Resulta patético escuchar a las autoridades “competentes” en la custodia de nuestro territorio lamentarse de las terribles consecuencias de incendio forestal acaecido ayer en el Vedado de Eguaras. Si uno busca en la hemeroteca podemos encontrar precedentes que son bastante esclarecedores.
09 de julio del 2010, un incendio forestal arrasa 47 hectáreas en el Vedado de Eguaras.
28 de Junio del 2011 otro incendio arrasa otras 47 hectáreas en el Alto de los Tambores, próximo al Vedado de Eguaras.
09 de Julio del 2016 una cosechadora provoca un incendio de 4,5 hectáreas en el Vedado de Eguaras.
20 de Julio de 2021, se consuma la tragedia, un cuarto incendio provocado nuevamente por una cosechadora arrasa más de un tercio de las 1.225 hectáreas del Vedado de Eguaras.
Hay que recordar que apenas quedan unas 5.000 hectáreas de pinares de origen natural en la ribera Navarra, cuyos mejores exponentes son, sin duda, las caídas de la Negra, el Vedado de Eguaras y los pinares de Lerín. Estas masas naturales, vestigios de la vegetación que antiguamente cubría grandes extensiones de la Ribera, albergan una enorme y rica biodiversidad y por ello han sido catalogado como Hábitat de Interés Comunitario por la UE.
Responsables de Medio Ambiente del Gobierno de Navarra, no, no basta con lamentarse. Ustedes tienen la obligación y responsabilidad de velar por la conservación de este espacio único en la Ribera. ¿Tan difícil resultaba establecer un cortafuegos entre los campos de cultivo y el Vedado de Eguaras?, o coordinarse con los escasos agricultores de cereal extensivo para enviar un retén de bomberos mientras se realizan las labores de cosecha en determinadas áreas.
Aunque el fuego ha sido históricamente parte esencial del paisaje Mediterráneo, el cambio climático cada vez hace más complicada la restauración natural tras los incendios, cada vez más frecuentes, ocasionados por el ser humano. Nos enfrentamos a un futuro incierto en el que no podemos incluso ni predecir la propia capacidad del ser humano para adaptarse a los cambios drásticos y rápidos del clima que predicen los modelos.
Necesitamos una inversión forestal adecuada para la Ribera, centrada básicamente en conservar y preservar las escasas masas forestales naturales y, al mismo tiempo, potenciar la naturalización de las masas reforestadas. Necesitamos permitir que los bosques se desarrollen y se extiendan de forma natural respetando los perímetros de crecimiento.
Pero, sobre todo, necesitamos que la sociedad civil ribera despierte de su conformismo y ponga el medio ambiente en la agenda política local. El cambio climático nos va a afectar más que a ninguna otra comarca de Navarra y tenemos que prepararnos para sus consecuencias.
Rafa Sánchez Martínez, en Plaza Nueva
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