miércoles, 11 de julio de 2018

LA OPOSICIÓN (A SÁNCHEZ) SON LOS JUECES

Cuando Donald Trump ganó contra pronóstico las elecciones en Estados Unidos, su jefe de estrategia, Steve Bannon, dijo, ante la orfandad de liderazgo de los demócratas, que "la oposición son los medios". Suele ocurrir que la ausencia de liderazgo genera alternativas políticas impropias. Ahora mismo, en España, la derecha se encuentra dividida y abstraída en batallas internas que no parece que vayan a propiciar a corto plazo un liderazgo indiscutible, así que ha dejado encargada el trabajo de oposición política al nuevo Gobierno de Pedro Sánchez ... a los jueces.
Que el juez del Tribunal Supremo Pablo Llarena pretenda la suspensión de diputados electos del Parlamento de Catalunya, tergiversando la ley y su espíritu de una manera burda, justo al día siguiente de que el presidente del Gobierno se comprometiera a buscar soluciones políticas al conflicto político que enfrenta Catalunya y España, es todo una declaración de intenciones. Los jueces reivindican y ejercen su poder como si tuvieran una legitimidad superior que no se sabe de donde viene. Y Llarena no está solo.
Cuando el pasado mes de abril el rey Felipe VI presidió en Barcelona la entrega de despachos a los nuevos jueces que se habían formado en la Escuela Judicial de Vallvidrera, ningún representante de las instituciones catalanas fue invitado. Se lo hicieron solos para hacer una demostración de poder autónomo avalado por la Corona. El acto consistió en un homenaje al juez del Tribunal Supremo que llevaba a cabo la insólita instrucción del sumario contra los líderes independentistas. Las imágenes del akelarre hablan por sí solas. Los jueces con Llarena, Llarena con los jueces, y todos avalados por el rey. Era otro versión del "a por ellos", mucho más preocupante y no sólo para los catalanes.
Ciertamente no todos los jueces españoles piensan igual, ni todos son de extrema derecha, pero mientras Mariano Rajoy estuvo en el Gobierno, gobernar, lo que se dice gobernar, no gobernó mucho, pero para organizar el Estado de acuerdo con los intereses y necesidades de los sectores más conservadores de la sociedad que le apoyaban no perdió mucho el tiempo. De hecho comenzó mucho antes desestabilizando el Tribunal Constitucional cuando el Estatut y no paró hasta recuperar la mayoría y colocar a un militante del partido al frente como Francisco Pérez de los Cobos. Después, aún con Zapatero en el Gobierno, el PP bloqueó nombramientos hasta que el ingenuo presidente socialista accedió con el nombre de Carlos Dívar. Desde entonces, el Tribunal Supremo y el Consejo General del Poder Judicial han estado presididos por magistrados conservadores. Incluso el actual, Carlos Lesmes, hizo los méritos trabajando para los Gobiernos de José María Aznar.
Teniendo en cuenta los procesos que acechaban al Partido Popular por la multitud de casos de corrupción que le afectaban, María Dolores de Cospedal promocionó a la magistrada Concepción Espejel para la Sala Penal de la Audiencia Nacional, a pesar de numerosas recusaciones por su inequívoco compromiso político. Espejel no defraudó a sus correligionarios. No pudo evitar ser apartada del caso Gürtel, pero intervino para modificar la composición del tribunal que estaba previsto que juzgaría el caso de la Caja B del PP. Dejó fuera a los dos jueces que osaron sentar a Mariano Rajoy en el banquillo de los testigos durante el juicio del caso Gürtel.
Desde el tiempo del tripartito catalán y del apoyo de ERC a los Gobiernos de Zapatero, el PP ha querido provocar el conflicto con Catalunya porque era la manera de dividir a los socialistas, sobre todo en Catalunya donde el PSOE sacaba la ventaja sobre el PP que le daba la mayoría en España. Volvemos a estar en el mismo sitio. Pedro Sánchez no es soberanista, ni autonomista, pero sabe que el conflicto con Catalunya beneficia a la derecha y perjudica a la izquierda. Por eso la derecha quiere avivar el conflicto y el brazo armado de la derecha ahora son los jueces desplegados en posición de ataque durante el mandato del PP. El presidente español querrá desactivar el conflicto, pero los jueces no están dispuestos a permitirlo. Todo el mundo sabe que Sánchez triunfará con Catalunya o fracasará, así que no tiene más remedio que identificar a sus verdaderos adversarios y actuar en consecuencia. Esto es desarticular el lobby judicial de la derecha, lo que requiere coraje y audacia. Y no le sobra tiempo.

Jordi Barbeta, en El Nacional

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