jueves, 14 de agosto de 2014

LOS MAQUIS EN ABAURREA

Corría el año 1944, cuando, en mitad de una noche cerrada, se escucharon unos golpes en la puerta de casa Zapatero. Luisa Arozarena le dijo a Francisca Iriarte: "Si no supiera que Felipe Celay está preso, diría que es él". Al abrir la puerta vió que, efectivamente, era Felipe. 

Felipe Celay Arana, en compañía de Jacinto Ochoa, un republicano de Ujué, se habían fugado esa misma mañana de la carcel fuerte de San Cristóbal. Felipe trabajaba en la cocina y había serrado los barrotes de la ventana sellándolos después con pasta de chocolate. Escaparon escondidos en el carro que iba diariamente a la capital a por víveres. 

Felipe y Ciriaco Merino Arozarena (1903-1966), hijo de Luisa y Miguel, eran íntimos amigos. Ciriaco había sido secretario del ayuntamiento hasta que se fugó en Julio del 36. 

Felipe y Jacinto, ambos jugados, durmieron en casa Zapatero y de madrugada partieron a pie cruzando el monte hasta llegar a San Juan, dónde se unieron a los Maquis. 

El 9 de Octubre, una partida de ocho guerrilleros entraron en Abaurrea Alta y obligaron al alcalde, Claudio, a acompañarles al puesto de la guardia civil, dónde le hicieron llamar al portón. Cuando le abrieron, dispararon al interior matando a uno e hiriendo a tres. Trás el ataque el grupo se dispersó. 

La guardia civil del pueblo detuvo a dos de ellos durante la partida aquel mismo día y en las jornadas siguientes apresó a varios más, entre ellos algunas mujeres. 

La operación de los maquis había comenzado el día 7, el alcalde, Claudio Iriarte Merino había estado en el bando nacional pues le habían requisado un camión Ford cuando él iba de conductor. Era de casa Ordoki y tras la guerra se casó con Rufina Lorea Iriarte, troncal de Almirantearena, en noviembre de 1939, desde entonces vivían en esta última. Había sido nombrado alcalde en julio de 1942. Los días anteriores al ataque, la gente había visto maquis en los montes cercanos. Cuando el alcalde fue obligado a llamar a la puerta de la casa Gurucharri, dónde vivía el comandante, se preparaban a realizar la ronda. 

La noche del 7 de octubre los maquis entraron en el pueblo dirigiéndose a casa del alcalde (Almirantearena) cortando el teléfono y la luz, otros esperaron, entre ellos Jacinto y Felipe Celay, que no participaron en la acción y se dirigieron hacia la casa nativa de Celay -Casa Dómine-. 

En casa Almirantearena la familia estaba reunidos en la cocina, acompañados por el cura Don Martín Marco, que se hospedaba en casa de la Sra Aurea desde su llegada hacía cuatro años. De súbito, se oyeron en las escaleras las pisadas de las botas con clavos de los guerrilleros. El cura se refugió trás la puerta de la recocina. Y al encuentro de los maquis acudió Eduvigis Lorea Iriarte. Trás ella inspeccionando la casa fue un maquis, el bonete del cura se hallaba en la recocina y Eduvigis lo lanzó a un rincón sin que el guerrillero se percatase. 

Uno de los maquis le pidió dinero a José, quien le entregó una cantidad, pero había más y le pidieron todo el dinero, Jose se resistió así que amenazaron con matar a toda la familia. Se llevaron 40.000 pesetas con las que pensaba pagar a los peones durante el arranque de la patata. 

Cargaron dos caballerías de la casa con lo que había en la despensa, Luciana preguntó: ¿Si ustedes se llevan todo, nosotros que vamos a comer? A lo que el maquis contestó: "Ustedes coman tierra".

Cogieron a Claudio y le obligaron a llamar en casa Gurutxarri, residencia del comandante de la guardia civil. Ambas casas se hallan muy próximas. Al brazo de Claudio se aferraba su mujer Rufina, los maquis la soltaban y ella volvía a agarrarse por lo que optaron en dejarla con él. 

Al oír la llamada del alcalde en la puerta bajó un guardia civil y rápidamente se dio cuenta que lo que ocurría así que gritó: ¡¡¡Fuego, fuego!!! comenzando el tiroteo intenso que duró bastante tiempo.

La casa Almirantearena recibió un sinfín de balazos cuyo impacto aún se podían ver hasta que en 1970 la casa fue revocada.  En el momento del tiroteo tanto Claudio como Rufina se escaparon al cementerio dónde pasaron la noche. Rufina había recibid un tiro en una pierna por el que pasó dos meses ingresada. 

Los guerrilleros mataron a un guardia civil e hirieron a tres, el comandante tenía una hija de tres años a la que hallaron escondida en la carbonera. El acta de defunción del fallecido dice así "siete de octubre de mil novecientos cuarenta y cuatro, a las nueve horas de la noche, a los 31 años de edad, murió por dios y por España en esta parroquia de Abaurrea Alta don Eliécer Martinez Santos, guarda civil de Frontera, casado, hijo de don Aureliano y doña Rosalia, no habiendo recibido sacramento alguno por ser vilmente asesinado por los maquis. (...) Martín Marco, párroco y ecónomo" 

En las inmediaciones de casa Enecoiz, un par de guerrilleros tenían retenido a su dueño Santos Lorea, exigiéndole dinero, al iniciarte el tiroteo quedó libre. 

Trás el ataque, el comandante mandó un informe erróneo a sus superiores respecto a la actuación del alcalde, por lo que fué cesado. El cura Martín Marco informará como el alcalde había sido obligado por lo que fue repuesto en su cargo. 

Felipe Celay abandonó los maquis, esa misma noche volvió a San Juan dónde trabajó un tiempo haciendo alpargatas. Conoció a dos chilenas con las que se marchó a Chile trás casarse con Gabriela Osta Belza, en enero de 1947, allá montó varias panaderías y amasó una gran fortuna. 

La familia Almirantearena quedó muy afectada por las amenazas ya que "si volvían les matarían a todos" por lo que pasaron una temporada en casa Mozarena. 

Un día llegaron una partida de soldados y ocuparon casa Almirantearena, desde dónde controlaban el teléfono y vigilaban casa Gurucharri. En los días siguientes se instalaron en otras casas, hicieron barracones y se establecieron en el pueblo hasta 1955, cuando fueron trasladados a Pamplona. 


Por Miguel Iriarte, Agosto 2010, Extraído de "Aetzen Berriak" periódico publicado por el motivo de la 34ª edición del día del Valle de Aezkoa. 

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