martes, 3 de noviembre de 2009

NAVARRA, TIERRA DE GUENDULAINES

Navarra, el Reyno (con perdón), es tierra de diversidad. De hecho, el abanico de negocios que se pueden emprender para especular y traspasarlos al sector público foral en cuanto dejan de ser rentables es muy diverso. Y ahora que la sensación de fin de fiesta se extiende, los reflejos cortijeros se exacerban y los guendulaines se multiplican. Como si hubiera barra libre. Hay tres ejemplos arquetípicos, particularmente sangrantes (que se sepa; habrá más, seguramente; al tiempo).
El primero, como no podía ser de otra manera, Guenduláin. El amago quedó en nada, pero no hace mucho Sanz no descartó que se pudiera intervenir de una manera u otra. ¿Qué hay detrás de esa historia? Nada menos que el Gobierno de Navarra ejerciendo funciones de asegurador de negocios especulativos. ¿Cómo no van a arriesgar los promotores en esa tesitura? Lo que no sé es cómo no se fueron a Burgo de Osma a planificar el siguiente ensanche de Pamplona, que seguro que el terreno es allí aún más barato que en Guenduláin.
El segundo, la autovía del Camino (de rosas para los adjudicatarios, vía crucis para la ciudadanía que deberá pechar con la carga). No es suficiente que el método de financiación elegido dispare de por sí el coste, frente a formas más ortodoxas como la deuda. Además, se trastea con las cifras y se eleva artificiosamente el coste, porque así los retornos para la empresa se incrementan, sin que haya habido mayor gasto. Negocio redondo.
El tercero, el circuito de Los Arcos. En una operación cuando menos opaca, una empresa pública (presidida, por cierto, por el «austero» Miranda) pasa de tener una participación simbólica a ostentar el 95% del capital. El promotor original no dura ni un año. Ni siquiera se sabe cuánto va a costar la obra (a destacar la desvergüenza del lehendakari al reconocerlo; es todo ya tan descarado que no se molesta en disimular), pero es previsible que supere ampliamente los 60 millones (coste de oportunidad: con 10 de esos millones se financia la facultad de medicina y con el resto se asegura su funcionamiento unos cuantos años). Eso sí, se cantan las excelencias del proyecto y los abundantes beneficios que generará. Si es así, ¿por qué no ha continuado con él la tan alabada y favorecida iniciativa privada? Something is rotten... in Los Arcos.
Claro que muy pronto el circuito será una referencia mundial, las escuderías ya pugnan por tener allí su sede (habrá quien piense que una escudería es una fábrica de escudos, seguramente para protegerse de la espada de Demóstenes). Los puestos de trabajo se crearán a centenares y en la Fórmula 1 se datarán los eventos aLA y dLA (en inglés, bTA y aTA).
Para terminar, una duda: si no hubiera saltado lo de Guenduláin, ¿no se habría repetido la historia? Lo cuál nos lleva a cavilar sobre el «justiprecio» pagado por las acciones de la empresa promotora del circuito... Aunque supongo que la duda seguirá ahí sain dai.
Juan Carlos Longás (en Distirak)

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