a la ciudadanía de que se ha renovado, de que ahora sí, de que han aprendido de los errores, y de que han hecho autocrítica. Se presentarán de nuevo como la fuerza de la "izquierda", ridiculizando o menospreciando a los partidos minoritarios. Y tal vez utilicen caras nuevas a partir de sus próximos Congresos, pero esas posibles caras nuevas y jóvenes serán sin duda de personas que nunca cuestionaron las anteriores políticas neoliberales del PSOE. Y por su parte, rancios líderes del PSOE, como José Bono, no tienen ningún pudor en expresar públicamente que prefieren "un acuerdo con el señor Rajoy que con Cayo Lara". Las preferencias están muy claras, siempre lo han estado. Lo que ocurre es que se han esforzado siempre muchísimo en disimularlas. La complicidad con el poder económico y financiero, con los grandes empresarios, y los ataques a la clase trabajadora, han sido políticas compartidas en todas las legislaturas, tanto del PSOE como del PP.
Sin ir más lejos, el bipartidismo le ha regalado a la banca privada la friolera de 250.000 millones de euros en lo que va de crisis del sistema capitalista, desde 2007, mientras recorta sistemáticamente la financiación de los derechos sociales y laborales de toda la ciudadanía. Y esta es la razón última de su existencia, de su necesidad del otro. Ambos partidos se necesitan mutuamente, se necesitan fuertes, saben que unas veces ganará uno y otras veces el otro, pero en el fondo, eso es lo que desean, eso es lo que necesita el sistema bipartidista, garantizar la hegemonía indefinida de ambos partidos mayoritarios sobre todo el resto del arco parlamentario, ya que gracias a ello el sistema pervive, el sistema se alimenta del propio bipartidismo, cerrándose el círculo perfecto. El sistema se retroalimenta a sí mismo, dando alas y oxígeno a ambas formaciones, y dichas formaciones se aseguran servir bien al sistema para que éste pueda continuar favoreciendo al bipartidismo. Por eso, se echan a temblar cuando las encuestas, como ahora, vaticinan un descalabro de dicho fenómeno, y una creciente bajada del apoyo popular a ambas fuerzas políticas.
Las prácticas bipartidistas son oscuras, silenciadas, sus medidas son tomadas con total opacidad y nocturnidad, con una tremenda complicidad, y sobre todo, con un nivel de "traición popular" muy elevado. Me remito al texto de referencia, donde su autor nos regala todo un catálogo de medidas no implementadas por el PSOE cuando estaba en el Gobierno, pero reclamadas cuando estaba en la oposición. Las tácticas del turnismo político a que nos tienen acostumbrados se aprovechan de la memoria de las personas, de la ingenuidad de sus votantes, y de la inestimable colaboración de los medios de comunicación afines al régimen, que contribuyen a esconder las pifias y las contradicciones de PP y PSOE durante sus respectivas etapas de gobierno y oposición. Promesas incumplidas, medidas contrarias a sus programas electorales, y propuestas que se venden como novedosas desde la oposición, cuando en el pasado, desde el gobierno, fueron negadas e impedidas. Todo responde al acuerdo tácito bipartidista, para preservar su control sobre todas las Instituciones del Estado, y dejar sólo las migajas al resto de los partidos minoritarios.
Afortunadamente, se está constatando un serio jaque al bipartidismo, ya que la intención de voto a las dos fuerzas políticas mayoritarias se desploma día a día, mientras la intención de voto a la izquierda real, seria y rigurosa, la que de verdad representa una alternativa (Izquierda Unida y sus coaliciones asociadas), crece constantemente. Parece ser que concluye, y ojalá que así sea, el tiempo del bipartidismo reinante, y que corresponde iniciar un nuevo tiempo político, ojalá que sin vuelta atrás, donde se abandonen las políticas que nos han traído al desastre social que padecemos, y que nos abran nuevos horizontes, donde prevalezcan la solidaridad, la cooperación, la equidad y la justicia social, mediante la justa redistribución de la riqueza. El mensaje antibipartidista tiene que ir calando, se tiene que ir extendiendo, al mismo tiempo que comprendemos que los modos y formas de gobernar, también tienen que ir cambiando. Dando paso a métodos de democracia completa, real y participativa, donde sean los propios gobernados los dueños de su destino.
Rafael Silva, en su blog
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