El domingo se celebrarán en Bilbao, Donostia, Gasteiz, Pamplona y Baiona actos organizados por el movimiento ciudadano “Gure Esku Dago” en defensa del ‘derecho a decidir’ del Pueblo Vasco. Hace un año esta misma plataforma organizó la llamada cadena humana que unió Durango con Iruña y reunió en torno a ciento cincuenta mil personas, que participaron con ilusión y esperanza. Una iniciativa ciudadana que inicialmente miró a Escocia que como se sabe representa un referente inequívoco del ejercicio pactado del derecho a decidir. Sin embargo, más tarde dirigió su mirada a los cambios que se estaban operando en Cataluña, cuya expresión más clara eran las multitudinarias manifestaciones y especialmente el proceso social e institucional que culminó con la consulta del 9N. Lo que esta sucediendo en Cataluña representa para iniciativas como Gure Esku Dago un modelo de participación y un ejemplo de articulación social de la voluntad ciudadana en torno al derecho a decidir. Pero también representa algo más. Representa una manera de ejercer su propio liderazgo, condicionando el liderazgo y la agenda de las formaciones políticas y de las instituciones. La iniciativa del domingo tiene como mensaje central ‘Gaur hautetsontzia, bihar erabakia’ (Hoy la urna, mañana la decisión). Se trata de confeccionar urnas gigantes en cada una de las capitales con los retales de tela que se aportarán desde los municipios que se han sumado a la iniciativa. La construcción de la urna constituye el referente simbólico de la exigencia de un cauce legal para que los ciudadanos puedan expresar su voluntad sobre el futuro político del Pueblo Vasco, incluida la opción de crear un estado propio. Con la iniciativa del domingo, como con la cadena humana del año pasado, a mi juicio, principalmente se pretende tejer voluntades diversas y aunarlas en torno al derecho a decidir, más que iniciar un proceso de puesta en marcha del ejercicio de este derecho en toda Euskal Herria. Tratan igualmente de erigirse en entidad reconocida y legitimada a fin de evitar que el derecho a decidir sea objeto de controversia y confrontación entre las formaciones políticas, especialmente entre el PNV y EHBildu, pues cuestionaría la viabilidad de la articulación de una voluntad mayoritaria, así como su operatividad. El derecho a decidir se entiende y se defiende como un principio democrático, como una aspiración política legítima que debe tener su cauce legal para su ejercicio en un sistema democrático, especialmente cuando es solicitado por una mayoría de los representantes de una comunidad política y jurídica a través del acuerdo institucional pertinente. No se trata de una discusión jurídica sobre la existencia o no en el ordenamiento jurídico interno o internacional del derecho a decidir o, en su caso, del derecho de secesión, sino más bien de habilitar los cauces para que una comunidad política reconocida, como puede ser Cataluña o Euskadi, pueda ejercer su derecho a manifestar su voluntad y a que la misma sea tomada en consideración por el Estado español mediante la negociación pertinente. Sin embargo, la aplicación del derecho a decidir en Euskal Herria tiene otros problemas y otras dificultades, además de las derivadas del ordenamiento jurídico. Son las dificultades que tienen su causa en la inexistencia de una comunidad jurídico-política que integre a la población de todos los territorios de la llamada Euskal Herria. De ahí que nos encontremos en la práctica con tres sujetos jurídicos y tres ámbitos distintos de decisión. Refiriéndonos a las comunidades de Euskadi y Navarra, está claro que en aplicación del principio democrático del derecho a decidir ambas se constituyen en sujetos de decisión independientes. Una realidad que ha sido reconocida ya por las fuerzas abertzales que actúan en Euskadi y en Navarra. Esto hace que resulte extremadamente complicado, por no decir imposible, que se pueda dar en la práctica un proceso unitario de decisión, no ya con Iparralde, sino entre Navarra y Euskadi. De ahí que sería muy importante que desde ahora se reconociera esta realidad y que en lugar de hablar de una urna y una decisión, se comenzara a reflexionar sobre urnas, preguntas y decisiones distintas. Es decir, de un mismo derecho con sujetos y ámbitos de decisión distintos, lo cual introduce una enorme complejidad.
Xabier Gurrutxaga
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