domingo, 23 de abril de 2017

I-E, APUESTA DE BATZARRE

Batzarre, cuyo origen se halla en el EMK, pequeño partido comunista vasco que acabó pidiendo el voto para Herri Batasuna en los años en que el GAL actuaba, se autodefine como la izquierda vasquista navarra. No obstante, durante gran parte de su periplo, se ha esforzado por distanciarse de la izquierda abertzale tanto en el asunto de la violencia terrorista, como en las reivindicaciones independentistas, lo que no le impidió integrarse en la coalición Euskal Herritarok, posteriormente ilegalizada por la aplicación de la Ley de Partidos. Gracias a ese pacto, Milagros Rubio, entonces dirigente de esta organización, además de concejala en Tudela, ocupó un escaño en el Parlamento foral, contiguo al de un etarra que salía custodiado de la cárcel para asistir a los plenos. Con todo, unos meses después de que en 1999 ETA rompiese la denominada por la propia banda terrorista como tregua trampa, que tanta ilusión había generado, Batzarre se salió de la coalición. Unos años más tarde, participó en Nafarroa Bai, de la que luego también se autoexcluyó, esta vez por divergencias con la línea nacionalista vasca adoptada por los demás partidos integrantes, a saber, EA, Aralar, PNV e independientes. En la actualidad, forma parte de la coalición Izquierda-Ezkerra, junto a IU de Navarra.
Por sí solo, este partido podría aspirar a un número considerable de concejalías en toda Navarra, pero le resultaría muy difícil, si no imposible, obtener una concejalía en Pamplona, y ningún parlamentario foral. Por consiguiente, necesita de las coaliciones para institucionalizarse. Así ha conseguido en época reciente que Joseba Eceolaza haya sido parlamentario foral con Nafarroa Bai y Txema Mauleón con I-E, además de ocupar este último un cargo ejecutivo en la consejería de Políticas Sociales. Pero en la actualidad IU también se beneficia de la coalición, y mucho. Aunque obtiene un apoyo bastante mayor por parte de los votantes navarros, en la coyuntura presente podría quedar excluida del Parlamento foral, por la exigencia de obtener el 3% de los votos para entrar en esta institución, y que I-E, aun conjuntamente, en las elecciones forales de 2015 alcanzó casi de forma sorpresiva.
Lógicamente, los dirigentes actuales de Batzarre se sienten insatisfechos con las posibilidades representativas de su fuerza política; de ahí que reflexionen con frecuencia sobre cuál sería el pacto electoral más conveniente. La coalición con Podemos la perciben como muy deseable, pero la formación morada se resiste a concederles una notoriedad que no le reconocen. Además, padecen de cierta incapacidad para reeditar antiguos pactos, pues si lograron en su día coaligarse con la izquierda abertzale radical y luego con el nacionalismo democrático, en la actualidad muestran un antinacionalismo extrañamente visceral, pese a autodefinirse como vasquistas en lo cultural. Por otra parte, aunque la coalición con IU les ha proporcionado presencia institucional, su evolución ideológica entra en confrontación con el PCE, cuando son los seguidores de este partido sus votantes más numerosos e incondicionales. Verbigracia, Alberto Garzón argumenta convincentemente que nunca se iría a Podemos porque él ante todo es comunista.
A algunos dirigentes actuales de Batzarre les tentaría integrarse en el PSN, como Euskadiko Ezkerra pasó a formar parte del PSE en el País Vasco; existen paralelismos evidentes con la trayectoria de los euskadikos. Sin embargo, dudo mucho de que los socialistas navarros estuviesen dispuestos a pactar con este partido, ya que todo indica que desearían hacerlo con UPN otra vez en cuanto se alterasen las mayorías parlamentarias. Así, pues, Batzarre deberá acomodarse a su actual situación en I-E y trabajar duro, con mucha humildad y paciencia, para incrementar su influencia y ampliar su base electoral.

Alberto Ibarrola Oyón, en Diario de Noticias

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