jueves, 22 de octubre de 2009

LAS PLACAS DEL EDIFICIO DE CAPITANÍA EN BURGOS












Hace 3 semanas he ido a Santiago en bicicleta. La 3ª noche la pasé en Burgos, y al ir a cenar a la parte vieja me llevé una desagradable sorpresa. En la fachada de la antigua capitanía general, un bonito edificio neogótico de principios del siglo XIX, hay dos grandes placas una dedicada al dictador general Franco y otra al que no le dio tiempo a serlo por según indicios haber sido asesinado por sus propios compañeros de sublevación, general Mola.

Ni la llamada “ley de memoria histórica” ni las muchas veces que incluso los propios burgaleses han intentado romperlas han conseguido que las quiten, y para mayor escarnio y vergüenza las han protegido con un grueso cristal cual si de un tesoro a preservar se tratara (amén de que probablemente el propietario de este edificio sea el propio ministerio de defensa). Es como un “aviso para navegantes” de que independientemente de quién esté en el gobierno, muchas cosas cambiaron para que en realidad muchas otras no cambiasen, y la alargada sombra del “franquismo sociológico” siga vigilando de cerca.

Choca (al menos en teoría pues en cuanto se analiza un poco en profundidad no resiste el más mínimo análisis), que a escasos 100 Km. de Euskalerria se tenga esta permisividad indecente con símbolos de aquella cruel dictadura que nunca pidió (ni se le exigió) perdón por los crímenes que cometió, y aquí con la excusa de “tolerancia cero” con el terrorismo (por supuesto definido y acotado en los términos que interesan) se retiren fotos de presos, se quiten hasta placas dedicadas a fusilados por el franquismo (como Txiki y Otaegi), se prohiban manifestaciones en pueblos inexistentes (Arralde), se potencie un auténtico pucherazo electoral “legal” anulando a ciento y pico mil electores, se anulen o permitan listas electorales según cálculos políticos, se hagan purgas en EiTB con lo que ya controlan totalmente todos los medios audiovisuales, y hace unos días metiendo en la cárcel a “dirigentes políticos molestos” por el hecho de reunirse para discutir sus propuestas.

Se trataría de barrer bajo la alfombra lo que para ellos es basura, sin querer entender que más pronto que tarde volverá a salir a la superficie. En Euskalerria una abrumadora mayoría estamos por la solución política y pacífica del llamado “conflicto vasco” (y al escribir esto no me olvido que yo soy de Nafarroa), pero a veces pongo en duda la sinceridad de otras muchas personas, cuyo pacifismo interesado por los supuestos réditos políticos que les puede dar, se termina en Euskalerria o en España: hace cosa de un mes y en un programa de la ETB pude escuchar cómo una tertuliana (algo hay que llamarles) arremetía con gran vehemencia contra la violencia de ETA y su entorno (con lo cual estaría de acuerdo), y casi a continuación (10 minutos) defendía con la misma vehemencia o quizás más, las matanzas ( más de 1.300 personas entre ellos unos 400 niños) de Israel en Gaza (Palestina) a principios de este año, con la excusa de unos supuestos derechos (otorgados a sí mismo claro) en base a no sé qué. Derecho a matar según dónde me interese, sin olvidar a Irak, Afganistán, por citar los conflictos más sangrantes.

Por lo demás los textos de las placas creo que ya son lo de menos: no merecen más que desprecio, y aún más los que permiten que sigan allí.
Jose Eladio Santacara

1 comentario:

Amayuelas dijo...

Pues bueno, por fin hemos conseguido que retiren las jodidas placas de Capitania.

Nos ha costado, despues de los aguiluchos del Banco de España y la estación de autobuses, la placa en la antigua estación de trenes ... pero poco a poco vamos haciendo limpieza