Es el título de la pieza satírica que llevan por los pueblos de la Zona Media y Tierra Estella Azucena Zabaleta y Juan Antonio San José, dos cómicos de Miranda de Arga que también son pequeños agricultores afectados por los regadíos del Canal de Navarra. No es mala idea tomarse con humor este asunto del Canal, a pesar de que todos sabemos que es un tema muy serio y objeto de debate en la calle, a veces acalorado como ocurrió el otro día en el pleno municipal de Lerín.
Es lo que tiene imponer, porque imposición pura y dura es obligar a regar sus tierras con agua de Itoiz a quien no quiere hacerlo. Primero se construyó el pantano, a toda costa y por encima de leyes ambientales que se modificaron ad hoc para hacerlo posible. Después se construyó el Canal, ese binomio indisoluble, pero solo la primera fase. De la segunda, que iba a bajar el agua hasta la Ribera tudelana, no hay noticias. También está por ver cuál ha sido el resultado económico y social de lo que se ha puesto en riego hasta ahora. Es evidente que llevar el agua a las tierras de secano genera riqueza, pero en la calle hay agricultores contentos y otros, decepcionados.
Ahora el proyecto se amplía hacia el suroeste y ahí se pretende obligar a algunos propietarios a regar con el agua del Canal lo que ya riegan, y mucho más barato, con sus antiguas concesiones del Arga o del Ega. En aras de la rentabilidad económica, ese mantra que viene bien para cualquier cosa, se quiere pasar por encima de la voluntad de muchos agricultores que tienen pequeñas huertas a las que les unen lazos familiares y sentimentales que cuesta cortar. ¿De verdad es necesario este atropello a la propiedad privada? ¿Hace falta montar este barullo que va a terminar dividiendo a los pueblos? El sentido común dice que tal vez convendría repensar el proyecto, al menos en parte, pero intuimos que no será así. Hay que colocar el agua de Itoiz a cualquier precio. Aunque se abran en canal las tierras de la Zona Media.
Pablo Gorría, en Diario de Noticias
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