sábado, 15 de agosto de 2009

LAS GUERRAS SE OLVIDAN DE GINEBRA

Los Convenios de Ginebra, que cumplen esta semana 60 año, son el instrumento legal más reconocido y ratificado del mundo. Sin embargo, los conflictos actuales los han convertido en palabras vacías, ya que estos tratados internacionales se violan constantemente.
De Afganistan a la República Democrática del Congo o la selva de Colombia, somos testigos de graves violaciones de los principios establecidos, con población civil situada en medio de los campos de batalla y convertida en blanco para los contendientes. A todo ello se suman los millones de personas que se encuentran en una situación de total vulnerabilidad y privados de la ayuda humanitaria que les podría salvar la vida, debido básicamente a tres factores: la obstrucción deliberada de la ayuda de emergencia, la violencia contra los trabajadores humanitarios y la intensidad de los conflictos.
En Colombia, el lugar con más desplazados del mundo -cerca de tres millones y medio, la violencia sexual contra las mujeres, considerada como un crimen contra la humanidad, goza de impunidad generalizada. Se calcula que dos de cada diez mujeres desplazadas han sufrido algún tipo de violencia sexual perpetrada por los diversos grupos armados del conflicto. Sin embargo, ésta sigue siendo una realidad invisible dentro y fuera del país.
En Afganistan, el número de víctimas civiles en 2008 ha sido el más alto de los últimos siete años. En el primer semestre de este año han muerto por el conflicto más de 800 civiles, lo que supone un incremento del 24% en relación al mismo período del año pasado. Además, hay que añadir las trabas y problemas que ha tenido la ayuda humanitaria. Más de 30 trabajadores humanitarios han sido asesinados, 78 raptados, y se han registrado ataques en 176 zonas en las que operaban ONG en terreno, forzando a muchas a parar sus actividades. En la Franja de Gaza el bloqueo económico, unido a la reciente operación militar Plomo Fundido lanzada por el Gobierno israelí, ha tenido un impacto devastador en las vidas y en los medios de subsistencia de un millón y medio de habitantes.
En el barrio de Zaytoun, en la ciudad de Gaza, el ejército israelí ha arrasado granjas enteras. De acuerdo con el Programa Mundial de Alimentos (PMA), se estima que entre el 35 y el 60% de la tierra agrícola de Gaza ha sido dañada por la acción militar que culminó la política de cierre que conllevó 19 meses de bloqueo. El continuado cierre de fronteras y las operaciones militares afectan a la población civil de Gaza de forma indiscriminada, y constituyen un castigo colectivo contra hombres, mujeres y niños, lo que contraviene el Derecho Internacional Humanitario.
En la República Democrática del Congo, a principios de año, una operación militar apoyada por la ONU desencadenó una espiral de violencia que afectó directamente a la población civil y que provocó una ola de 250.000 nuevos desplazados, que todavía no han podido volver a sus hogares y dependen únicamente de la ayuda humanitaria.
La lista de casos es interminable. Ante esta situación lo más fácil sería afirmar que las Convenciones han fallado, pero esta actitud revelaría pereza intelectual y sería totalmente contraproducente. Nuestro deber es reaccionar contra estas violaciones sistemáticas con rabia y determinación, nunca con resignación. La responsabilidad de proteger a las poblaciones civiles puede incluso ser apoyada por argumentos realistas, o sea, razones que convenzan a los combatientes de que deben respetar las Convenciones de Ginebra, en beneficio de ellos y de todos.
Ariane Arpa, directora general de Intermon Oxfam

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