Aunque lo parezca, no se trata de un juego de apellidos. El destino ha querido, en este mes de febrero, con el trompeteo de las grullas y el esplendor de los almendros en flor anunciando la primavera, que Murillo el Fruto perdiera a dos de sus alcaldes: José Napal Lanas (1976-1979) y Jesús Lanas Napal (1979-1983).
Cuando estamos a punto de celebrar -el próximo abril- el 42o de la democracia municipal en España, despedimos a quien fuera el último primer edil de la dictadura en la localidad y a quien fue su primer alcalde de la democracia. No dudo que descansan en paz.
No es momento para analizar su gestión, y menos aún de juzgarla, sino de agradecer la labor que llevaron a cabo en dos momentos políticos tan diferentes. Hoy toca hacer de aquellos momentos diferentes lugares de encuentro, lanzando puentes a la reconciliación.
Mucho se ha hablado durante estos días, con comentarios de todo tipo sobre aquellos años en que finalizaba una etapa y comenzaba otra diferente, ilusionante. Opiniones variadas y contrapuestas sobre la gestión de ambos alcaldes.
Cuando José Napal fue designado alcalde por un sistema electoral - aquellos famosos tercios: familiar, sindical y de entidades- que permitían la fácil manipulación y una idea de la participación curiosa y que, de alguna forma funcionó a su manera, entonces, yo tenía 15 años y... ¿qué podía saber?
Desconozco su vida y su actividad municipal, pero sí he oído a otros vecinos hablar de cómo la desarrollaron. Fueron los tres últimos años de un franquismo que, muerto ya el caudillo, desaparecía. Y aunque en los últimos años podía colarse, entre las grietas de un sistema absolutamente cerrado, un candidato que no fuera del Movimento, como fue el caso, ahora, con perspectiva democrática carece de sentido hablar de comportamiento electoral, pues sin sufragio universal ni libertades públicas no se pueden estudiar ni analizar tanto las elecciones como la gestión de aquellos regidores.
A Jesús Lanas le tocó la otra cara de la moneda. Lo viejo caía y la alegría desbordante por lo nuevo, el entusiasmo ilimitado por el cambio, se apoderaban de una sociedad y de sus pueblos. En el corazón de aquellos primeros concejales y de las agrupaciones electorales que los representaban, había muchas cosas para llevar a cabo, tanto que recuperar... La fe era ciega y un poco ingenua, pero comenzaban tiempos de libertad y así los vivieron aquellos nueve primeros concejales.
A todos ellos, que antes que concejales eran padres, agricultores, ganaderos, cooperativistas... gente buena que quería lo mejor para su pueblo, a su abnegada y entusiasta labor en aquellos primeros años -todavía recuerdo la inauguración del esperado y deseado frontón-, quiero rendir hoy un pequeño y sincero homenaje de todo un pueblo, su pueblo: Murillo el Fruto. Bien puesto lo de “fruto”, porque muchas cosas nuevas fructificaron.
Sin duda, la labor de un alcalde tiene que ir más allá de la administración del presupuesto del pueblo. El alcalde ha de ser el primero en llevar una conducta ejemplar en todo momento. Que persiga la justicia, por encima de todo. Que promueva las buenas relaciones entre los ediles, los vecinos, los pueblos... Mediante la comprensión, la buena comunicación y el entendimiento, aspectos claves para que la gestión sea positiva y eficaz. Que presida las reuniones con equilibrio y mesura, pero, sobre todo, que sepa escuchar a todos. Que nadie se quede sin poder exponer su punto de vista... Lo demás son componendas y politiquerías que a nada conducen.
Una vez le oí decir a José Múgica -expresidente de Uruguay- que el poder no cambia a las personas, que solo revela lo que verdaderamente son. Eso mismo creemos muchos, cuando pensamos en Jesús y en José Mari.
Ojalá que las reflexiones que nos hacemos en estos momentos cruciales nos ayuden a comprender que en un pueblo, el nuestro al menos, todos somos uno, aunque las visiones difieran en detalles sin excesiva importancia. Ojalá que todos los que hemos aceptado la representación, seamos responsables y, con nuestras actitudes, ejemplo y motivación para las generaciones venideras.
El poeta francés Paul Valery decía: “En política, la habilidad consiste en saber sortear las preguntas, pero el arte está en evitar que se hagan”. No siempre tenemos la habilidad para “sortear” todas las preguntas, pero no evitamos que se nos puedan hacer las que sea preciso. Para todas no tendremos respuesta, lo reconoceremos, y juntos concejales y vecinos, encontraremos las mejores respuestas y soluciones para la gestión de nuestro Ayuntamiento.
Creo que lo expresado en estas líneas, más que una opinión personal, es un sentimiento colectivo de muchos murillejos que hoy queremos dar las gracias, especialmente a aquellos que, además del acta de concejal, habéis puesto la vida al servicio del bien común, de la sociedad de Murillo el Fruto, como lo hicisteis vosotros, José y Jesús. Gracias, gracias sin más palabras aduladoras, porque en ella va todo nuestro sentimiento cordial agradecido.
Vicente E. Tanco Nicolay, ex-concejal de Murillo el Fruto (en Diario de Navarra)
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