viernes, 27 de diciembre de 2013

RECUERDE EL ALMA DORMIDA.....QUE FUE DEL MARQUÉS DE FALCES EL CASTILLO DE MARCILLA

Al terminar el año 2013, parece que todos hemos olvidado la efemérides celebrada en 2012: el quinto centenario de la conquista del reino de Navarra por la corona de Castilla y el rey Fernando de Aragón. Terminadas las celebraciones, parecía que la historia abría un paréntesis, que tras la guerra vino la nada y que las consecuencias no existieron.
Mantener esos olvidos, evitar la Memoria Histórica, en los casos tal vez menores como este, nos lleva, cuando menos, a curiosas contradicciones y sorpresas. Vamos a ver aquí una de ellas.
Hemos asistido a la restauración del castillo de Marcilla. Muchos vecinos de la zona lo han visitado, han alabado sus instalaciones y han seguido adelante como si nada más fuese con ellos. Como si este castillo, durante siglos, no hubiese sido el feudo del Marqués de Falces, casa noble de curiosa trayectoria que sigue, paralela, la de la historia del resto de Navarra.
Como si el Marqués de Falces no hubiese sido, también durante siglos, el enemigo declarado de los vecinos ("villanos" y clases populares) de los pueblos de la zona. Similar a los demás pueblos es el caso de Falces, que nos ocupa. Citando a José Mª Sanz: "El largo camino que recorre Falces para librarse de poderoso y afianzado yugo marquesal está ligado a la historia de las demás villas del marquesado que también luchan por lo mismo". Recurrieron para ello a la desobediencia civil, a los tribunales y pleitos, hasta que una sentencia en 1704 les ordenó "guardar silencio perpetuamente". Aunque no lo hicieran. 
¿Qué había ocurrido? Pues que, como una de las primeras consecuencias de la conquista de Navarra, los pueblos de nuestra zona fueron el pago de una traición. Fueron vendidos en 1513 (también quinto centenario en 2013), fueron utilizados como moneda de cambio para premiar el apoyo necesario que el Conde de San Esteban de Lerín, Alonso Carrillo de Peralta, prestó al Católico en su empresa de conquistar el reino navarro. Falces, Peralta, Funes, Andosilla, Azagra, Peñaflor, Villanueva y Marcilla pasaron a formar parte del patrimonio señorial del Marqués de Falces, título otorgado por el Católico al citado Carrillo, "uno de sus mayores valedores, por no decir el mejor", en premio por sus desvelos. Esfuerzos que el de Peralta había hecho para mantener y acrecentar los privilegios que ya tenía. Enfrentado a los legítimos reyes de Navarra, recibió el premio de conquistador.

¿Y en qué afectaba esto a los vecinos de la zona? Pues debía ser en mucho. Todas sus villas habían sido inmemorialmente de "realengo", es decir, vasallos directos del rey. Ya en 1457 había sido otorgado en señorío privado a Pierres de Peralta (abuelo de Alonso Carrillo; el nombre que mandó matar al obispo de Pamplona a la entrada de Tafalla). Pasar de realengo a señorío y de señoría a Marquesado no debía ser ventajoso. Impuestos, pechas y diezmos no disminuían. Más bien al contrario, puesto que supuso el inicio de una serie de protestas de los vecinos que duraron varios siglos. Y que están recopiladas y escritas. El libro más antiguo que se conserva en el archivo municipal de Falces es el "Libro Primero llamado Libro Madre", que inicia la recogida del sinfín de pleitos que el pueblo planteó inmediatamente después de la creación del Marquesado en 1513 hasta 1812.

Por eso, ver el Castillo de Marcilla como un monumento histórico, hermoso y ahora útil, es un punto de vista. Pero olvida que fue el lugar del dominio de nuestros antepasados en toda la zona, donde acudían a sufrir justicia, a pagar pechas e impuestos y a humillarse jurando fidelidad al Marqués de Falces. Olvida que su construcción y mantenimiento se hizo con esos tributos de los villanos del marquesado.

Fue muy heroica la actitud legendaria de doña Ana de Velasco, pero no olvidemos que todo lo hizo para mantener sus intereses y los de su esposo Alonso. Quien, por cierto, pocos años después, una vez asegurados sus privilegios con el título de marqués, volvió a hacer de la traición, esta vez al propio Fernando el Católico, una de sus armas estratégicas, convirtiéndose en jefe de su oposición en la zona. Pero ya era dueño y señor de la vida de varios miles de vecinos en la zona. Incluido el castillo de Falces, hoy muñón de lo que fue, y que pertenecía en 1512 a Juan del Bosquet, noble fiel a los legítimos reyes de Navarra.

Agradezcamos al destino, y al esfuerzo de muchos vecinos actuales, descendientes de aquellos siervos feudales, que la fortaleza ha revertido a los habitantes que, en realidad la costearon durante siglos. No ha sido más que un acto de justicia que adquiera un uso público lo que se edificó sobre el sudor y la sangre de campesinos y pecheros. ¿Justicia poética?

Así que vayamos y disfrutemos del castillo de Marcilla. Pero no olvidemos que ahora hace 500 años fue el premio de una traición; que la traición se repitió en sentido contrario. Y que en definitiva, las desavenencias y los acuerdos entre monarquía y nobleza han sido, siempre, en detrimento de los súbditos, sus vasallos, nuestros abuelos.

Francisco Soto Alfaro, en La Voz de la Merindad

No hay comentarios: