lunes, 30 de agosto de 2021

UNA MANO NEGRA VA DESTROZANDO TAFALLA

 Una amiga, preciosa, dice que en Tafalla hay una mano negra que todo lo destroza. Lo deshace, lo machaca. Yo me lo creo (a veces). Vi, de niña, demoler la plaza del mercado. Un espacio donde la luz cenital penetraba bañando las verduras y frutas de las huertas; sobre su superficie depositaba una pátina de belleza primitiva, radical. El mercado era lugar de intercambio, convivencia, vecindad. Cada uno de los abigarrados, coloridos y exuberantes mercados de Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú, México, Marruecos, India o Tailandia, que visité cuando el mundo era redondo y habitable, descargaba en mí una corriente de nostalgia por el desaparecido mercado de nuestro pueblo. A cambio, se nos obsequió con la construcción de un edificio escandalosamente horrible. Ahí mismo, en el centro, para que resulte evidente que el camino de la especulación iniciado en aquellos años es más amplio que las sendas que se acostumbraba a arreglar en hauzalan. El mercado nunca se recuperó. Sólo el valor humano de vendedoras y vendedores redime a esas paredes de su fealdad.

La mano negra derribó el frontón de los jardines. Arrancó con las caterpillars amarillas el "Pinar de los enamorados" para derramar sobre la tierra sagrada (siempre lo es) toneladas de cemento y construir la autopista. La oscura y aviesa mano destruyó el palacio de los reyes de Navarra y más tarde la torre de Ochagavía y más tarde el corral de la Gariposa. No importa si la destrucción ocurrió en el siglo XVII o en el año 2021. La mano sucia de la especulación en aras del progreso siempre está ahí. Enguantada. Camuflada de harina como las patas del lobo en el cuento de los cabritillos. Oculta en vanos argumentos como el bien común o los beneficios de la colectividad. Mentira. Eso se lo tragan los políticos y lo regurgitan a la población con cierta dosis de narcóticos porque la mano negra ha borrado de su conciencia, de su memoria, la palabra e s p e c u l a c i ó n. Detrás de cada derribo, especulación. Se puede escribir de otra manera: expekulazion, por ejemplo, pero significa lo mismo. Especular según la RAE es hacer conjeturas sin tener los datos suficientes. Especulo. No tengo suficiente información, es cierto, pero poseo la intuición de una abeja pecoreadora o de una anaconda en peligro.

Observé sobrecogida la operación "terminator" de las huertas del Ereta. Miles de años de sedimentación de tierras fértiles convertidas en más y más toneladas de cemento. El Zidacos de vez en cuando reivindica su tarea y recuerda a los pobres humanos que polvo somos y en polvo nos convertiremos. No, otra mentira, el río nos dice que somos seres trascendentes, que formamos parte de la Naturaleza y que cuando de ella nos alejamos perdemos sabiduría, instinto, valor, alegría y corazón. Sospecho que ahí está la clave. El dinero importa más que el corazón. El dinero mueve toneladas de tierra. Construye -o destruye- según se mire, ARunos, ARdos, tres, cuatro... Todas las ARs que hagan falta para que el pueblo se quede vacío, lleno de casas viejas con carteles de "se vende", con locales comerciales vacíos, con corazones huecos.

¿Qué quieres, michica, volver a las cavernas? Quiero humanizar la vida. No tener que tirar cientos de libros porque no hay un espacio donde guardarlos. Porque el lugar, pleno de luz (como el viejo mercado) donde se gestaron debe ser demolido por el "bien común". La sombra de la mano negra es un nubarrón; un silo lleno de trigo contaminado con toda clase de herbicidas e insecticidas; la banalidad del mal que con tanta sabiduría definió Hanna Arendt; los perros de su amo servidores de la burocracia, privilegios y prebendas. Es el torturador de perros que escucho algunas tardes y el gemido desgarrado, triste, de los pobres animales que me parte el corazón.

He creído en la cultura y sembrado semillas para que cierta humilde poética de la vida germinara a nuestro alrededor. Sé que este semental de estulticia y avaricia es universal. Tafalla, nuestro pueblo, es especular (de espéculo, espéculum, espejo). Nada más; nada menos.

"Dadme la vida que amo, la hermosa vida que amo", canta él fallecido Rafael Berrio. "La indolencia a orillas del río". Dadmela, dadmela.

Faltan chips, dicen. Peligra el progreso ¿Por qué no cambiamos de chip?

Estoy avergonzada de sentir esta ira ante el derribo de una casa que a lo largo de casi tres décadas ha cobijado nuestros sueños de papel. Creímos y es obvio que perdimos. La mano negra aprieta y aprieta la garganta. Aggggggggg.

(Continuará...)

Marina Aoiz, en su página de Facebook

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