De la única parte de donde no se vuelve, es del ridículo. La delegación que la candidata ultraderechista peruana Keiko Fujimori envió a Washington para reunirse con el secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA) para exigirle una auditoría internacional de las elecciones que perdió ante el maestro rural Pedro Castillo, fue un fracaso, un papelón internacional.
Mientras, los discursos golpistas de la derecha y ultraderecha tensan más un ambiente ya muy crispado, en el que afloran expresiones racistas contra Castillo. “Terruquitos, no se escondan, quiero verlos en la fosa, de sus tripas voy a hacer cebo”, amenazan los cánticos, en ritmo y tono militar, de manifestantes de ultraderecha que marcharon por las calles de Lima contra Castillo.
“Terruco” es sinónimo de terrorista y también tiene un fuerte contenido racista. La derecha lo usa para descalificar a la izquierda e identifica a los sectores populares, a los pobladores andinos y rurales, a los votantes de Castillo, como “terrucos”.
Cinco días antes, la difusión de una serie de audios, entre ellas una de Vladimiro Montesinos, jefe de inteligencia durante el gobierno de Alberto Fujimori, hoy encarcelado, dejó al descubierto una conspiración para descarrilar el proceso electoral en Perú e imponer en la presidencia a la candidata derrotada en las urnas, Keiko Fujimori.
Keiko buscaba en Washington una salida al estilo del golpe en Bolivia para cambiar su derrota en triunfo, pero se encontraron con que hasta Almagro se les escondió y la delegación, integrada por dos congresistas electos y dos exministros, sólo se pudo reunir con un funcionario, Gerardo de Icaza, del departamento para la Cooperación y Observación Electoral. Ya no estaba Donald Trump en el gobierno y Almagro prefirió no dar la cara.
Si la OEA dispusiera una auditoría al proceso electoral peruano, desautorizaría a su propia misión de observadores que avaló públicamente la limpieza de las elecciones, al igual que todas las otras misiones de observación internacional y nacional. El mutis de Almagro deja la sensación de que no piensa hacer ningún gesto público a favor de una auditoría de la OEA a las elecciones peruanas.
Y luego protagonizaron el segundo papelón:convocaron una conferencia de prensa y se encontraron con un salón desierto de periodistas. Allí estaban sin auditorio, entre los cuatro el almirante en retiro y congresista electo Jorge Montoya, activo promotor de un golpe para impedir que Castillo asuma la presidencia, y le hablaron a las sillas vacías.
Pero héte aquí que una de las pocas personas presentes era la investigadora y politóloga peruana Francesca Emanuele, quien les dijo “Ustedes están aquí como golpistas. Por eso es que la prensa no está aquí, porque internacionalmente ustedes son vistos como golpistas”.
Keiko no admite su tercera derrota electoral consecutiva y denuncia sin pruebas un supuesto fraude, a sabiendas que le esperan 30 años de prisión por fraude y corrupción, de los que sólo se salvaría si fuera presidenta. Pretende anular votos de Castillo (que ganó por una diferencia de 44 mil sufragios) para dar vuelta el resultado y para ello fue en busca de Almagro y de la OEA, su última carta antes de seguir alentando un golpe militar.
Luego del fracaso de las gestiones ante la OEA y ante la desesperación de las élites por la victoria de un candidato que promete un gobierno popular, Alfredo Barnechea, excandidato presidencial en 2016 y ahora aliado de Keiko en el frente de derecha-ultraderecha, pidió abiertamente una intervención militar y la formación de un régimen cívico-militar que impida que asuma Castillo, al que tilda de “comunista” y “terrorista”.
“El fracaso en la OEA ha determinado que Barnechea haga ese llamado golpista a un frente cívico-militar, que es un adelanto de lo que promovería Keiko, aunque en este momento no lo dice, cuando se confirme el fracaso de su pedido a la OEA”, señaló el sociólogo Alberto Adrianzén.
Keiko y sus aliados vociferan que sin una auditoría de la OEA no reconocerán el resultado electoral ni la legitimidad del próximo gobierno. Intentan deslegitimar a Castillo cuestionando su victoria y así debilitarlo y desestabilizar su gobierno para derrocarlo, lo que podría incluso canalizarse a través del próximo Congreso, donde la derecha tendrá mayoría.
Sin duda, hay una abierta campaña racista contra Castillo y sus seguidores y el fujimorismo pareciera buscar el desborde, una reacción violenta de la gente, antes de la asunción del maestro rural dentro de tres semanas, que facilite a los militares a tomar el control del país.
Mientras, Castillo afirmó que “El 28 de julio, iniciando el mensaje a la Nación, vamos a ponerle frente al Congreso el primer pedido del pueblo: que agende inmediatamente la instalación de la Asamblea Nacional Constituyente para hacer con el pueblo la primera Constitución del pueblo”. “La lucha recién empieza”, aclaró, y demandó a sus seguidores a prepararse “no sólo para estar en este Gobierno sino para sostenerlo”.
Mariana Álvarez Orellana. Antropóloga, docente e investigadora peruana, analista asociada al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (en Rebelión)
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