sábado, 22 de febrero de 2014

LA HORMA DEL BARCINATO

Horas antes de la primera alocución parlamentaria de Idoia Nieves, el día 11, Yolanda Barcina dijo no esperar nada importante de la exdirectora de Hacienda. Aquellas denuncias de injerencias e intentos de trato de favor se tradujeron en una comisión de investigación con Nieves como principal prueba de cargo. Los documentos y aclaraciones ayer de la primera compareciente han finiquitado el crédito de un Gabinete que ella rehusó integrar en esta misma legislatura. Vaya ojo clínico el de la señora presidenta, tanto para vaticinar el futuro como para ofrecer cargos de absoluta confianza como las consejerías.

Publicitando ayer su negativa a relevar a Álvaro Miranda al frente del departamento de Economía, Nieves arruinó la teoría del despecho propalada por UPN. Fue la taza y media servida a la presidenta por la exdirectora de Hacienda, a la que en efecto han movido cuestiones personales. Pero no el ansia de venganza, sino la necesidad de defender su profesionalidad y su verdad después de que se filtrara la carta de dimisión en la que comunicó a Lourdes Goicoechea los motivos de su marcha, reproducida con comentarios apócrifos que desvirtuaban las razones de la dimisionaria. Con la circunstancia agravante para Nieves de que el núcleo duro de UPN la zahirió en público achacando su salida al conocimiento de un inminente cese.

El temperamento de rompe y rasga de Barcina, interiorizado por su entorno más cercano, ha acabado encontrando la horma de su zapato en una alta funcionaria con predicamento entre sus compañeros que pone pie en pared y conduce al Barcinato al mismo paredón, valga el sentido figurado. Nieves no defraudó ayer las expectativas al conducirse con la solvencia apuntada el día 11 y mostrando desde el arranque su disposición a saltar el precipicio que separa la proclamación de su competencia y honradez de servir en bandeja a la oposición el adelanto electoral refrendando todas sus revelaciones.

Quince cámaras la apuntaron al tomar asiento en la sala de comisiones. Sonriente, con el ademán educado aprendido en las Carmelitas y con el atuendo propio de la que parece una recta jurista tendente a la discreción -vestido amarillento, aderezado con chaqueta gris, collar circular, escueto reloj y sendos anillos en sus inquietas manos-, la voz melosa y ese aire introspectivo contrastaron con la firmeza de su gestualidad y la solidez argumental.

Durante casi seis horas, Nieves ratificó que su dimisión obedeció antes que nada a que no quería hacerse "corresponsable" de los retrasos en la devolución del IVA para ratificar acto seguido todos los elementos de su relato, básicamente las presiones de la superioridad para frenar actuaciones fiscales sobre grandes contribuyentes como la Universidad de Navarra y sobre exclientes de la asesoría fiscal de Goicoechea.

Respecto a Caja Navarra, la exdirectora de Hacienda no solo certificó que Goicoechea le pidió declaraciones de trabajadores y consejeros, sino que interpretó que esa información la iba a utilizar Barcina para su defensa legal en el caso de los sobresueldos secretos. En lo que concierne al aspecto más delicado de su testimonio, por la inexistencia de pruebas indubitadas -"yo no grabo conversaciones privadas", enfatizó- , refrendó su palabra, citando a testigos no presenciales, de que la consejera la invitó a almorzar para solicitarle el plan de inspección y así conocer si incluía a antiguos clientes suyos.

El PSOE tiene toda la madera que necesita para darle fuego a este Gobierno, admítase de nuevo la metáfora, auspiciando la moción de censura, siempre sin pacto previo con Bildu. Aunque en una muestra más de rigor y prudencia Nieves obviara toda referencia a una posible corrupción, en su alegato se contienen signos para atisbar presuntos delitos como el tráfico de influencias, para el que basta acreditar el intento de una autoridad de influir en la voluntad de un funcionario prevaliéndose de su cargo.

Más allá de la casuística expuesta por Nieves, de su narración se deduce un modo de hacer proclive a la arbitrariedad, un intervencionismo omnipresente y perverso. Cabe preguntarse sin embargo cuantos funcionarios se plantan, como hizo ella, ante esas sugerencias que se tornan en orden en boca de la dirección.

A la vista de la comparecencia de ayer, el acto de conciliación con la consejera del 6 de marzo parece un trámite inútil. La duda es si para entonces se habrá registrado la moción de censura y cuál habrá sido el recorrido de las denuncias de Kontuz! contra Goicoechea y de ELA también contra Barcina.

Por de pronto, más le vale a la consejera llegar el lunes bien aleccionada y con el tono suficiente para no repetir en la comisión de investigación sus deficientes explicaciones ante la prensa. En trance de extraviar el Gobierno, presérvese al menos la dignidad. Aunque en la comparación con Nieves lleve, desde luego, las de perder.

Víctor Goñi, en Diario de Noticias

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