domingo, 20 de octubre de 2013

LA PRESIÓN EN UPN LLEVA A BARCINA A ADMITIR ANTE EL PSN QUE FUE UN ERROR ROMPER EL PACTO

No hay ocasión que la presidenta Yolanda Barcina no aproveche para pedir al PSN la vuelta a la colaboración institucional. En privado y en público. A miembros de la ejecutiva, a parlamentarios, a alcaldes. Cualquier oportunidad es buena para insistir en la necesidad de llegar a acuerdos entre ambos partidos para garantizar la funcionalidad del Gobierno y salir del bloqueo político e institucional en el que Navarra vive sumida desde la ruptura del pacto de coalición entre socialistas y regionalistas. La presidenta, incluso, ha llegado a reconocer en privado a algunos dirigentes del PSN que su expulsión del Ejecutivo fue un error del que se arrepiente y que ahora afrontaría de otra forma.
La propia situación política y las presiones internas -desde el expresidente Miguel Sanz al presidente de la CEN, José Antonio Sarria, le han pedido públicamente un esfuerzo por recuperar el pacto con el PSN-, han forzado a la presidenta a llevar a cabo una intensa campaña las últimas semanas para intentar recomponer los puentes rotos con el PSN. Barcina ha hablado personalmente con prácticamente todo el grupo parlamentario socialista, con especial insistencia en aquellas personas con las que cree tener mayor afinidad.
También se ha dirigido a buena parte de los alcaldes y cargos públicos socialistas con los que ha coincidido este verano en las distintas fiestas de los pueblos, emplazándoles a olvidar lo ocurrido los últimos meses y empezar de cero en la relación socio-regionalista. Entre ellos a Roberto Jiménez, a quien ha trasladado en varias ocasiones la necesidad de "arreglar" la situación, y al secretario de Organización, Santos Cerdán, a quien solicitó recuperar la tradicional alianza durante un encuentro en fiestas de Milagro.
El mensaje ha llegado incluso a la sede del PSOE en Madrid. Con el empresario Antonio Catalán -que ya jugó un papel importante en elagostazo de 2007- y el nuevo Círculo de Navarra en Madrid como mediadores, ha trasladado al secretario general, Alfredo Pérez Rubalcaba, la necesidad de dotar de estabilidad a Navarra, emplazándole a forzar al PSN a negociar con el Ejecutivo foral los aspectos más importantes de la acción del Gobierno de UPN. Una petición que sin embargo no ha encontrado respuesta positiva en la dirección federal del PSOE, donde de momento se limitan a dejar hacer a la ejecutiva regional, que insiste en que la relación bilateral con UPN ha terminado.
La autocrítica sin embargo se ha quedado de momento para la esfera privada. Públicamente, Barcina se ha limitado a emplazar al PSN a "apartar" las diferencias "políticas y personales" y buscar acuerdos, al tiempo que la labor ejecutiva se ha centrado en reforzar los principios ideológicos de UPN, forzando en ocasiones un choque de trenes con el Parlamento en el que el caso de Donapea destaca de forma especial.
El abismo que a día de hoy separa a UPN de PSN quedó patente en el último Debate sobre la Comunidad, en el que la presidenta planteó a los socialistas trasladar a Navarra el pacto que PNV y PSE han firmado en la CAV. Una relación bilateral estable similar a la que ambos partidos mantuvieron hasta que la presidenta decidió dinamitar por la falta de cohesión interna. "Usted no tiene credibilidad para ofrecer acuerdos", le recordó Jiménez.
Ese es además un escenario al que los socialistas ya no quieren volver, fundamentalmente porque ya nadie se fía de la presidenta. Las heridas de la ruptura, y de las formas con las que se llevó a cabo, todavía no han cicatrizado en la formación socialista, donde está asumido que la colaboración con Yolanda Barcina ya es imposible. La imagen de la presidenta dentro de la formación socialista está por lo suelos, y va mucho más allá del rechazo que en este momento se tiene del conjunto de la formación regionalista.
La apuesta política y estratégica del PSN es otra, al menos hasta que unas nuevas elecciones determinen el nuevo juego de mayorías. La decisión es firme, avalada por los órganos internos con un consenso poco habitual en un partido dado a las disputas familiares. Una apuesta que el PSN se esfuerza ahora en intentar visualizar ante el electorado progresista, que desconfía de un partido que en las dos últimas convocatorias electorales prometió el cambio y acabó apoyando al Gobierno regionalista.
El último encontronazo público ha sido el más clarificador. La oferta de negociación presupuestaria del Gobierno encontró la semana pasada el portazo público y definitivo del PSN a su tradicional política de acuerdos con UPN. La petición de "realismo" y "responsabilidad" de Barcina se ha tropezado esta vez con una respuesta por escrito de Roberto Jiménez. Una carta clara directa y contundente en la que el líder socialista replica a la presidenta que lo "realista" y "responsable" es "convocar elecciones" lo antes posible.
Más allá del rechazo al acuerdo presupuestario, la crudeza de la misiva ha supuesto el portazo definitivo a los esfuerzos de Barcina por lograr el apoyo del PSN en lo que resta de legislatura. Algo que internamente está ya asumido en UPN, donde crece la preocupación por la situación de debilidad en la que queda el Gobierno y la posibilidad real de perder el poder.
En cualquier caso, esto no va a hacer cambiar la decisión del Gabinete de Barcina de aguantar hasta mayo de 2015. Más allá de la incapacidad de aprobar presupuestos y tener que asumir los dictados, a veces incómodos, del Parlamento, en el Palacio de Navarra no se ve motivo para tener que adelantar las elecciones. Las encuestas muestran en mínimos históricos tanto a UPN como a su presidenta, y la economía real sigue lejos del optimismo que en base a datos macroeconómicos intenta difundir el Gobierno foral.
Dos argumentos que aconsejan ganar tiempo con la esperanza de una recuperación paulatina que mejore las perspectivas electorales. El desgaste que supone la imagen de desgobierno es además compartido con la oposición, que hasta ahora ha sido incapaz de ir más allá de su rechazo a Barcina.
Con todo, en el entorno de la presidenta se da por hecho que volverá a repetir como candidata al Gobierno. A su favor juega el haber superado con éxito el calvario particular en el que se había convertido este 2013, en el que ha salido airosa de una moción de censura, un congreso de partido y un proceso judicial. Tres victorias mínimas, pero victorias al fin y al cabo.
Desde la premisa de que el próximo año difícilmente será peor, la prioridad se centra ahora en cargar la culpa del bloqueo a la oposición, subrayando su incapacidad de acuerdo y alimentando la imagen victimista del Gobierno. Fiando el futuro a una evolución económica que permita mejorar unas encuestas que, incluso en el peor de los casos, siguen garantizando a UPN seguir siendo la primera fuerza.
Un escenario que le permitirá a Barcina volver a optar a la investidura ante una oposición que posiblemente necesitará sumar los votos de cuatro partidos diferentes para garantizar un Gobierno alternativo estable. Argumento suficiente para volver a tocar la puerta de Ferraz, que en esas fechas estará pensando en las elecciones generales de apenas seis meses después. Una carta históricamente útil que Barcina de momento se guarda bajo la manga.
Ibai Fernández, en Diario de Noticias

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