Fue el punto final de un sábado de ferias en el que llamaban más la atención los desfiles militares por la calle Mayor y los lamentables episodios de cacheos integrales a distintas personas del pueblo, que los puesticos de la plaza o los jardines. Los vimos intentando llevarse el dinero de Gardatxo, y en actitud desafiante, ante cientos de jóvenes que disfrutaban (al menos hasta entonces) de un concierto. Los oímos amenazar. Pero los violentos, para la prensa, fuimos los que queríamos bailar. Al día siguiente casi todos los medios de comunicación se saltaban la presunción de inocencia y el deber ético de contraste. Leímos noticias en las que daban una credibilidad casi de fe a un cuerpo militar, bajo titulares sensacionalistas que, lejos de reflejar la ridícula razón de mi detención, que no era otra que la ausencia de identificación, buscaban criminalizar al sindicato que más daño les hace y ensuciar a todo un sector juvenil del que, a la vista está, no se fían. Habeas corpus y ante la juez. Juicio y absolución. Aquello no merecía ya ser portada. 210 € de multa por no tratar con el debido respeto a quienes, como tantas otras veces, nos habían amargado el día. Cuántas veces me he preguntado si les hubiera sentado igual de mal que los mandara a Cancún en vez de a Albacete... Quiero agradecer a la juventud de mi pueblo el respaldo y la valentía que han demostrado. Estoy muy orgullosa de esa juventud solidaria, comprometida con las causas justas y, sobre todo, unida. Quiero mostrar mi total apoyo a las cuatro personas multadas por aquella rueda de prensa en la que denunciaban la locura verde de los días inmediatamente anteriores.
No diré hoy que sigo soñando con una Tafalla libre. Tampoco que deseo sinceramente que el 24 de mayo sean miles las personas que, en secreto, digan que ya les vale a quienes detienen, multan y manipulan la información. El cambio, aunque les moleste, no es una persona: no se puede detener.
Eguzkiñe Ayesa Andrés, en Diario de Noticias
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