viernes, 1 de febrero de 2019

EL SECRETO QUE ESCONDE LA CASONA DE PITILLAS

Javier Jiménez Jiménez es un madrileño que conoció Navarra gracias a su mujer, natural de Pitillas. La primera vez que visitó el pueblo, recuerda, todavía eran novios. “Me gustó mucho desde el primer momento. Sobre todo porque la idea que tenía de Navarra, que creo que es la que compartimos muchos madrileños, es que la relacionamos con la Selva del Irati. Y claro, no todo el paisaje es así como ya pude constatar el primer día”, recuerda. Su periplo profesional le llevó por Madrid y Bilbao antes de recalar en Pamplona, donde se asentó toda la familia y desde donde se desplazan los fines de semana y vacaciones a Pitillas. 
En el pueblo, Jiménez tenía ‘fichada’ una casa, ubicada en la plaza Juan Carlos I. Pertenecía a la familia Iriarte cuya hija se casó con un extranjero y marchó a vivir fuera. Los descendientes sólo la usaban en periodos vacacionales hasta que, poco a poco, fue quedando abandonada. Finalmente, un cúmulo de circunstancias y algo de suerte, según insiste, le permitieron adquirirla. Estos sucedió hace cinco años y desde hace año y medio funciona como casa rural. “Es una casa llena de anécdotas”, asegura su propietario y una de las más interesantes se encuentra en su bodega. Un espacio que cuenta con siete cubas y que calcula que puede estar datada en el año 1860. 
“En Navarra comenzó a desarrollarse esta forma de hacer vino cuando la filoxera llegó a Francia. Manejando esas fechas es como calculo que ésta podría ser del año 1860. Con todas las cautelas me atrevería a decir que casi es única en la comarca. He visto muchas bodegas por la Zona Media pero sin cubas. Que hayan llegado las cubas hasta aquí es una casualidad histórica”, explica. Nada más adquirir la casa, el propietario pasó la mayor parte de su tiempo libre limpiando la bodega. Una de sus ventanas se ubicaba al lado de una zona de contenedores, hecho que motivó que, en más de una ocasión, se depositase basura en su interior. 
Así, la bodega se ha convertido en un reclamo más que mostrar a los turistas que recalan en la casa rural. La historia de esta bodega constituye, según el propietario, un ejemplo de todo los retazos de historia que esconde Pitillas en varios de sus rincones. Unos reclamos culturales que, en su opinión, deberían salir a la luz como elementos dinamizadores del turismo. “En la zona el motor es Olite, de eso no hay duda, y creo que los municipios de alrededor debemos saber amoldarnos y ofrecer servicios y otros reclamos para atraer al turista”, concluye.
Diario de Navarra

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