Ante la más que preocupante amenaza que a diario nos avisa de la "sexta extinción planetaria" provocada por el cambio climático, nos obliga a ser muy prudentes con las decisiones que tomemos sobre los temas que afectan al medio ambiente y la sostenibilidad del Planeta Tierra.
A la vez, nos exige redoblar los esfuerzos por intentar redirigir, si es que todavía es posible, la dirección que como modelo de sociedad hemos desarrollado inconscientemente durante siglos, especialmente en los últmos doscientos años. El no hacerlo ahora, puede llevarnos a situaciones límitea a corto plazo, con sufrimientos y adversidades garantizados para todos, especialmente para nuestros hijos y nietos.
Entre las acciones cercanas que están a nuestro alcance para mitigar las altas temperaturas y la disminución de la pluviometría, está la reforestación de zonas carentes de árboles, arbustos, etc., así como mantener y conservar los espacios arbóreos existentes.
En nuestra Comunidad y durante años, se ha llevado adelante inconscientemente talas de todo tipo, unas veces buscando el rendimiento económico y otras porque los árboles estorbaban para realizar cualquier proyecto de infraestructuras, urbanizaciones, etc. Esto delata el poco valor que tanto la sociedad, como las Instituciones han dado y dan a los árboles.
Y no es porque estos no tengan protección en nuestra legislación, sino porque no se cumple ya que nadie lo pide. La Ley Foral 13/1990, de protección y desarrollo del patrimonio forestal de Navarra, en su artículo 23 dice:
“1.-En los proyectos de construcción de infraestructuras de interés general en los que se produzca disminución de la superficie forestal, se incluirá proyecto de reforestación o de restauración forestal en la zona afectada de una superficie no inferior a la ocupada.
2. La Administración Forestal analizará la superficie forestal que resultaría destruida o inundada por los proyectos de construcción de infraestructuras de interés público y emitirá informe preceptivo y vinculante sobre la adecuación de los proyectos de reforestación o de restauración forestal presentados con los mismos.”
La pregunta es inevitable... ¿Donde se ha restituidos los árboles talados en la construcción de las autovías, autopistas, carreteras, urbanizaciones, Canal de Navarra, Recrecimiento de Yesa, obras del TAV y un largo etc.? Esto lo deberían contestar los Ayuntamientos y el Gobierno de Navarra, pero para empezar, habría que contabilizar los árboles que se talan en cada proyecto, cosa que no se hace.
Un plan preocupante es el que el Ayuntamiento de Lerín pretende llevar adelante. El mismo contempla la tala de alrededor de 25.000 pinos de gran porte, con edades entre 60 y 8o años y que pueden vivir hasta los 140. La razón aducida es gestionar debidamente el conjunto del los Pinares de Lerín, propiedad comunal que gestiona el Ayuntamiento.
Dudamos que ese sea el vedadero propósito... y conociendo que Medio Ambiente del Gobierno de Navarra concede ayudas técnicas y económicas para esos fines, lo exigible es que el Consistorio reconsidere el proyecto de talas y gestione ese maravilloso pinar con criterios sostenibles ambiental y socialmente.
Lerín cuenta con mas de 700 ha de pinares (Pino Alepo-Carrasco) en suelos pobres con alto contenido en yeso y materia arcillosa. Esta especie forestal es muy resistente a la aridez, por lo que es apropiada para prevenir la erosión de esos suelos aportándoles materia orgánica. Soporta muy bien altas temperaturas y sequías prolongadas, por tanto, las actuales plantaciones justifican plenamente su función ambiental. También enfrían la atmósfera, dan cobijo a otras especies vegetales y animales, realizan una función social recreativa - deportiva y turística y son captadores y acumuladores hídricos. Además y esto es muy importante, cumplen una función de sumidero de gases causantes del calentamiento global, aspecto vital que no deberíamos olvidar.
Por todo lo dicho, los 25.000 árboles de los Pinares de Lerín candidatos a ser eliminados, se merecen una amnistía por parte del Ayuntamiento. Tanto el medio ambiente, como el vecindario lo agradecerían.
Juan del Barrio, miembro del Consejo Navarro de Medio Ambiente
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