martes, 22 de septiembre de 2009

EN LA MANIFESTACIÓN CONTRA LA NUEVA LEY DEL ABORTO ESTARÁN TODOS LOS QUE SON

Estarán los foros de la familia, los obispos ultras y toda la Curia , el Opus, los defensores de la guerra de Irak, y ¿cómo no? también la Barcina y su partido, según han hecho saber ayer sin que nadie se haya extrañado porque todo el mundo sabe que no hay ninguna diferencia ideológica sustancial entre UPN y PP. No olvidemos que fue precisamente Carlos Salvador, único parlamentario actual de los regionalistas, uno de los más activos detractores del proyecto de Ley Orgánica de Interrupción Voluntaria del Embarazo.

Es decir que no faltará nadie en la manifestación del 18 de octubre en Madrid, salvo tal vez Rajoy, porque en el fondo sabe que al igual que en la Cámara de los Diputados, la gran mayoría de la sociedad considera obsoleta la actual ley y no quiere poner todos los huevos en la misma cesta. Ya habrá suficiente representación de toda la derechona.

La mejor muestra del talante de los convocantes está en el manifiesto en el que se asegura que “la nueva ley privará a la mujer del derecho a la maternidad”. Como si a partir de ahora se les fuera a obligar a todas a abortar. Un planteamiento tan burdo sólo puede engañar a quien se quiera dejar engañar. Porque son también muchos los católicos de base que reconocen que no existe sólo una manera moralmente justificable de vivir la vida y, lejos de compartir la posición de la jerarquía eclesiástica, están de acuerdo en que la mujer es la que debe tomar la decisión sobre el aborto, con el debido asesoramiento médico sobre las consecuencias del acto.

El problema de la nueva ley es precisamente su insuficiencia. Que sólo fija el plazo en las 14 semanas, período inferior al de otras legislaciones europeas. Que establece en 22 semanas el plazo para abortar en el supuesto de daño para la salud de la mujer, no limitado actualmente. Que no se contempla la prestación por la sanidad pública. Y, lo que en el caso de Navarra sigue siendo lacerante, que no regula suficientemente la objeción de conciencia del personal sanitario, lo que posibilita el sabotaje por parte de los poderes fácticos conservadores y la imposibilidad de hecho de abortar en nuestra comunidad.

Toda esta peña que se va manifestar está incluso en contra de la actual Ley del aborto, hasta en casos de violación o de peligro para la vida de la madre, puesto que para ellos vale más la vida del feto. Consideran que “el derecho de la mujer a abortar es una aberración”. Secularmente fieles a la ley del embudo, añoran los tiempos de la prohibición absoluta mientras las familias de orden y con recursos mandaban a sus hijas a abortar a Londres. Estos “defensores de la vida” son tan consecuentes como el mismo Mayor Oreja, el único europarlamentario europeo, junto con la extrema derecha polaca, que se negó a condenar el franquismo y las fosas comunes. Defensores a conveniencia de la vida o de la muerte.
Praxku

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