jueves, 5 de noviembre de 2009

EMBARAZOS ADOLESCENTES Y COACCIÓN MASCULINA. "TRANQUI, CHURRI, QUE YO CONTROLO".

Uno de los argumentos que utilizan los colectivos que están a favor de prohibir el aborto es que las mujeres que han practicado sexo inseguro y, como consecuencia de ello, se han quedado embarazadas, deben apechugar y hacerse responsables de las consecuencias de sus actos. Curioso concepto, el de la maternidad como castigo: “has follado sin preservativo, así que ahora te aguantas con las consecuencias”. Fabuloso argumento de los “defensores de la maternidad”.

Dejando a un lado que el sexo inseguro es, de por sí, sexo irresponsable y que por tanto obligar a una adolescente a hacerse responsable de sus actos irresponsables es una contradicción en los términos, llevo varios días pensando en cuánto hay de coacción en ese comportamiento irresponsable. Me explico: tengo la teoría de que la mayor parte de los embarazos adolescentes no se producen como consecuencia de una noche de discoteca, drogas, sexo y descontrol, sino más bien en el seno de una pareja consolidada (en lo que se entiende por “pareja consolidada” cuando eres adolescente, claro está). Los jóvenes de hoy en día pueden ser alocados, irresponsables, un saco de hormonas con patas, y todo lo que queráis (como lo han sido todas las generaciones de adolescentes, por cierto), pero no son imbéciles. Pueden aparentar ser unos descerebrados, pero no tienen un pelo de tontos. Por eso creo que donde está el mayor foco de riesgo de sexo sin protección es en las “parejas de novios”, y en la coacción que ellos ejercen sobre ellas.

Sí, he dicho coacción, no me mires con esa cara. Cuando él protesta para ponerse el preservativo y se inventa excusas para no usarlo, está ejerciendo coacción sobre ella. Cuando él la amenaza veladamente con dejarla si no accede a practicar sexo inseguro, está ejerciendo coacción sobre ella. Cuando él le dice frases como por ejemplo:
- Es que me corta el rollo
- Cuando me pongo el condón se me baja
- No siento lo mismo
- ¿Es que no confías en mí?
- Si me quisieras, lo harías
- Tranqui, churri, que yo controlo,
está ejerciendo coacción sobre ella. Y “ella”, no lo olvidemos, es una adolescente insegura (como todas las adolescentes), enamorada (por eso está con él y le permite que la coaccione, de lo contrario lo habría mandado a la mierda hace tiempo) y con escasa educación sexual. De hecho, los dos carecen de educación sexual. A él alguien tendría que decirle que la marcha atrás provoca impotencia, y a ella que no hay tío en el mundo que de verdad “controle”; que por mucho que “controle”, antes de llover chispea; y que como método anticonceptivo, la marcha atrás es una porquería. Pero sobre todo ellas deberían comprender, con lo difícil que es a esa edad cuando estás loquita por un tío, que un imbécil que es capaz de ponerlas en peligro de esa forma por no ponerse una puta gomita, ni las respeta ni merece la pena.

Si eres una chica adolescente y tu chico te dice alguna de las frases de arriba, ¡huye, insensata! Lárgate y déjalo con un palmo de narices, que ese gilipollas no merece la pena. Tú vales mucho más que un imbécil al que no le importas una mierda.

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