martes, 3 de julio de 2018

LOS CAÍDOS: UN ESPACIO PARA LA REPARACIÓN

Este lunes, un tribunal de lo Contencioso-Administrativo daba la razón a la hija del general Sanjurjo, en su intento de que los restos de este militar golpista en 1936 reposen en la cripta del Monumento a los Caídos de Iruña. Una decisión judicial que, como por desgracia nos está sucediendo bastante en tiempos recientes, podemos acatar pero en ningún caso comprender. Y, desde luego, creemos que esta sentencia debe ser recurrida por el Ayuntamiento; pero, sobre todo, no ha de ser utilizada políticamente por quienes (no nos cabe duda) van a caer en la tentación de hacerlo.

Hacemos estas consideraciones desde el máximo respeto a la familia de Sanjurjo, que tiene todo el derecho a intentar que sus restos no se muevan. No obstante, sí lamentamos que no haya calado en ellos la pedagogía democrática que hace injustificable que en un monumento público se rindan honores fúnebres a quien fue parte de una conspiración que acabó con un sistema democráticamente elegido. Y, a pesar del respeto profundo a ellos, y sin comparar dolores humanos, lo consideramos menos tolerable cuando hay aún miles de familias que buscan a sus seres caídos en las cunetas de nuestro país. Estos no piden honores o entierros en espacios públicos: simplemente quieren saber dónde están los restos de quienes les fueron arrebatados en lo que podemos y debemos llamar asesinatos masivos.

Teniendo en cuenta todo lo anterior, resulta profundamente irresponsable que haya partidos políticos que celebren la sentencia antes mencionada como "una victoria contra el cuatripartito que reabre heridas". Y más teniendo en cuenta que son estos mismos partidos los que han dejado abandonados a su suerte, durante décadas, a quienes buscan a los suyos en las cunetas. Es mucho más irresponsable esta acción política que la humanamente comprensible acción jurídica de la familia de Sanjurjo.  Cuando pedimos verdad, justicia y reparación, pedimos saber dónde están los que faltan, una Justicia que se les negó en vida, y una reparación que pasa, por ejemplo, por no honrar a los responsables de los crímenes que se cometieron con aquellos. Porque no: las heridas no se reabren por permitir que todos entierren a sus muertos. Las heridas no se reabren por recuperar espacios públicos y liberarlos de simbologías bélicas o dictatoriales. Es al revés: las heridas no se pueden cerrar si permanecen anomalías democráticas como esos enterramientos en los Caídos. Una anomalía normalizada durante decenios, única en Europa. En un lugar de encuentro y paseo, a unos metros de un parque infantil, en el centro de la ciudad, no pueden ocupar un lugar público y privilegiado los restos de líderes militares que estuvieron detrás del asesinato de más de 3.000 navarros y navarras.

Porque nuestra tierra, recordémoslo, tiene esas cifras de víctimas sin que aquí hubiera frente de guerra. Hacer trincheras políticas, 80 años después, con esta cuestión.....es algo que produce vergüenza ajena.

Esther Cremaes y Mikel Armendáriz, concejales de Iruña por Geroa Bai y miembros de Zabaltzen Asociación Política

2 comentarios:

Lacort dijo...

Que los franquista podían actuar así es de sentido común. Y pruebas suficientes las dejaron públicamente como para caernos ahora de ningún guindo.
Los políticos de la vía tranquila, que han optado por mantener el edificio golpista, mediante los fuegos de artificio de la «resignificación», «reconversión», se encuentran ahora con las consecuencias de esa política concreta, incluidas las que pueden tener en la otra fortaleza del franquismo en Cuelgamuros.
Pensar que «lo franquista» es la cripta con los enterramientos, o la bisutería golpista que adorna el edificio, es hacer una interpretación torticera de la realidad simbólica de todo el edificio, para acomodarla a planteamientos políticos concretos. Planteamientos que se demuestran un fiasco y que ponen el triunfo en bandeja a los franquistas, porque estos SIEMPRE funcionan igual.
El Ayuntamiento basó sus argumentos en aspectos sanitarios, en lugar de los políticos, sin ni siquiera implicar a la Iglesia todo lo que se requería, y el juez los utiliza aunque haga una trampa simétrica a la del Ayuntamiento.
Con todo, existe un acuerdo firmado con el arzobispo, que exige el mantenimiento del edificio sin eliminar nada de él (se cubren), SALVO que el edificio «NO SE MANTENGA EN PIE».
Si hay algo de inteligencia y de RESPETO POR LAS VÍCTIMAS, que el Ayuntamiento haga el uso que se corresponde con la actual situación y lo haga cumplir. Pamplona se libraría de una imagen que recuerda permanentemente quién ganó la guerra y de un antro donde la golpista Hermandad de Caballeros Voluntarios de la Cruz sigue utilizando su cripta para manifestar todos los 20 de mes la apología de los golpistas, asesinos y responsables de la matanza que llevaron a cabo.
Las cunetas de Navarra siguen llenas de asesinados. Por si se les ha olvidado a los incautos que piensan que el franquismo no sigue aquí.
Txema Aranaz Cordón

sinembargopodemos dijo...

39. El monumento a los caídos.
El monumento a los caídos fue construido por los vencedores de la guerra de 1936 auspiciada por el Glorioso movimiento nacional y en homenaje a sus héroes y a sus muertos.
Edificio clásico y austero creado como frontispicio al II Ensanche de Pamplona, tiempos de victoria, provoca una sensación de pesadez y desproporción. Una planta central en forma de cruz con una gran cúpula y un pórtico de columnas se eleva a dios en recuerdo de la Cruzada.
En día 2 de enero de 1952 luego de una entrada triunfal a Navarra desde la carretea nacional Nº1. El Jefe de Estado Francisco Franco era esperado en Pamplona en la placeta de la Iglesia de San Lorenzo por el Ayuntamiento en pleno, con su grupo de danzas y la Comparsa de Gigantes y Cabezudos. Aquel día el militar criminal y dictador, venía a tomar posesión definitiva de Navarra y a inaugurar el templo.
Después de sesenta y seis años de ignominia y vergüenza, el pasado día 12 de Enero el Ayuntamiento de Pamplona abrió el debate sobre el futuro de la infamia con un concurso de ideas en el que caben todas las posibilidades desde el mantenimiento hasta la demolición.
Esta es la alternativa que presentamos:
El edificio representa la vergüenza de un pueblo que acogió al dictador cuyas autoridades entregaron la voluntad de la ciudad de Pamplona con las simpatías y aplausos que procuraron las armas
Las piedras de sillería, pizarras y mármoles con los que fue construido ese edificio, aunque fueran austeras, fueron labradas con la dignidad de la sangre republicana. Esas piedras hay que respetarlas.
Hay que desmontar el edificio piedra por piedra y hacer un inventario de las piedras que se han desmontado. De esta manera abrir una ventana por la que desde el centro de Pamplona se vea Navarra
Con las piedras recuperadas levantar otro monumento que solamente sirva para el recuerdo de los perdedores y al que no se le dé ninguna otra utilidad salvo el solaz, la tranquilidad y la reflexión.
El lugar en el que colocaran las piedras sujetas por su propia esencia pudiera ser el solar donde estuvo emplazada durante más de cien años la cárcel de Pamplona, casa de grandes perdedores.