Cuatro millones de llamadas telefónicas. Son las que llevan realizadas en lo que va de campaña los voluntarios de Swing Left, una organización activista norteamericana fundada poco después de las elecciones de 2016. Su propósito inicial: concentrar un máximo de recursos –humanos y financieros– para apoyar a candidatos del Partido Demócrata para las elecciones “midterm” de 2018 y volver a ganar la Cámara de Representantes para los demócratas.
Poco más de una semana antes del día D hablo con Erica Sagrans, Jefa de Organización de Swing Left desde mayo. Sagrans (1983) es una organizadora y consultora profesional que lleva más de una década intentando empujar al Partido Demócrata hacia la izquierda. Fue ella la que, en 2014, lideró la primera campaña para convencer a la senadora Elizabeth Warren de que se presentase a las elecciones presidenciales. Cuando Warren por fin aceptó el reto, cinco años más tarde, Sagrans se integró en su equipo de campaña, hasta que la senadora tuvo que suspenderla, en marzo de 2020.
Estamos a poco más de una semana del momento de la verdad. ¿A qué se dedican en esta recta final?
Desde luego es tarde para montar cualquier cosa nueva. Ahora es cuestión de maximizar lo que está en marcha y animar a la gente a que siga volcándose en el voluntariado. Normalmente, estaríamos yendo de puerta en puerta, pero la pandemia nos ha obligado a limitarnos a otras formas de comunicación. Al mismo tiempo, ya estamos hablando con otros muchos grupos, preparándonos para los días después de las elecciones. Si Trump pierde y se niega a aceptar los resultados, tendremos que salir a la calle.
¿Cómo está el ambiente? ¿Hay optimismo?
Las encuestas y las recaudaciones pintan bien para el Partido Demócrata, sin duda. Hay esperanzas, no solo para la Casa Blanca sino también para recuperar el Senado. Pero todos estamos traumatizados por lo que ocurrió en 2016, cuando muchos éramos también optimistas. Hemos aprendido a no dar nada por sentado.
¿Qué otras lecciones se han aprendido de 2016 que ahora se estén poniendo en práctica?
Hace cuatro años había lugares donde se daba la victoria demócrata por descontada. Hemos aprendido que no podemos dejar de concentrarnos en estados como Pensilvania o Michigan. Simplemente no podemos presuponer que los votantes que antes votaban al Partido Demócrata vuelvan a hacerlo.
Su propia organización, Swing Left, se fundó como respuesta a la debacle de 2016, ¿verdad?
En efecto, formamos parte de ese movimiento de resistencia que surgió después de la elección de Trump. Somos una organización entre muchas: la Women’s March (Marcha de las Mujeres), Indivisible, etcétera.
El Comité Democrático Nacional (DNC) tuvo un papel bastante dudoso en toda la campaña de 2016, sobre todo con respecto a su tratamiento de la candidatura de Bernie Sanders. A muchos nos dejó un mal sabor en la boca. ¿Las cosas han cambiado desde entonces?
Diría que es una obra en marcha. El DNC está haciendo algunas de las cosas que llevamos pidiendo desde hace tiempo los que nos identificamos con el ala izquierda del partido. Pero todavía hay un largo camino por recorrer. Lo que ha ocurrido es que ha habido una respuesta desde abajo para hacer lo que no estaba haciendo el DNC. Pienso en la organización “Run for Something,” por ejemplo, que se dedica a reclutar y apoyar a jóvenes que se presenten como candidatas y candidatos progresistas en las elecciones. Lo que distingue todos estos grupos nuevos del DNC es que trabajan de forma constante y por todo el país.
Al ala izquierda del Partido, ¿le entusiasma la candidatura de Biden?
La gente está muy enfocada en echar a Trump. Claro que a muchos nos hubiera gustado tener un candidato más progresista, como Elizabeth Warren o Bernie Sanders. Pero, a decir verdad, lo que quiere la gente hoy es una plataforma que nos devuelva a la normalidad. No creo que haya gran número de seguidores de Bernie o de miembros de los DSA [Democratic Socialists of America] que estén echando el resto como voluntarios en la campaña de Biden. Pero somos muchos los que estamos ansiosos por tener un nuevo presidente y recuperar el control del Senado para por fin poder lidiar de forma más efectiva con el coronavirus. Biden, por otra parte, ha sabido responder al momento en que estamos, por ejemplo en el tema de la violencia policial. Hay aperturas para cambiar las cosas a nivel nacional.
Si llega a ganar Biden, ¿espera que llame a Warren o a Sanders para que se incorporen a su gabinete?
(Risas.) Sí, claro, sería estupendo, aunque quizá no llame a los dos. Pero está claro que Biden necesitará el apoyo de los progresistas. Ya se está barajando la idea de encargar a Sanders el Ministerio del Trabajo.
Para Swing Left, ¿cómo pinta el periodo postelectoral? ¿Habrá tiempo para un descanso?
No tanto. Ya sabemos, por ejemplo, que en el estado de Georgia habrá una segunda vuelta el 5 de enero para decidir uno o quizá dos escaños del Senado. Es probable que enfoquemos nuestro esfuerzo allí porque, con toda probabilidad, serán escaños clave para el control de esa cámara. Y después ya se avecinan los “midterms” de 2022. Y eso que en Swing Left nuestro enfoque principal son las elecciones. Muchas de las otras organizaciones que mencioné se volcarán desde ya en iniciativas legislativas concretas.
Los procesos electorales en Estados Unidos están muy profesionalizados desde hace mucho tiempo. Desde la primera campaña presidencial de Obama, además, se han usado modelos analíticos muy sofisticados, basados en el “big data”, para diseñar mensajes de campaña dirigidos a segmentos muy determinados de la población. Sin embargo, tengo la impresión de que, hoy, hay una especie de nueva apreciación por modelos más anticuados. ¿Es verdad?
Es un equilibrio. Por un lado, las restricciones de la pandemia han exigido tácticas de comunicación digitales aún más sofisticadas, ya que no hemos podido hacer mítines y otras cosas que haríamos normalmente. Por otro, sin embargo, es verdad que hemos visto un auge en formas de organización que podríamos llamar “relacionales”. Con esto quiero decir que todos, de manera consciente, hemos intentado activar nuestras propias redes de amigos y parientes por todo el país: contactar con ellos, recordarles que voten, asegurar que tienen todos los datos para hacerlo. Los mensajes que se originan en el propio entorno son simplemente más efectivos. Otras innovaciones han sido más tecnológicas. Pienso en “Reach”, la app creada por Jake DeGroot y Leo Sussan para la campaña de Alexandria Ocasio-Cortez, la representante de Nueva York. Es una app que ha revolucionado la forma en la que los voluntarios interactúan con los votantes. Después hay otras iniciativas más creativas, como #JoyToThePolls: grupos de mujeres que se han organizado para llevar música a los lugares de votación, donde la gente está haciendo cola, y bailar allí.
¿Qué planes tiene para la noche del día 3 de noviembre? ¿Pasar toda la noche en vela viendo los resultados? ¿Relajarse con una botella de vino?
(Risas.) Lo más probable es que esté en casa, en Zoom con mis colegas y mi pareja, no solo para ver juntos los resultados sino también para planificar lo que haga falta para el día después. Pero no pienso pasar la noche en vela. Espero que tengamos alguna claridad antes de las 10 de la noche.
Sebastiaan Faber, en CTXT
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