domingo, 28 de enero de 2018

NUEVO RETO DE JORGE GOICOECHEA, EMPRESARIO HOSTELERO DE BERBINZANA

Parece que todos los locales que toca los convierte en oro. Jorge Goicoechea, propietario de La Mandarra de la Ramos y el Katuzarra, ambos en la calle San Nicolás, acaba de ponerse manos a la obra para relanzar “a finales de febrero o principios de marzo”, según confirma, el Mesón de la Tortilla de la plaza de Navarrería. El hostelero de Berbinzana no deja de asumir retos. En julio del año pasado cogió las riendas de Cafés Moreno, en la calle Paulino Caballero, en obras desde septiembre. Las dos bajeras se van a convertir en un gran local de 300 m2 para antes de San Fermín, con cafetería y despacho de café y pan gourmet. Y también en el Casco Viejo, esta vez dirigido por su mujer, abrirá en unos días en Pozoblanco, 18, el Café Fika.
Hace unos días, los antiguos dueños bajaban la persiana del popular bar Mesón de la Tortilla, que acaba de comprar Goicoechea con su amigo Alberto Solana: “Vamos a seguir contando con Patxi, que ya conoce la Tortilla, y después va a haber un equipo nuevo de unas 8 o 10 personas”. Goicoechea señala que el establecimiento va a “mantener el nombre”, y quieren “potenciar el servicio de día, el buen vermú, y apostar por la reina, la tortilla de patata”, además de un menú del día, que quieren que sea especial. “No el típico sino otro más alternativo, más informal, con ensaladas y verduras”, explica. En estos momentos, el bar se encuentra en obras, porque “le estamos dando una lavada de cara”. Se calcula que durarán un mes, por lo que espera reabrirlo a finales de febrero.
Para antes de San Fermín quiere tener listo también el reformado local de Cafés Moreno, para el que han añadido la bajera anexa y remodelado todas las infraestructuras, incluso la entreplanta. Las obras comenzaron en septiembre, y van a suponer un establecimiento de 300 m2, dedicado al “buen café”, con despacho de pan gourmet y café, amén de desayunos, pinchos y menú del día. Contará con 15 personas de equipo. Y en Pozoblanco, 18, esta vez bajo la dirección de su mujer, en unos días abre al público Café Fika (recibe el nombre de la tradición sueca del café), así que no para. Preguntado por su éxito, Jorge Goicoechea reconoce que “me encantan los retos, me gusta lo que hago”. ¿Cómo es posible? “Llevo 11 años en esto, más de la mitad de mi piso hipotecado y todo lo que gano lo invierto en mis locales, porque no se trata de hacerse rico”. Porque, según añade, “los bancos nos siguen dando créditos, y las cosas funcionan y los vamos pagando”.
Diario de Noticias

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