sábado, 7 de agosto de 2021

EL LIBRO MÁS ODIADO POR LOS DICTADORES

 Muchos libros fueron perseguidos por los dictadores latinoamericanos de la segunda mitad del siglo pasado, pero ninguno como “Las venas abiertas de América Latina”, que logró unir en un solo odio tres regímenes autoritarios.

La obra de Eduardo Galeano ya circulaba cuando el presidente uruguayo Juan María Bordaberry dio golpe de Estado en 1973 para enfrentar el comunismo. Disolvió el Congreso y restringió las libertades, incluida la de Galeano, que fue encarcelado y expulsado de su país.

La ruta de su exilio fue Argentina, pero tres años después se vio obligado a huir a España tras el ascenso al poder del general Jorge Rafael Videla.

Su libro fue declarado instrumento de corrupción de la juventud, y la dictadura de Pinochet, en Chile, también lo incluyó en la lista de textos prohibidos.

Las venas abiertas de América Latina es el relato de la opresión económica y política de los pueblos conquistados por España y Portugal, que empezó con el saqueo del oro y la masacre de las civilizaciones esclavizadas. “La espada y la cruz marchaban juntas en la Conquista y en el despojo colonial”.

Desde Barcelona, en 1978, Eduardo Galeano escribió un capítulo adicional, en una nueva edición de su obra, al que tituló “Siete años después”. Allí afirmó que “los comentarios más favorables que este libro recibió no provienen de ningún crítico de prestigio, sino de las dictaduras militares que lo elogiaron prohibiéndolo”.

El nuevo capítulo era una dura crítica al nuevo opresor que respaldaba las dictaduras para sofocar el comunismo con sangre: Estados Unidos.

“En Washington se planificó la estrategia del crimen. Desde 1970, Kissinger y los servicios de informaciones prepararon cuidadosamente la caída de Allende”.

A Galeano no le tembló el pulso para señalar las millonarias ayudas de ese país a Augusto Pinochet, Jorge Rafael Videla y otros dictadores latinoamericanos para sostenerlos en el poder.

Aunque Jimmy Carter inauguró la política de derechos humanos preocupado por los excesos de las dictaduras, Galeano se encargó de que sus lectores no perdieran de vista una realidad.

“… los actuales dictadores no son autodidactas: han aprendido las técnicas de la represión y el arte de gobernar en los cursos del Pentágono en Estados Unidos y en la zona del Canal de Panamá”.

Eduardo Galeano murió hace cinco años con el mismo sueño que siempre lo acompañó: el de cambiar el mundo y sus ismos: militarismo, racismo, elitismo, machismo y los otros que hacen infeliz a la humanidad.

Alberto Medina López, en El Espectador

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