Derecho a Morir Dignamente (DMD) ha sido el gran motor que ha conseguido que se reconozca el derecho a la eutanasia. La médico Soco Lizarraga es su portavoz en Nafarroa, comunidad que hace unos días nombró su comité de garantías.
¿Es suficiente la Ley de la Eutanasia que se ha aprobado a nivel estatal?
Suficiente, desde luego, no. Nos hubiera gustado una ley más amplia que incluyera situaciones siquiátricas graves, pues son personas que sufren mucho y para las que no hay salida, o el cansancio vital. Hay gente que llega a un punto en el que considera que su vida no tiene sentido y le gustaría terminar. Eso no está registrado. Hay que tener enfermedades graves incapacitantes para recibir la eutanasia. Mientras tanto, gente se acaba suicidando con maneras muy violentas. Con una eutanasia una persona lo podría hablar con su familia, hacer una despedida.. otra cosa. Nadie te puede obligar a vivir si no quieres.
¿Entonces, hasta qué punto nos hemos garantizado usted y yo una buena muerte en caso de necesitarla?
Si cumples los requisitos para que se te conceda, se te concede. Ese es el logro. La prueba palpable de que se nos va a conceder es la primera eutanasia que se ha dado en el País Vasco con una rapidez trepidante. Eskarne era una persona que tenía deterioro cognitivo, por lo que ya no podía pedir la eutanasia por sí misma. Sin embargo, tenía un testamento vital hecho hacía diez años en el que ponía la coletilla que desde DMD llevamos años indicando que se incluya en los testamentos. Es algo así como ‘si yo estoy en una situación determinada y no puedo decidir, pero la eutanasia es legal en ese momento, quiero que se me aplique’.
Le confieso que ese es mi mayor miedo. Ahora vivimos muchos años y parece que los cerebros aguantan menos que los cuerpos. ¿Hasta qué punto puedo decir desde hoy que, si llega un momento en el que no soy capaz de reconocer a mis hijos o a mi pareja, mi vida no tendrá sentido? Me aterra ser una carga para las personas a las que más quiero.
Eso pedía Maixabel Tellaetxe, pero a ella no le llegó esta ley. Por eso es tan importante hacer esas voluntades anticipadas. Nos puede parecer que somos jóvenes y que ya lo haremos cuando nos toque, pero nadie está libre de sufrir un accidente de tráfico, un ictus o una demencia progresiva. Con la actual ley, si tú pones que tienes un deterioro de grado X o que no quieres vivir tetrapléjico, eso se va a poder cumplir. La familia de Eskarne utilizó esta posibilidad y presentó el testamento el primer día en el que entró en vigor la ley. Ha ido a toda velocidad. En un mes, conseguido.
¿Tan importante ha sido el caso de Eskarne?
Es tan importante ese primer caso, porque prueba que va a ser posible. Eso sí, la aplicación de la eutanasia va a depender del territorio, como con el aborto y otros muchos derechos. Lo fundamental ahora es entender que la eutanasia solo puede pedirla cada uno para sí mismo. Si no lo dejas por escrito, no vale. La familia no puede decir luego, ‘él siempre decía que si le pasaba tal cosa...’. Es importante hacer los testamentos bien hechos.
¿Cuál puede ser el motivo que justifique que en unas comunidades se cumpla la ley y en otras no sea así?
Hay un comité de garantías por el que tiene que pasar la autorización previa. En Navarra, la acabamos de nombrar y está compuesto por gente que está a favor de este derecho. Lo que no puede ocurrir es que, como ha ocurrido en comunidades como Murcia, en este comité se haya colocado a personas contrarias a la eutanasia. Esa gente va a poner dificultades. A esto se añaden las limitaciones de los requisitos, que pueden sumar otras dificultades a la hora de que una eutanasia se acepte. ¿Cómo se mide el sufrimiento de una persona? ¿Cómo se puede saber cuándo el dolor de las articulaciones resulta insufrible? Se van a dar situaciones donde resultará complicado. Pese a todo, para ciertos colectivos supondrá un avance terrible, como los enfermos de cáncer. Hay personas que sabemos que en un mes o en cuatro meses van a estar muertas. En muchas ocasiones, ese tiempo que les queda resultará muy doloroso. Y es resistir para morir, además. Hay quien decide que quiere irse ya, que no quiere esperar. Otro ejemplo son las tetraplejias. Hay gente que quiere vivir y que me parece perfecto. Otros, no. Toda esa gente sí que lo va a poder pedir y, además, va a poder elegir cuándo morir. Que ese es otro avance es enorme.
Hay realidades que, pienso, tenemos todos muy metidas en la cabeza. ¿Quién no sabe de una conocida, hablo en femenino, porque suelen ser sobre todo ellas, que está cuidando de su madre o padre en estado vegetativo? Esas personas dedican años a cuidar, a devolver el cariño, a alguien que ya no manifiesta nada. ¿Podrá la eutanasia normalizarse tanto como para que esto desaparezca?
Te diré que mucha de esa gente que cuida a personas en ese estado se ha acercado a nosotros para hacer testamentos. Pero la eutanasia no es la única solución en estos casos. Si no hay testamento, para un ser querido ahora podemos pedir que se limite el tratamiento. Si una persona ya no es capaz de hacer nada, no tenemos por qué ponerle una sonda para alimentarle o darle agua. Con una sonda pueden vivir años. Si hay una infección, no es obligatorio dar antibiótico. A veces esto choca con los conceptos ideológicos de algunos sanitarios. No se puede alargar la vida siempre y la decisión no recae en los médicos, sino en los familiares y allegados.
¿No llaman a eso «encarnizamiento terapéutico»?
¿Hacer cosas médicamente extraordinarias para personas con un deterioro cognitivo absoluto qué sentido tiene? Ninguno. Tampoco tiene sentido que a un enfermo de cáncer se le esté poniendo quimio hasta la víspera de morirse. Hoy en día, hay unos estándares que consideran un encarnizamiento terapéutico y una mala muerte si alguien muere y ha tenido antes una sesión de quimio o radio. Ahora se entiende que debiera haberse valorado bien la proximidad de la muerte y que no tendrían que haberle provocado sufrimiento.
Tenemos la eutanasia muy ligada a ejemplos de enorme coraje, de coraje extremo: Ramón Sampedro, Ángel Hernández que se grabó dando la eutanasia a su mujer, la familia Tellaetxe… Pero, si se normaliza y extiende, puede llegar a ser muy cercana, cotidiana.
Si una persona se empieza a demenciar, ya sabe cómo va a acabar, no nos llamemos a engaño. Si la gente reacciona y conoce la posibilidad, tendrá que hacer testamento. Hay quien entiende estos de testamentos como un gesto de amor hacia los seres queridos, para evitarles una carga o una decisión difícil. Llegan momentos en los que todos sabemos que ese no es nuestro padre, que esa no es ya nuestra madre. Cuando la cabeza está bien, le cuidas el tiempo que haga falta. Pero si ya no es ella… pues sufres. Depende de la ética individual. Sin embargo, este no es el caso más típico en los países que llevan más tiempo.
¿Y cuál es entonces?
El 70% de la gente que pide la eutanasia en países donde este derecho lleva años reconocido es gente con cánceres. Los últimos meses pueden ser terribles. Yo entiendo que sí, que conforme la sociedad vaya avanzando, habrá más peticiones por temas de demencia. Pero, hoy por hoy, el motivo principal es el cáncer.
¿Cómo serán? ¿Qué es lo que se hace?
A nivel interestatal se ha determinado ya la medicación. Se ha hecho un estudio que yo considero muy bien hecho y ahora ya tenemos la medicación a utilizar, así como las pautas para dispensarla. Si la comisión de garantías determina que una persona cumple las condiciones que exige la ley, el médico responsable del proceso tiene que pedir la medicación al hospital. La persona puede elegir si quiere tomarse un producto o prefiere una inyección. En realidad son dos inyecciones, pero no lo van a notar: la primera duerme y la segunda mata. La ley exige que un equipo sanitario esté presente en cualquiera de las formas, pero no tiene por qué ser en el hospital, podrá hacerse en un domicilio rodeado de seres queridos. Los sanitarios tienen que estar hasta que la persona fallezca, porque no es fácil morirse, esa es la verdad.
Aritz Intxusta, en GARA
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