sábado, 3 de mayo de 2014

GOIO MONREAL: "LA HISTORIA DEL EUSKERA EN NAVARRA HA SIDO UNA PELEA DE LA SOCIEDAD CIVIL CON LAS INSTITUCIONES QUE LA REPRESENTAN"

El navarro Goio Monreal Zia acaba de recibir el Premio Euskadi de Investigación 2013, un prestigioso galardón que en realidad distingue una larga y polifacética trayectoria personal y profesional

Un premio es algo para celebrar y para agradecer. Éste no es un premio cualquiera...

-Sí. En primer lugar quiero dar las gracias. Habré hecho mucho o poco, pero lo que he hecho, ha sido porque he tenido la inmensa fortuna de encontrarme con gente que me ha ayudado y ha tenido confianza en mí. La lista es tan larga que no puedo empezar ni a enumerarla.

El galardón distingue una faceta que a veces suele quedar en un segundo plano en el ámbito universitario como es la investigación...

-En la Universidad hay docencia e investigación. Pero tengo la impresión contraria. La que ha quedado relegada es la docencia, que es una responsabilidad profesional muy grande porque de ella depende la formación de los alumnos. Todos tenemos el recuerdo de los buenos profesores porque influyeron en nuestras vidas. Pero desgraciadamente se está dando un desplazamiento, ya que a los profesores les pagan por enseñar pero los promocionan por investigar. Y como lo que importa es la promoción se ha producido un menosprecio de la docencia para lanzarse a la investigación y las publicaciones de las que depende su carrera.

Pero en muchas ocasiones, como se está viendo con la crisis, un país se juega su futuro en su capacidad de investigar e innovar...

-Por supuesto que la investigación es fundamental. Y lo es en todas las ramas, incluidas las Humanidades que a veces se suelen olvidar. El I+D es importante pero las Humanidades están en crisis. La marginación de las Humanidades supone un riesgo muy grande para la sociedad. Y es una investigación muy dura porque en Ciencias puras suele ser colectiva, firma un grupo de personas al margen de su contribución, mientras que en Humanidades el investigador tiene que hacerlo todo: hipótesis, buscar materiales y fuentes originales, interpretar los datos...

Ha desempeñado su función universitaria en varios lugares (Francia, EEUU, España...) y épocas. Con esa perspectiva geográfica y temporal, ¿cuál es su opinión sobre la UPNA actual?

-La UPNA nació en Navarra como una intrusa. Es la historia de una intrusión en la cual la sociedad venció frente a las resistencias de distinto signo. El inicio no fue bueno. No nació arropada por el cariño de las instituciones, sino como una competidora que había que controlar. En todo caso creo que hay una diferencia enorme entre la Universidad actual y la que me encontré hace 18 años. Esto significa que ha habido un esfuerzo muy importante. Creo que la docencia de la UPNA es una docencia de calidad, que saca buenos profesionales. Y también hay individualidades investigadoras y equipos de importancia, que son relevantes y que cuentan dentro del sistema estatal de investigación. Aparte de mi agradecimiento personal muy grande a todo lo que he recibido de esta universidad, tengo un juicio muy positivo sobre ella. Además pienso que es el juicio de la sociedad de Navarra. Han salido muchas promociones de aquí y esto incide en la sociedad. Aprecio un contraste entre ese arropamiento social y la indiferencia por parte de los poderes públicos que, posiblemente cumplen, pero da la impresión de que cumplen a desgana.

Pero, ¿la UPNA cuenta de verdad en la definición de las líneas estratégicas de Navarra? ¿Ejerce el papel de motor socioeconómico?

-Yo creo que sí. No sé si en Navarra hay una estrategia muy clara pero de una manera espontánea, los egresados de esta universidad están en el mundo de la empresa, de la Administración y de las profesiones liberales. Y eso es la sociedad. Han recibido una buena formación y eso se nota. Mi impresión es que cuenta en la sociedad navarra.

Y eso aunque estemos muy lejos de modelos como el europeo o americano...

-Bueno, la UPNA hay que incluirla, para bien o para mal, en el sistema universitario español y la comparación es entre éste y el resto. Hay una diferencia grande entre nuestro sistema y el europeo, incluidos los latinos como Francia. El rigor de la carrera universitaria francesa es muy superior a la de España. Y si saltamos al mundo anglo germánico, las diferencias son aún mayores. En primer lugar porque hay una diferencia abismal de recursos públicos dedicados a la enseñanza , el número de profesores... Además, nuestra concepción del aprendizaje es distinta. Tenemos unos estudiantes que aprenden memorísticamente y luego regurgitan estos apuntes en el examen. Si vas a la biblioteca, ves a los estudiantes leyendo apuntes. El número de libros que lee un estudiante a lo largo de una carrera o los trabajos reales que realiza es muy bajo. Es posible que un alumno atraviese la universidad virgen y mártir desde el punto de vista de la biblioteca. Esto no es un sistema universitario y se nota cuando llegan los masters y se exigen trabajos reales de investigación, plantear una hipótesis, buscar recursos bibliográficos... Lo mismo que cuando salen a la vida práctica en la que uno se encuentra con problemas que hay que afrontar con criterio propio.

En su trayectoria la Academia no lo ha sido todo, también ha hecho incursiones en la arena política o al menos en la gestión pública...

-Tuve una fase política muy breve y otra más amplia de Administración. Fui senador en un momento mágico como el periodo constituyente. Creo que fue el mejor momento de la política española. Una época para enriquecerse humanamente y conocer muchas cosas. Y luego he tenido una experiencia amplia de gestión universitaria como rector de la UPV en un momento fundacional también. Momentos difíciles pero muy apasionantes.

Y tras ese recorrido ¿cómo ve, de nuevo desde el campus, el espacio político? La cosa pública actual está bastante en entredicho...

-Lo que estamos viviendo es el momento final de una transición para diseñar un estado a través de un instrumento como fue la Constitución. Esa Constitución y ese Estado están en crisis. Por tanto, ahora sí que se puede hablar con propiedad de la necesidad de una segunda Transición, de una refundación del Estado. Un Estado que ha fracasado, visto desde Navarra, en primer lugar por la crisis del Estado de las autonomías. Fue un fallo del diseño de la Constitución. Mirando la Historia, desde el siglo XIX, lo que España necesitaba eran dos o tres autonomías políticas y una descentralización. El Estado de las autonomías rompió ese esquema. Inventó el café para todos. Para los que querían café y para quienes no querían y al final, a falta de una cultura política y económica, lo que se ha producido es una degradación de las autonomías en la mayoría de los lugares. Y ahí tenemos un problema gravísimo como el catalán y otro, por el momento mucho menos grave, como el vasco.

¿Qué va a pasar en Catalunya?

-No lo saben ni los propios catalanes. Pero es evidente que aquí tenemos un grado de autonomía muy superior en un aspecto decisivo como es la autonomía fiscal que permite tener paciencia histórica y resolver otros problemas mientras tanto. No es el caso catalán. La gente no se da cuenta, pero es un tema desesperado. Una sociedad económicamente muy desarrollada se encuentra sin recursos porque hay que alimentar a un Estado que está en crisis en una parte muy importante del territorio. Resolver el problema catalán equivale a romper los equilibrios que se han creado en un montón de autonomías . Y los catalanes no tienen salida. Hay muy poco margen de maniobra en Catalunya para un pacto político. El Estado no puede realizar un pacto satisfactorio para Catalunya. Nadie sabe cómo se arregla esto.

Y se trata de una corriente que ha impregnado la sociedad catalana. Hay un mar de fondo...

-Sí. Ha sido la sociedad civil, profundamente defraudada con lo que ha ocurrido con el Estatut aprobado en Catalunya, "cepillado" en las Cortes y que el Tribunal Constitucional lo desnaturalizó por completo. Fue un fracaso humillante para Catalunya. Y así se ha sentido mucho. Hay un problema de dignidad ofendida, de humillación de todo un pueblo. Y los problemas, cuando llegan a esta situación, tienen muy difícil solución. Y luego está la propia falta de recursos. El Estado español difícilmente puede ofrecer un pacto que suponga que Catalunya tenga un presupuesto como para mantener el tipo de sociedad industrial avanzada que tiene.

Se está agitando el fantasma de que Catalunya no tendría sitio en Europa...

-Es muy difícil especular, pero cuando se habla del tema de la exclusión de Europa de Catalunya hay que saber que Catalunya representa el 20% del PIB español y es el corredor natural de comunicación entre la Península y Europa, incluso de África. ¿Le puede interesar a España echar fuera de la UE al corredor que el comunica con la propia Comunidad? Catalunya es, en el sentido político y cultural, una de las naciones más antiguas de Europa y donde hay más sentido europeista del Estado. ¿Cómo se concibe que cuando llegue el momento de la verdad les vayan a dejar fuera de Europa? Es poco creíble. Ahora toca decir que van a ser expulsados. Pero ya veremos qué pasa porque la primera interesada en que Catalunya esté en Europa, sea cual sea su estatus político, es España.

El premio distingue su trayectoria investigadora en una aspecto concreto como es la Historia y el Derecho... La capacidad de los sujetos colectivos para dotarse de unas normas compartidas está detrás de todas estas polémicas...

-La Historia del Derecho, en concreto en mi investigación, ha sido la Historia del autogobierno. Un autogobierno que en el caso de Navarra y de las provincias vascongadas duró un siglo y medio más que en el resto del Estado. Catalunya, Valencia, Baleares y Aragón perdieron su autogobierno con Felipe V, a comienzos del XVIII. Aquí, sin embargo, hay un siglo crucial para entender nuestras historia y la realidad actual: el XIX. Hablamos de la crisis de la foralidad. Se pierde la foralidad después de dos guerras y eso ha marcado profundamente la psicología colectiva. Porque fueron seis generaciones más que en otros sitios las que tuvieron autogobierno. Crearon un hecho diferencial muy importante. En el caso de Navarra no hay que olvidar que fuimos un reino auténtico, aunque dentro de la monarquía española, hasta 1841. Y lo que aquí ocurrió fue -a diferencia de lo que pasó en las vascongadas- es que las élites que se hicieron cargo del poder en Navarra, por intereses de clase, renunciaron a una parte muy importante de la autonomía.

¿Por qué?

-A determinados terratenientes y comerciantes en 1836 les interesó abolir las aduanas y crear la unidad estatal. Tenían un problema de deuda pública muy importante. Y si el Estado la absorbía se les garantizaba, como prestamistas, el cobro de los intereses. Y sobre todo habían comprado muchas tierras a muy buen precio con la desamortización de Mendizábal. Si Navarra continuaba cono reino, las Cortes hubieran podido declarar contrafuero la desamortización y la deuda. Por ello dijeron, bueno, fuera Fueros, hagamos una autonomía adecuada a nuestros intereses. Una autonomía que se va a basar entonces y ahora en un pacto de las clases dirigentes navarras con el partido dominante en Madrid. Ésta es la explicación de fondo de la política navarra. Aquí los fuertes y castillos se construyen siempre, no para defender la frontera, sino pensando en esa idea de "cuidado con los navarros". Así se destruyen los castillos en 1512 y se hace luego el fuerte de San Cristóbal después de la segunda guerra carlista. Esa alianza entre clases dirigentes navarras con el partido dominante en Madrid proviene de entonces. Se vio clarísimo en la Transición cuando un hombre clarividente como Del Burgo lo interpretó perfectamente... Y luego también. En Navarra la política es un partido aquí más todo el Estado apoyándole. Esto ha ocurrido siempre y ahora también: los gobiernos se forman o no se forman en función de si hay este pacto. Cuando hay un problema en Navarra se va a todo correr a Madrid para ver cómo arreglarlo. Lo hemos visto en la última crisis de gobierno. No es de ahora. Mirando el autogobierno navarro desde 1836, la historia se repite.

¿Y seguirá así o hay alternativa?

-Bueno no lo sé. Siempre ha sido favorecido por circunstancias distintas. Antes fue el carlismo que justificaba el apoyo a diputaciones no carlistas en el siglo XIX y en los últimos 40 años el apoyo que se ha utilizado ha sido HB, el mundo radical... Con la normalización democrática de Navarra las cosas evidentemente pueden cambiar. Las disculpas no pueden ser las que han sido hasta ahora. Es difícil saber cómo va a jugar eso pero no hay que excluir cambios.

Dentro de su curriculum se encuentra también el compromiso con la cultura vasca y la lengua. Presidió Eusko Ikaskuntza....

-Bueno intenté que se pareciera lo más posible a una institución muy prestigiosa que marcaba el camino como es el Institut de Estudis Catalans porque tenía una serie de virtualidades muy útiles culturalmente. Por una parte un omnium cultural, una entidad capaz de interesar a la sociedad por la cultura universal, pero también por la cultura propia. Y luego por su capacidad de organizar los recursos culturales, a los especialistas de las distintas ramas, fomentando el asociacionismo profesional... En una palabra en vitalizar a la sociedad civil. Si tuvimos éxito o no, no lo sé porque cuando me voy de los sitios creo que la responsabilidad es de los que vienen esperando que enmienden mis errores.

¿Y se fue pensando que en momentos difíciles algo tan importante como el euskera había superado su riesgo de desaparecer?...

-Hay una diferencia muy grande entre Navarra y la CAV porque en Navarra la recuperación de la lengua ha sido un mérito exclusivo de la sociedad y casi a pesar de las instituciones que la representan -como comentábamos antes sobre el origen de la UPNA-, aunque haya habido alguna legislatura en la que eso ha cambiado. Por ejemplo creo que fue un hecho muy importante la Ley Foral del Vascuence. Pero en general, la historia del euskera en Navarra ha consistido en remar en contra de los poderes establecidos y tenemos muchos ejemplos de todo eso. Todo lo que ha ocurrido este curso con el hecho escandaloso de tratar de influir en la matrícula sacándose de la manga un informe anónimo de la Guardia Civil o lo que ocurre con Euskalerria Irratia o EITB. Navarra es una comunidad que no ha podido o no ha querido crear servicios públicos que respeten los derechos de los vascoparlantes y se dedican a impedir que se vea otro medio que sí o el gobierno incumple leyes el Parlamento. La historia del euskera en Navarra ha sido una pelea de la sociedad civil con las instituciones que la representan. Es un milagro que prueba la madurez de la sociedad navarra que a pesar de todo, contra viento y marea, se mantenga una fidelidad y una lealtad a la lengua por parte de tanta gente.

Jesús Iribarren, en Diario de Noticias

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