domingo, 30 de abril de 2017

LA HUELGA DE HAMBRE ATRAE LA ATENCIÓN SOBRE LOS PRISIONEROS PALESTINOS

Centrar la atención en la biografía de Marwan Barghouti la desvía del impacto sobre los palestinos de la huelga de hambre, que concierne tanto al restablecimiento de la orientación política como a la obtención de los derechos de los presos.
En 2015, La Oficina de las Naciones Unidas contra la droga y el crimen (UNODC) creó las “Reglas mínimas para el trato a los detenidos”. Denominadas en recuerdo del célebre dirigente sudafricano que pasó 27 años tras los barrotes, como “Reglas Nelson Mandela”, forman un modelo internacional para los derechos fundamentales de todos los presos, independientemente de las acusaciones que haya contra ellos. Estas reglas incluyen, entre otras cosas, llamadas telefónicas, exámenes médicos y programas educativos.
Las exigencias de los 1500 prisioneros palestinas que han emprendido una huelga de hambre el lunes 17 de abril se hacen eco de las disposiciones de las Reglas Mandela. Durante decenios, los derechos de los palestinos encarcelados en las cárceles israelíes han sido sistemáticamente pisoteados o restringidos por motivos de “seguridad”, sin que casi nadie pusiera en cuestión la legalidad o la necesidad práctica de las medidas tomadas por el Estado. El gobierno ha expresado abiertamente, en numerosas ocasiones, sus motivaciones puramente políticas en la toma como rehenes de los derechos de los prisioneros, como lo hizo durante el asunto Gilad Shalit.
Irónicamente, Israel ha desvelado una vez más su desprecio por las “Reglas Mandela” cuando Marwan Barghouti, popular dirigente palestino que purga cinco condenas a perpetuidad, fue colocado en aislamiento por su tribuna libre publicada en el New York Times esta semana (ver http://www.vientosur.info/spip.php?article12485), probando exactamente el tipo de políticas punitivas que M. Barghouti había denunciado.
La insistencia en poner el acento en el pasado violento de ciertos dirigentes palestinos como M. Barghouti no solo desvía la atención de la reivindicación de los derechos humanos de los presos, sino que está también en gran medida deformada por los conocimientos históricos selectivos de la gente.
Aunque numerosos israelíes deploren que no haya un “Mandela palestino”, pocos parecen recordar que el propio Mandela, que estaba a la cabeza del ala armada del Congreso Nacional Africano, no renunció inmediatamente a la violencia tras haber sido liberado de la cárcel. Otras figuras antiapartheid, como el comunista judío Denis Goldberg (que fue condenado junto con Mandela), fueron elementos clave de la lucha armada. Dado el contexto, es bastante perverso para los israelíes fijar criterios morales mitificados que debería asumir un dirigente palestino -aunque, por otra parte, reconozcan el pasado violento de los dirigentes israelíes.
Aunque la huelga de hambre tenga que dar prueba de capacidad de mantenerse a lo largo de las próximas semanas, hay razones para creer que algo diferente comienza a emerger. Desde hace algunos años, la cuestión de los presos no es la prioridad de los palestinos pues se ven confrontados a amenazas que se agravan, como los desplazamientos forzados en Cisjordania y las ofensivas militares en Gaza. En el interior de las prisiones, los métodos represivos de Israel, las divisiones entre facciones rivales y el cansancio general han tenido también tendencia a transformar las huelgas de hambre de acciones colectivas en protestas individuales.
La nueva huelga trata tanto sobre el restablecimiento de una dirección política como sobre la reivindicación de los derechos de los presos. Si la huelga tiene la capacidad de mantenerse y de dinamizar al público palestino, los presos podrían devolver al pueblo la fe en su dirección política -lo que ni la Autoridad Palestina (AP) ni los gobiernos de Hamas han podido mantener. Como dice M. Barghouti, los huelguistas esperan que su última acción, con la consigna de “Libertad y Dignidad”, “demostrará una vez más que el movimiento de los presos es la brújula que guía nuestro combate”.
La huelga de los presos ha coincidido también con otra campaña titulada “Poner fin a la coordinación securitaria”, que fue formada como consecuencia del asesinato el pasado mes del joven militante e intelectual, Basel al-Araj. La campaña subraya la complicidad de la AP en la ocupación por Israel, incluyendo el encarcelamiento y la tortura de disidentes palestinos como al-Araj y ha incitado a numerosos jóvenes palestinos a organizar protestas, debates públicos, y mensajes en las redes sociales para informar a sus compatriotas de la naturaleza conexa de su opresión. Como la campaña se alinea con la huelga de los presos, los militantes palestinos están quizás reanimando los lazos entre la base y la alta dirección después de años de alienación.
Concentrar la atención en la biografía de un dirigente publicada en una tribuna libre puede desviarla de las importantes turbulencias que se producen en amplios círculos de la sociedad palestina, y debería ser redireccionada hacia la comprensión de la amplitud y de la gravedad de la política carcelaria de Israel. Aunque la huelga de hambre no durara, puede ocurrir que recuerde al mundo entero la lucha que se desarrolla en las prisiones israelíes, y su centralidad en la causa palestina. “Se dice, escribía Mandela, que nadie conoce realmente una nación mientras no ha pasado un tiempo en sus cárceles. No se debería juzgar a una nación según la forma en que trata a sus ciudadanos más altos, sino a los más bajos”. Incluso los sometidos a una ocupación.
Amjad Iraqui es miembro del equipo de dirección de Amdallah, que trabaja para promover y defender los derechos de los ciudadanos palestinos árabes de Israel. Amjad es diplomado de la universidad de Toronto en estudios sobre la paz y los conflictos y acaba actualmente un master en estudios de gestión de la paz y de los conflictos en la Universidad de Haifa.
http://chroniquepalestine.com/greve-faim-attirer-attention-prisonniers-palestiniens/  27-04-2017
Traducción: Faustino Eguberri para Viento Sur


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