viernes, 30 de abril de 2010

PASA DE LA TELEVISIÓN

Ya están aquí. 40 canales por el precio de diez. Y casi seguro que, quien no haya aprovechado el apagón para cubrir la tele con un trapo y hacerse unas vacaciones catódicas, coincidirá con un servidor en que la TDT es lo peor. Lo peor de la vieja tele, más millones de horas de tertulia, más toneladas de infocomerciales. También, documentales que te quedas sopa, series antediluvianas libres de derechos, pelis de Yul Brynner aún con pelo, tarot, horóscopo, el mismo campeonato de póker una y otra vez, horóscopo, tarot...

Ya lo preconizaron en su día los andobas del Muchachada Nui, ilustres por tantos conceptos: “no se puede elegir, venid al digital, viva el píxel. ¡Antenízateeee!”. Pero sí que se puede. Y por eso, para los que estén considerando volver al seno de mamá TV, haremos un repaso rapidito de lo que se encuentra una hoy en día en la parrilla. Por si cambian de opinión, más que nada.

Sin duda, el formato más representativo de la nueva TV es la tertulia. Por un lado tenemos la de aspecto más moderno, la del corazón. Con sus decorados de diseño pastelón; sus presentadores que no tienen dónde caerse muertos; sus periodistas dudosos, sus comentaristas fláccidos y vociferantes; sus artistas como la copa de un pino; sus ex cónyuges de fortuna; sus locas malvadas; sus advenedizos de opereta y, en general, con toda esa peña tan acabada y tan puesta de farlopa.

Luego está la tertulia política. De derechas, sobre todo. Muy de derechas. Es fácil de reconocer porque, en resumen, no es más que el típico coloquio radiofónico ultramontano de siempre, de aquél que solía escuchar ese colega suyo de usted pervertido y masoca con la excusa de que lo hacía para reírse un ratejo. Añadimos un par de cámaras, iluminación amateur, los caretos enrojecidos de los participantes y ya tenemos el formato preferido de Libertad Digital, Popular TV y toda la recua.

Aparte de esto, poca cosa. Ingenios para adelgazar cantidad sin levantar un dedo; la parrilla mágica de George Foreman; el reloj del Real Madrid; la faja que te convierte en un pibón en un periquete; mil pavos por acertar un nombre de mujer de cinco letras. Y mucho más tras la publi.

Lo cierto es que las prisas de las instituciones públicas para implantar este modelo no han evitado que hasta un 20% de la población hoy no vea la tele, ni que se hayan colocado 16 millones de aparatos de TDT que no se adaptan a los requisitos técnicos, ni que el 80% del espacio mediático sólo represente hoy al espectro de la población que se sitúa entre la derecha y la ultraderecha. Pasando por la extrema derecha, eso sí.

Ástor Díaz Simón (Diagonal)

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