Una tierra, a la que se tiene por muy conservadora, obsesivamente arraigada a sus costumbres y acostumbrada a obedecer a fuerzas -nada ocultas- que desde siempre han mandado sobre hombres, mujeres y pensamientos; tenía esta pasada semana que opinar con su voto en una urna.
Una gran parte de este pueblo lleva años y años deseando que algo se mueva a su alrededor y que se respete la diferente manera de pensar y sentir de algunos de sus convecinos. Tras lustros, esta gente estaba convencida que ahora podía confirmar que el cambio era posible.
Y, lo ha demostrado. Irlanda, un país en el que las rancias tradiciones y los retrógrados preceptos de la Iglesia católica pesan mucho, ha gritado al mundo que es capaz de crecer y más de un 60% de sus ciudadanos ha aprobado en referéndum la legalización del matrimonio homosexual.
Esta gran noticia llega pocas horas antes de otra, diferente sí, pero igualmente esperanzadora. También en Navarra, las elecciones forales celebradas este domingo muestran a las claras las ganas de cambio de una población, mil veces tildada de conservadora, localista, tradicionalista e, incluso, clerical; pese a que, hace años, estos adjetivos no definen a nuestra sociedad, mucho más plural, abierta, laica y divertida de lo que se han empeñado en dibujarnos unos y otros.
Somos pocos. Para no llegar a 650.000 habitantes en la comunidad, hemos ideado mil maneras de no coincidir y muy pocos asuntos en los que la diversidad se muestra de acuerdo. Pero, tras los comicios de ayer, queda claro que un nuevo camino ha sido trazado por la mayoría de los navarros y este dibujo, por ahora sólo una línea de lápiz, puede o no convertirse en un lienzo más completo, rico y esperanzador.
Se me ocurre que sólo con audacia, generosidad, inteligencia y buenas maneras es posible renovar el viejo cuadro que ha representado a Navarra desde hace tanto tiempo. En las manos de algunos dirigentes políticos, los mismos que estas últimas semanas nos han insistido en su afán por cambiar las cosas, está la posibilidad de intentarlo e, incluso, de lograrlo. ¡Torres más altas han caído!
Ana Belasko, en Diario de Noticias
No hay comentarios:
Publicar un comentario