martes, 3 de agosto de 2021

CECILIA, CANTAUTORA FEMINISTA Y AGUIJÓN DE LA DOBLE MORAL BURGUESA

 No militó en ningún partido político, aunque criticó la dictadura y la doble moral burguesa. Hija de un militar y diplomático del régimen, no había inocencia en las letras de Cecilia, sino ironía y acidez. Pese a la censura, previa o impuesta, retrató la España de la época, a veces con oportuna sutileza. Católica a su manera, se sacudió la caspa del tardofranquismo, pero no pudo vivir en democracia porque falleció en la antesala de la transición.

Aunque, si no aguzamos el oído y nos quedamos en la superficie, algunas letras podrían pasar por costumbristas, en realidad destilan un feminismo sarcástico. "Mi padre quisiera que fuera / su niña estudiosa de alguna carrera. / Mi madre prepara mi boda / con un caballero de güisqui con soda. / Y quiero ser equilibrista, / paloma, la pluma, reina de la pista", canta en Equilibrista, incluida en su segundo álbum.

Editado en 1973, ella quería que se titulase Me quedaré soltera, pero la discográfica se lo impidió y terminó publicándose como Cecilia 2. La letra de la canción homónima podría llevar a equívocos si nos ciñéramos a la literalidad ("Y si muero de vieja sin tener pareja / dime quién llorará a una solterona"), porque en realidad es una carga de profundidad contra las convenciones sociales.

Antes de interpretarla en el programa de TVE A su aire, interpela al público: "Ahora os voy a cantar una canción que creo que todas las mujeres entendemos un poco, porque mi madre está empeñada en casarme. No sé si alguna de vuestras madres también...". Cecilia, incluso en la presentación, tira de retranca aunque no resulte difícil leer entre líneas, pues pretende transmitir todo lo contrario de lo que dice la letra.

Esa crítica a la doble moral a la alta burguesía tiene un claro reflejo en Dama, dama ("de alta cuna, de baja cama"), aunque la tijera cercenó las alusiones sexuales, de modo que la "puntual cumplidora del tercer mandamiento" no comete "algún desliz en el sexto" —no fornicarás—, sino "algún desliz inconexo".​ En directo, sin embargo, recuperaba la versión original de aquella canción sobre una "señora de su señor" y "amante de un vividor".

Incluido también en el disco Cecilia, el corte Un millón de muertos, que remitía a la guerra civil, se publicó como Un millón de sueños. Obligada a comparecer ante un Juzgado de Orden Público para aclarar el significado de la letra, declaró que hacía referencia a la guerra de los Seis Días, que en 1967 enfrentó a Israel con una coalición árabe, justo cuando ella residía en Jordania.

Aunque prohibieron su emisión en la radio, la letra pasó la criba, aunque las modificaciones que imponía la censura eran para ella como un juego de palabras. Así, resolvía los cambios de manera eficaz y hasta equívoca: ¿acaso tienen más fuerza los muertos que los sueños? Franco se cargaba las ilusiones de los españoles y el censor tragaba… En cambio, no llegó a publicar en vida Soldadito de plomo, otro alegato antibelicista de la hija de un coronel retirado.

También vivió en Reino Unido, Estados Unidos y Portugal, algunos de los destinos de su padre, hasta que se estableció en Madrid para estudiar Derecho, aunque luego cambió las leyes por la canción. Gran lectora, con un dominio del inglés y una educación cosmopolita, tras pasar por Expresión publicó su primer sencillo en 1971 y al año siguiente debutó en formato largo con el elepé Cecilia.

Evangelina Sobredo Galanes (Madrid, 1948 - Colinas de Trasmonte, 1976) quedaba relegado a su carné de identidad, al tiempo que pasaba a la historia de la música con su nombre artístico, que había tomado del tema homónimo de Simon & Garfunkel, con quienes compartía discográfica, CBS. La referencia no es baladí, pues a la influencia de Paul Simon habría que sumar la de la canción protesta de Bob Dylan, Pete Seeger o Joan Báez.

Ella bebía de la cultura anglosajona, diferenciándose de las fuentes afrancesadas de los cantautores españoles de la época. Y, aunque grabó algunas canciones en inglés, la letras hundían sus raíces en su país de nacimiento —leía a Valle-Inclán, Machado o Lorca— y las melodías resultaban frescas. Su música y sus estribillos funcionaban, pese a los roces con la disquera, que buscaba un producto más comercial mientras ella apelaba al compromiso.

El resultado son unas canciones certeras, elegantes y con una doble lectura, ya que lograban burlar la censura al retratar con pluma fina aquella España de brocha gorda. Poco importa que Mi querida España ("esta España viva, esta España muerta") tuviese que convertirse en "esta España mía, esta España nuestra", pues de nuevo aprovechaba algunos conciertos y actuaciones para cantar la versión original.

Se negó, eso sí, a cantar en el Festival de la OTI Amor de medianoche, pues una mujer abnegada no cabía en sus composiciones. Una vez que reescribió la letra para hacerla suya, quedó segunda en el certamen. "Yo no quiero ser tu sombra en un rincón, / la muñeca que no tiene opinión", canta finalmente Cecilia, quien deja atrás una relación asfixiante para volar en libertad. "Yo no soy la marioneta de cartón, / el juguete que baila en tu guiñol".

Es decir, cuando describe a una mujer resignada, en el fondo está criticando la sociedad machista. Sin embargo, no estaba dispuesta a cantarle a una coetánea sometida, ni a prestar su voz a la letra misógina de un compositor. Cecilia habla sin cortapisas, también a la hora de señalar al hombre que busca su propia satisfacción sin pensar en la de ella: "Tuve tu cuerpo junto a mi cuerpo. / Mi cuerpo incierto, el tuyo fugaz".

Su éxito Un ramito de violetas está abierto a diversas interpretaciones, aunque habría que hilar demasiado fino para llegar a una conclusión. Sea cual fuere, no cabe duda de que, como escribe la propia Cecilia, la pareja de la protagonista es muy chunga: "Era feliz en su matrimonio. / Aunque su marido era el mismo demonio. / Tenía el hombre un poco de mal genio. / Ella se quejaba de que nunca fue tierno".

Evangelina Sobredo, Eva o Cecilia murió un 2 de agosto de hace 45 años en un accidente de tráfico, cuando regresaba de madrugada de un concierto en Vigo. Por la mañana tenía que grabar en Madrid, pero su coche impactó contra un carro de vacas en un pueblo de la provincia de Zamora. Murió mientras dormía. Sus canciones siguen despiertas.

Henrique Mariño, en Público

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