martes, 11 de octubre de 2016

FERNANDO MAIORA ESTUDIA EL EUSKERA EN EL VALLE DEL ARAGÓN

El interés del artajonés Fernando Maiora Mendia por las huellas del euskera en Navarra le ha llevado ahora a publicar su duodécimo libro desde que empezó en 2004. Con el título Lo autóctono en Carcastillo, Mélida, Murillo el Fruto y Santacara, Maiora se adentra en esta ocasión en el Valle del Aragón, como antes lo hiciera en Tafalla, la Valdorba o Valdizarbe, para descubrir la presencia histórica de la lengua vasca en esa zona a través del estudio de los archivos municipales, parroquiales, General y Diocesano.
Dedicado al gran jotero Raimundo Lanas, el libro propone cuatro capítulos, uno por cada pueblo, divididos a su vez en tres partes: la toponimia, los nombres y apodos y el léxico. Su conclusión es clara: “El euskera no era una lengua ajena a la población, sino todo lo contrario”, a pesar de que apenas ha encontrado nada escrito en ese idioma en los archivos. Asegura que ha encontrado datos que avalan que en Carcastillo se hablaba euskera en el siglo XVI y cita que en el año 1600 Iñigo Iribarren y un tal Barasoain hablaban euskera entre ellos en Santacara. “Iribarren debía ser una persona del pueblo y distinguida porque consta como padrino en once bautizos”, señala.
Y aporta otros muchos datos en torno al euskera en la Ribera del Aragón, como el nombre de Garragaztelu que ha encontrado en documentos del siglo XII y los posteriores Caracastillo y Carracastillo. En la misma localidad, hacia 1600 aparece en el Libro de Mandatos un requerimiento del obispo para que las mandas se lean en misa mayor explícitamente en castellano. “Cada cual que lo entienda como quiera”, añade.
Pero el rastreo del euskera en los archivos le sirve a la vez para descubrir noticias, anécdotas y curiosidades de la vida pasada en aquellos pueblos. “Hay noticias muy curiosas. Por ejemplo, que en el siglo XVI había en Carcastillo 16.000 ovejas en 40 corrales, o el arbolado que había entonces: robles, nogales, encinas que utilizaban para hacer carbón. Ahora solo quedan pinos y alguna encina en una zona que ha quedado sin arbolado precisamente por la abundancia de ganado, los incendios y las talas”. También tiene documentada la presencia en esas tierras de linces, lobos “e incluso un testigo habla de un oso”.
Maiora resalta otras curiosidades, como el relato en 1832 de Ramón Arroquia de Osés, fraile de La Oliva, y su interpretación de tres piedras con inscripciones romanas, según la cual Gares no sería Puente la Reina sino Santacara. “Yo no valoro, simplemente pongo lo que me encuentro”, sostiene Maiora. Y se extiende en las múltiples curiosidades que ha descubierto. Como la curiosa costumbre, también de Carcastillo, después de la romería a Castilicar. “Los hombres se quitaban un zapato, los revolvían y sacaban dos, de forma que los dos propietarios, fueran amigos o enemigos, tenían que comer juntos dos veces al año, una vez en cada casa”. O la solución que le recetó un médico a una mujer de que le mamase los pechos un perro recién nacido por la abundancia de leche que tenía.
El libro, autoeditado como los anteriores, se vende al precio de 22 euros en Pamplona, (Gómez, Elkar, Ínsula, Izadi y Don Policarpo), Tafalla, Olite, Carcastillo, Mélida, Murillo el Fruto y Santacara.

Diario de Noticias

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