viernes, 13 de noviembre de 2009

PRESTIGE SIETE AÑOS DESPUÉS Y DE NUEVO EL PP EN LA XUNTA

Otra vez el almanaque marca 13 de noviembre. En ese momento Galiza tomó las riendas del país “evidenciando que el Estado no asumió sus responsabilidades en ella” y logró acabar con el fraguismo, “que de otra manera, dificilmente, perdería unas elecciones”.
GzNación habló con el diseñador gallego y creador de la marca de la Plataforma NuncaMáis, Xosé María Torné, con, en ese momento, miembro de Nunca Máis, Rafa Villar, ademas de con Zélia García, periodista y, de aquella, responsable de prensa de la plataforma para poner sobre la mesa el antes y el hoy y ver en que se avanzó, que cambió y que pasó en Galiza en estos siete años post-Prestige.Como sabemos, desde el 1 de marzo volvemos a tener un gobierno –elegido por el pueblo gallego –con mayoría absoluta del Partido Popular. En el 2002 y mientras la crisis mediática se mantuvo en la cresta de la ola protestabamos contra quien hoy está de nuevo en la Xunta.
Que volviese a gobernar el PP, indica, cuando menos, dos cosas: “la gran estabilidad electoral y social de la derecha en nuestro país y las carencias del gobierno bipartito a la hora de ahondar en un cambio real”, apunta Villar. En su opinión, aquella “marea social” consiguió acabar con un régimen, el fraguismo, “que de otra manera dificilmente perdería las elecciones”. Zélia García va mas allá y apunta que esa marea social que saltó a los medios de medio mundo en su momento “pasó por un gobierno del bipartito que no cumplió expectativas”.A pesar de las valoraciones críticas enunciadas, Torné afirma estar seguro “de que elmovimiento Nunca Máis sigue tan vivo como aquel día velando por los intereses de nuestra nación” y también cree que Galiza se autoorganizó “evidenciando que el Estado non asumió sus responsabilidades con ella”. Desde luego, el Prestige fue algo que superó cualquier expectativa y que llegó de imprevisto a la sociedad.
En su momento, Zélia trabajaba como responsable de prensa en Nunca Máis y llegaran periodistas de todas partes para relatar que estaba aconteciendo, miles de correos inundaron las cuentas de la plataforma “y claro que fue real, pero si es cierto que tenía una dimensión muy mediática”. La periodista cree ademas que en la respuesta “influyó la relación cultural con el mar y con la tierra que tenemos las gallegas”, que venian de un largo gobierno fraguiano en el que hubo importantes movilizaciones como la LOU, huelgas generales, numerosos activistas en el mundo de la cultura y un importante trabajo de base, y “finalmente fue un modo de expresar la tempestad interna, y llenar el vacio”.
El riesgo de que haya otro “Prestige”, apunta Rafa Villar, “está ahí” ya que el número de barcos de mercancías peligrosas que pasan frente nuestras costas no disminuye y las medidas de prevención y los medios de protección son escasos y limitados, aún a día de hoy.Para el creador de la marca Nunca Máis, el Prestige logró aglutinar el cabreo de la sociedad con la impotencia y la indefensión, “de ahí salió un estado emocional que se apoderó de la gente”. La bandera que simbolizó ese movimiento sigue teniendo esa conexión emocional, afirma. “Nunca máis sigue vivo y seguirá vivo”, algo en lo que están de acuerdo los tres.
Si cuadra si hay un antes y un despues del Prestige en Galiza, dice Zélia, “tanto a la hora de entender nuestra relación con el mar, como la manera de ver y enfrentrarse a la gente al poder político”. Puede que se tuviera cierta ingenuidad respecto a lo que se podía hacer a través de las plataformas sociales, que no se llegara a ser conscientes del nivel de instrumentalización, “ y eso sería la parte negativa”, afirma.
También hubo muchas cosas buenas, apunta la que fuera responsable de prensa de Nunca Máis. Entre ellas, muchas experiencias de movilización en Galiza y fuera, y acciones muy diversas y desde distintos ámbitos, “pero cuando se fué el foco de los medios, también desapareció el interés de la mayoría social en este tema”, concluye.
Y a mi se me antoja que en cualquier otro.....(Mar Alonso). Es la sensación de una impotencia, algo parecido a no pertenecer a un mismo país ni sentir los mismos problemas. Asistir a la destrucción de todo lo que se ha conseguido, unos impasibles y otros imposibilitados. Hoy varios prestiges en Galiza sin solución, el PP es la verdadera marea negra de esta nación, pero parece ser que en general solo se ven hilillos. Cuanto cuesta construir y que fácil es derrumbar.
GZ NACION

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