Nuestra tierra vive sumida en una crisis gubernamental desde hace algo más de dos años, desde que Yolanda Barcina expulsó de forma fulminante al PSN del gobierno.
El último episodio
La actual crisis del ejecutivo provocada por las demoledoras acusaciones contra la consejera Goicoechea, vertidas por la Directora de Hacienda, segundo cargo en la jerarquía del departamento y designada por la propia presidenta del gobierno, supuso una conmoción muy grave en nuestra comunidad y se incrementó todavía más la situación insostenible, que ya existía. Los hechos denunciados han sido contrastados y acreditados en la comisión parlamentaria de investigación: las ingerencias y presiones del gobierno con el objetivo de conseguir trato de favor para algunas empresas (en algunos casos vinculadas al antiguo despacho de la consejera), para retrasar la devolución del IVA y trampear las cuentas de Navarra, para acceder desde la presidencia a datos confidenciales de miembros de la CAN… Desde el punto de vista de la ética pública estas actuaciones corruptas son abiertamente inadmisibles y entrañan la máxima gravedad por la relevancia de quien las formula y por el contexto en que se producen.
Y es que llueve sobre mojado. Estos hechos se añaden a la falta de solvencia gubernamental demostrada ante la aguda crisis económica y social que padecemos y que toma cuerpo en el elevado número de personas navarras en paro o en situación de pobreza, en el aumento creciente de las desigualdades sociales… Se suman, igualmente, a la reciente crisis habida por el comportamiento, totalmente rechazable desde el punto de vista ético, de altos cargos públicos con la presidenta del gobierno a la cabeza en el affaire de las dietas de la CAN. Y, lo más grave, a este conjunto de eventos se une la crisis política procedente de un gobierno carente de las bases mínimas que le son exigibles a cualquier corporación institucional en un sistema democrático. Estos escándalos reflejan la actual descomposición del gobierno y le inhabilitan para continuar.
Necesitamos otro rumbo. Así no podemos seguir. No se puede mantener un gobierno sin estabilidad, sin mayoría parlamentaria, sin legitimidad social, sin ideas innovadoras, sin un proyecto de integración para la pluralidad de la ciudadanía navarra, sin proyecto social para las nuevas necesidades y desigualdades sociales emergentes, sin la más mínima credibilidad en decencia pública para una amplia y heterogénea mayoría de la ciudadanía. No se puede mantener un gobierno sin capacidad de diálogo con la mayoría social y parlamentaria, en conflicto permanente con el parlamento, con los más importantes servicios públicos, con la propia estructura de gobierno. Un gobierno obsesionado por conservar el poder a cualquier precio. El dilema actual no es entre demócratas y violentos o entre navarros pro-españoles y navarros pro-vascos como interesadamente invoca la presidenta de gobierno, sino que el dilema actual es entre decencia pública o trafico de de influencias, entre la seriedad y el rigor de las cuentas públicas o su maquillaje, entre el respeto escrupuloso a los derechos fundamentales de la ciudadanía (la confidencialidad de los datos de Hacienda en este caso) o la vulneración indebida de los mismos para usarlos en provecho propio de los gobernantes.
Otro hecho que interfiere de lleno en la situación reside en que Navarra es una comunidad de contrastes y de encrucijadas, cuyo resultado final puede ser enriquecedor o desolador, cuya pluralidad puede contribuir a sumar o a restar en términos de convivencia y de respeto mutuo. Hasta la fecha no hemos resuelto bien la pluralidad de sentimientos de pertenencia existente entre nosotros a la hora de afrontar la gobernabilidad de Navarra. Tampoco hemos conseguido que funcione la afinidad de las izquierdas y el eje derecha-izquierda mientras que sí ha funcionado en cambio la afinidad nacional-identitaria. No ha habido una alternativa transversal de las izquierdas navarras para gobernar y sobre todo no lo ha habido como eje aglutinador de un potente dinamismo social para el conjunto de la sociedad.
La gobernabilidad de Navarra en el pasado
Durante décadas, la gobernabilidad de Navarra ha estado marcada por una constante muy negativa: 1a imposibilidad de que se pudiera formar un gobierno transversal entre las izquierdas no-nacionalistas vascas y las izquierdas nacionalistas-vascas. La primera causa de esta anormalidad reside en la IA (izquierda abertzale) y por seguidismo en las izquierdas radicales. Al principio de la democracia, la estrategia de ETA y de la IA consiste en echar un órdago al sistema democrático surgido tras la dictadura; sus objetivos centrales son la unidad territorial de Euskadi, el derecho de autodeterminación y la independencia; su eje primordial es la acción violenta –principalmente mediante la muerte- contra los que ellos consideran enemigos del pueblo vasco, incluyendo a una parte de la izquierda navarra y pro-española; y utilizan como medios auxiliares de la acción armada de ETA la acción institucional ejercida parcialmente (en un primer momento sin apenas participación en las instituciones españolas o autonómicas de la CAV, haciéndolo de modo más habitual en Navarra y valorando especialmente el porcentaje de votos obtenidos en las diversas elecciones) y la acción de masas; este proceso, según ellos, debería concluir en una negociación de ETA con el Estado que lograra la unidad territorial de Euskadi y la independencia.
Cualquier acuerdo de envergadura con otras fuerzas políticas lógicamente quedaba supeditado a dicha estrategia. Y, por consiguiente, con ello se imposibilita cualquier gobierno de izquierdas en Navarra.
Este hecho, respaldado por los apoyos electorales de la IA en Navarra, ha condicionado de forma determinante durante prácticamente todo el período democrático la política de alianzas con el resto de fuerzas del centro-izquierda navarro e impedía cualquier alternativa de izquierdas salvo dos momentos concretos en los que se consiguió sortear a la IA y que luego comentaremos.
El PSN, por esta razón y seguramente influido también por su oposición a la incorporación de Navarra a Euskadi (aunque esto no impidió un gobierno PNV-PSE en la CAV durante varias legislaturas), establece un acuerdo implícito de modelo de gobierno alternativo con el centro-derecha navarro a favor de la lista más votada. De este modo, el PSN, como lista más votada, gobernó dos legislaturas (1983-1991), coincide la pérdida del gobierno con el derrumbe por la corrupción de Urralburu y posteriormente el gobierno tripartito (1995) encabezado por Otano se vino abajo de nuevo por la corrupción a raíz de la existencia de una cuenta a su nombre en Suiza.
Las fuerzas nacionalistas-vascas moderadas PNV, EA y EE permanecen abiertas a una alternativa de gobierno diferente del centro-derecha, que no será posible a raíz de los resultados electorales. Sin embargo, no debemos olvidar el acuerdo alcanzado por la dirección nacional del PNV para apoyar un gobierno de UPN presidido por Alli. Acuerdo que no se pudo consumar por la negativa del PNV navarro a secundarlo y que provocó la expulsión de la organización navarra del PNV y el nacimiento de EA en nuestra comunidad.
Este ha sido el discurrir durante décadas, cuyas únicas excepciones fueron el gobierno tripartito (PSN, CDN y EA, apoyado por IUN desde fuera), que fue posible por la división en el centro-derecha, que inutilizaba el papel de la IA, y el intento de gobierno en el 2007 (PSN, Na-Bai e IUN) con la IA ilegalizada e impedido por la dirección federal del PSOE.
Estos son los hechos acaecidos durante treinta y tantos años de democracia y ahí están las responsabilidades que le incumben a cada fuerza y que cada cual podrá enjuiciar como considere oportuno. Pero los problemas de las izquierdas navarras sobre la gobernabilidad no comienzan en el año 2007 como se intenta transmitir, sino que arrancan desde los inicios de los años ochenta.
Seguramente asistimos a los últimos estertores del sistema de gobernabilidad que unos y otros auspiciaron. Y es como para celebrar su caída. Era este un sistema con varias lacras muy negativas y muy nocivas cuyas consecuencias estamos padeciendo. Con estas pautas de comportamiento se han violentado los deseos mayoritarios del cuerpo electoral del centro-izquierda y se han producido gobiernos sin mayoría del centro-derecha (o en su caso del PSN); se ha sustituido la afinidad de las izquierdas y el eje derecha-izquierda por la afinidad nacional-identitaria; esta situación de excepcionalidad impuesta al cuerpo electoral como una camisa de fuerza ha ocasionado además otras consecuencias muy negativas como la inestabilidad para gobernar, la entrada de la corrupción y de lo peor de la política con mayor facilidad… Y aún no hemos conseguido salir de esta nefasta encerrona. Un hecho sorprendente que se ha convertido en verdad social entre las izquierdas exteriores al socialismo navarro y en las filas del nacionalismo-vasco es el de eximir de responsabilidad a la IA y a ETA en esta materia y cargar únicamente contra los socialistas.
El desenlace final
En los veinte días intensos de la última crisis política se ha producido un doble alineamiento. De una parte, las fuerzas del centro-derecha, con el Diario de Navarra a la cabeza, han intentado evitar como sea la moción de censura. Han empleado todas las estratagemas habidas y por haber; primero apostaban por un gobierno técnico hasta el año 2015, luego han desatado una campaña impresionante para atenuar al máximo las denuncias habidas… y finalmente su gran argumento, el pacto del PSOE con Bildu, a sabiendas de que el PP podría dañar la campaña socialista en las próximas elecciones europeas. Su objetivo era ganar tiempo hasta el 2015 y entretanto ver si mejoran las expectativas electorales del centro-derecha y si se puede recomponer la alianza UPN-PSN.
Y de otra parte, las fuerzas del centro-izquierda favorables a una moción de censura por las razones ya apuntadas y con la finalidad de convocar elecciones anticipadas el 25 de mayo.
El desenlace final se ha producido con la orden fulminante del PSOE-federal para que el PSN ni presente ni apoye de ningún modo la moción de censura. Y así ha concluido, al menos de momento, el último episodio de esta larga crisis agónica que soporta nuestra comunidad con el gobierno de UPN. Queda la hipótesis improbable de que Yolanda Barcina disuelva el parlamento antes del 31 de Marzo y convoque elecciones.
“Vuelta (de) la burra al trigo”
Comentaremos las consideraciones que nos parecen más relevantes así como las constantes tantas veces repetidas y las novedades aparecidas, si comparamos la crisis actual con las anteriores.
En primer lugar, de nuevo aparece la prevalencia de los supuestos intereses generales del PSOE sobre lo que le conviene y reclama la sociedad navarra de izquierdas, las izquierdas navarras y los intereses electorales y políticos del propio PSN. El PSOE resuelve muy mal la contradicción existente entre el voto con Bildu y la defensa de la decencia pública y la gobernabilidad en nuestra comunidad. De nuevo imposibilita un pacto transversal de las izquierdas navarras. De nuevo se sitúa mal en la nueva situación post-ETA, donde debemos actuar combinando la firmeza en el relato y en la ilegitimidad de ETA durante el periodo democrático con la nueva realidad emergente e irreversible que significa la desaparición de ETA. De nuevo su actuación está presidida por el cortoplacismo, por un electoralismo chato y no por una mirada de largo alcance sobre el final del terrorismo y sobre el nuevo escenario que se abre. Y de nuevo se supedita por entero al dictamen del PP y de UPN. Por estas razones nuestro rechazo es frontal.
En segundo lugar, de nuevo aparece la sombra de ETA y su peso sobre la política de la IA. La no desaparición de ETA, la falta de una autocrítica de fondo sobre la ilegitimidad de ETA para asesinar al diferente en democracia con el fin de obtener beneficios políticos, la imposibilidad desde el punto de vista ético para un acuerdo de gobierno sin dejar claras las premisas anteriores constituyen un obstáculo muy serio para cualquier pacto de envergadura entre las izquierdas navarras.
El hecho muy evidente de que el PP y UPN utilicen de modo espurio estos hechos para conseguir beneficios electorales e incluso para tapar la corrupción no resta validez al llamado argumento “Bildu”. A nuestro juicio el PSOE-PSN debía haber impulsado la moción de censura y haber aceptado los votos de Bildu para convocar elecciones ya. Esto está claro. Mas en esta cuestión, en la valoración de ETA, la IA tiene un problema muy serio en el presente y de cara al futuro.
En tercer lugar, las fuerzas de izquierda no-nacionalista como Batzarre o Izquierda-Ezkerra (n) debemos impulsar un cambio social, progresista, de izquierdas y un cambio integrador. Estamos ya en un escenario político distinto. El modelo bipartidista de gobierno en nuestra comunidad está agotado y hace aguas por todas las partes. Uno de sus motores, ETA, está a punto de desaparecer. La crisis social exige reformas poderosas. UPN debería meditar si no le conviene dar un giro contundente al centro (y Yolanda Barcina le imprime una impronta derechista que le restaría una mínima credibilidad). De este modo, quizás, en el nuevo ciclo que se está iniciando podemos asistir a un tipo de alianzas gubernamentales que en el período anterior eran inimaginables o que, aunque fructifiquen entre los mismos protagonistas, adquieran un sentido y una consideración social diferente. Las secuelas de la mentalidad antifranquista en este terreno pueden quedar definitivamente atrás. Y las diferentes corrientes políticas habrán de adaptarse a la nueva realidad.
La crisis económica y social ha trastocado las conquistas sociales, el estado de bienestar y un futuro relativamente seguro para las mayorías sociales. Necesitamos un proyecto social que dé respuesta al panorama desolador que está dejando la gravísima crisis económica y social: paro, pobreza, desigualdades sociales, deterioro de los servicios públicos más elementales, inseguridad general para la ciudadanía, ausencia de futuro para las nuevas generaciones… Necesitamos un proyecto con una mirada de futuro para las generaciones actuales y venideras, en un mundo muy diferente y en permanente cambio, que consiga un buen encaje en Europa y en el mundo global en el que nos encontramos.
Estamos asistiendo al capítulo final de ETA. Su desaparición es irreversible y cuanto antes se produzca será mucho mejor para las izquierdas. Ahora bien, hay que hacerlo bien. Y en torno a esta cuestión se está librando una pugna de ideas muy importante que afecta a su legitimidad o no en el periodo democrático, a si debe haber o no una negociación más o menos política para cerrar lo que ellos llaman el conflicto, a los criterios con los que se debe abordar el tema de los presos y exiliados por delitos de sangre (no-impunidad, justicia, reconocimiento del daño causado, revisión de las leyes ante la nueva situación sin ETA en la perspectiva de integración y reinserción de sus miembros, la adopción de medidas como el acercamiento, excarcelación de presos con graves enfermedades incurables, etcétera), a la memoria histórica, a la consideración de las víctimas de ETA y de las otras víctimas, a la superación del déficit democrático existente a causa de ETA y de la kale borroka, a la depuración del sistema democrático deteriorado por la legislación antiterrorista, a la vulneración de los derechos humanos producida por la violencia ilegítima del estado (cuando se ha producido) o de los grupos de extrema derecha…
Necesitamos un cambio integrador. Hace falta un acuerdo de bases comunes para la convivencia entre las gentes navarras con diferente sentimiento de pertenencia. Un gobierno de centro-izquierda plural en Navarra no puede tener como objetivo central abertzalizar nuestra comunidad ni tampoco españolizarla, sino buscar la convivencia estableciendo unas bases comunes para la ciudadanía. Bajo unos criterios de integración, convivencia, no-frentismo, respeto mutuo, principio de la mayoría democráticamente expresada y respeto a los derechos de las minorías. Con unas reglas de juego acordadas para el tratamiento de las diferencias. Navarra necesita reforzar los elementos comunes de sus diferentes sensibilidades para ser una comunidad más cohesionada, con más calidad democrática.
El cambio integrador ha de abordar temas como el euskera, los símbolos, la escuela pública plural, la narrativa-historia, las relaciones con la CAV, etcétera bajo criterios de igualdad, de voluntariedad de la población, sin supremacías esencialistas de ningún tipo, en función de las realidades sociales existentes en las diferentes zonas de Navarra en cada una de las áreas citadas, con regulaciones consensuadas entre las diferentes partes, etc. Ahora bien, el proyecto común de las diferentes izquierdas navarras, si desea ser integrador no puede ser de parte. Los proyectos particulares de cada sensibilidad serán competencia de las diferentes fuerzas políticas, sociales o culturales; y por las vías de parte (y no por las instituciones comunes) tratarán de modificar la realidad social bajo sus deseos pro-abertzales o pro-españoles, si así lo desean.
El cambio requiere, asimismo, un proyecto común y pactado entre las diferentes izquierdas; no puede fundamentarse en una yuxtaposición de proyectos más o menos contradictorios, pues estaría abocado al fracaso. Requiere una mirada a largo plazo, pues estamos ante un reto que exige tiempo para encauzarse, desarrollarse, tomar cuerpo... Y debe ilusionar a una mayoría social amplia de Navarra; por ello ha de convertirse en una corriente central de nuestra sociedad; ha de abrir una nueva etapa integradora y de bienestar social. Por eso, esta tarea precisa de una alianza inter-identitaria, transversal, de todas las izquierdas procedentes del navarro-españolismo y del vasquismo; precisa de gobiernos plurales, de liderazgos compartidos, porque en estos momentos cada tribu no se reconoce en el liderazgo de la otra parte.
En cuarto lugar, Batzarre o Izquierda-Ezkerra (n) deben reforzar su independencia de ambos nacionalismos (y especialmente del nacionalismo-vasco, pues es el más nos presiona) en el ámbito identitario-nacional, desarrollar sus dinámicas e iniciativas propias, dejar de lado una interpretación errónea de la herencia antifranquista que le ha concedido un valor de superioridad a lo vasco que no se corresponde en valores democráticos o de izquierdas con la realidad actual… Sin que esto perjudique, todo lo contrario, la colaboración, la unidad de acción, la inclusión de todas las ramas del nacionalismo-vasco en la alternativa de cambio o la necesaria unidad de acción con el sindicalismo nacionalista-vasco. Ahora bien, Batzarre e Izquierda-Ezkerra (n) deben ser uno de los motores de la integración y de la convivencia y difícilmente jugarán ese rol, si están subordinados a una de las partes.
Y por último, el momento actual del cambio, a nuestro juicio, exige deliberación, debate, dialogo, escucharle al otro, romper tabúes, desconfianzas, muros de incomunicación construidos durante décadas… más que movilizaciones, confrontaciones, reproches, insultos, etcétera en esta materia. Por estos motivos deberíamos impulsar foros sociales con gentes de todas las sensibilidades de izquierdas que rompan el hielo, que actúen de forma discreta, sin focos mediáticos, sin prisas; necesitamos espacios de encuentro para evaluar la realidad y las posibilidades del cambio, para asentarlo sobre unas bases claras y satisfactorias para todos, ya que será la forma de abrir un camino real y de hacer algo sólido y de futuro. Creemos que es necesario abrir un tiempo nuevo que se sustente mediante un dialogo a fondo sobre las bases comunes de nuestra colectividad, sobre el bienestar para las amplias mayorías sociales y especialmente para las personas más necesitadas, sobre unos principios claros basados en los derechos humanos, sobre la necesidad de compartir unos objetivos para recorrer el camino conjuntamente. Un plan de envergadura que haga aflorar lo mejor de la sociedad progresista. El paso impuesto por el PSOE-federal es muy negativo, frustrante y lo interpretamos como un paso atrás en lo que sería la buena dirección, otro más. Pero siendo realistas el 26 de mayo nos hubiéramos encontrado con todos los problemas que deberemos resolver mínimamente, si de verdad apostamos por una alternativa de todas las izquierdas que no sea flor de un día.
Milagros Rubio y Jesús Urra, en Pensamiento Crítico
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