Hay gente a la que se debería mandar a campos de reeducación a la Bardena, como en la China de la revolución cultural. Hace falta tener dedo y medio en la frente para hacerle gratis la campaña a UPN con pintadas en la casa de la todavía consejera Lourdes Goicoechea. Afortunadamente, Bildu ha estado más vivo que otras veces, condenando una acción que, por otra parte, parece que ha sufrido también, sólo que en sentido contrario, algún miembro de la propia coalición. Somos muchos los que queremos despedir con un sonoro agur, o el más castizo a(d)io, al derroche de sectarismo, incompetencia, amiguismo e insensibilidad con los más desfavorecidos que ha caracterizado a los gobiernos regionalistas. Es, sin embargo, estúpido sobreactuar con actos que recuerdan demasiado a épocas afortunadamente pasadas. Para sobreactuaciones, ya está UPN, con un candidato, Esparza, que este fin de semana amenazaba con las siete plagas de Egipto para el caso de que ellos no sigan malmandando en esta tierra. Ya no sé si es puro nerviosismo, si se les ha ido la pinza o si se meten speed mal cortado hasta el esfenopalatino, pero hasta el mismo Maya, al que por lo menos en estos cuatro años le hemos podido agradecer un carácter más discreto que el de su antecesora en el Ayuntamiento, parece absolutamente desmelenado anunciando la llegada de los cuatro jinetes del Apocalipsis. En comparación, las críticas de los partidos que pueden formar un gobierno alternativo parecen casi de hermana clarisa. Por cierto, se agradece la ausencia, al menos aparente, de puñaladas traperas entre ellos. A partir del día 25 harán falta grandes dosis de generosidad y buen rollo para no defraudar a sus votantes. Pero antes tendrán que pasar la reválida del domingo. Si salen las cuentas, será por muy poco. El que se quede en casa, que no se queje luego.
Aingeru Epaltza, en Diario de Noticias
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