sábado, 20 de junio de 2015

EL VIEJO RÉGIMEN NAVARRO, DE LA INCREDULIDAD AL DESCONCIERTO

Nadie en su sano juicio hubiera predicho antes del 24M que dos referencias del régimen navarro como Julián Balduz (exdirigente del PSN y exalcalde de Iruñea) y Santiago Cervera (antiguo líder de UPN y PP y exportavoz del Gobierno foral) saludarían hoy la llegada del cambio como algo positivo. Pues es lo que ha ocurrido esta semana, y revela el estado de descomposición del bloque que ha mandado en Nafarroa desde hace décadas, desde siempre. Si lo dicen sinceramente, resulta concluyente. Y si solamente hablan desde el rencor, demuestran la sangría interna de quienes nunca pensaron que podían perder.

El proceso de autodesmantelamiento en tiempo récord es digno de estudio. La coalición UPN-PSN solo duró un año, hasta junio de 2012. UPN quedó dividido al 50% en el congreso de 2013. El PP, que antes había roto con UPN, se quedó sin presidente y con una gestora en 2014. Yolanda Barcina se autoproclamó candidata y se retiró en el último minuto dejando todo en manos de un «don nadie» llamado Javier Esparza. El régimen llegó a las urnas dividido en cinco siglas, cuatro de ellas a la baja (UPyD andaba también por ahí) y una nueva pero errática (Ciudadanos). Su mayor aportación en campaña fue traer a Mario Vargas Llosa a hablar contra los nacionalismos. Una ruina.

Pero esto es solo en la arena política. Ninguno de los otros soportes del régimen compareció a la batalla final. Las conocidas refriegas entre las redes clientelares de la era de Miguel Sanz y la de Barcina se han traducido en deserción. La Confederación de Empresarios de Navarra estaba tan preocupada en reclamar colaboración UPN-PSN que no pareció reparar en que esta vez la suma no sería suficiente. Otro tanto UGT y CCOO, ambos de capa caída. Del Opus Dei ya se sabe que no entra en política... públicamente. Y quien pensaba que ‘‘Diario de Navarra’’&flexSpace;haría el trabajo sucio no reparó en que, también enfangado en crisis, ya no llega a todos los hogares, y su mayor incidencia política hace mucho está... en el chiste de la contraportada.

El mes anterior a las elecciones, todos los informes internos y encuestas vaticinaban que el régimen aguantaría. Fue solo el último error de entre muchos. 
Tras haberse descartado misteriosamente la coalición UPN-PP que se preveía imprescindible un par de años antes (Sanz aseguró incluso que Barcina y Cospedal ya la tenían atada), se impuso la tesis de que lo más efectivo era concentrar todo el voto en UPN. Y, con ‘‘Diario de Navarra’’ como ariete, la campaña de la derecha fue cruenta contra Ciudadanos, tildado de partido antiforalista a quien ningún navarro de bien podría votar. El resultado fue nefasto: C’s se quedó a 200 votos de un escaño, pero se llevó 10.000 sufragios. Con un resultado algo mejor o algo peor, el régimen hubiera salvado su mayoría parlamentaria. A los líderes del cambio les convendrá mucho no olvidarlo a lo largo de estos cuatro años.

De la ética mostrada en la CAN o en la UPNA ya está todo dicho, pero además Barcina ha puesto tantas piedras en el camino del régimen que con ellas se le podría levantar un monumento a la ineptitud política. Aquí van solo cuatro ejemplos: 1) Echó al PSN del Gobierno, todavía sin explicación clara hoy, condenándose a la minoría en el Parlamento. 2) Se empecinó en no adelantar elecciones cuando la situación solo podía seguir empeorando para los suyos. 3) Acaparó todo el poder en UPN pese a haber derrotado a Alberto Catalán por la mínima. 4) Su paso adelante-paso atrás evitó que el partido pudiera lanzar un candidato o candidata nuevo e ilusionante con tiempo.

UPN siempre podrá consolarse con otra inoperancia mayor: la del PSN. El partido inventado en los 80 (no se desgajó del PSE hasta 1982) siguió siendo bastión del régimen en los 90 pese a los escándalos de corrupción de la era Urralburu. Fue ya en este siglo, y curiosamente por la concentración de voto en Nafarroa Bai que se derivó de la ilegalización de Batasuna, cuando cayó a tercera fuerza y quedó así reducido a bisagra (2007). Sin embargo, una bisagra solo lo es si sabe girar en dos direcciones, y tras ocho años percutiendo solo hacia un lado el electorado le ha dejado sin función alguna, fuera de juego. Las caras de funeral de María Chivite y sus compañeros en la noche del 24 tenían esta explicación, más allá de la caída en votos y escaños.

El escenario no solo es insólito, sino también inesperado para el antiguo régimen. Y de nuevo aquí hay que mirar más allá de la política. 
El dato de que UPN solo retiene una alcaldía menor dentro de las 20 mayores del herrialde es demoledor, pero tampoco controla hace tiempo la Cámara de Comptos, ni el Defensor del Pueblo, ni medios de difusión realmente influyentes, ni la UPNA (el barcinista Jorge Nieto perdió las elecciones hace un mes y lejos quedan los tiempos en que UPN mandaba allá a través del luego parlamentario Antonio Pérez Prados)... En el ámbito sindical, la primera fuerza en la Administración foral es LAB y la segunda ELA, otro aguijonazo en su mayo horribilis. Hasta Osasuna se escapa irremisiblemente de las manos de UPN; Iñigo Huarte, director general con Barcina, era el directivo oculto en la actual junta, pero ahora el nuevo Gobierno decidirá si necesita ahí un interventor y quién es.

En estas condiciones, habrá que ver cómo se reposicionan todos aquellos que han vivido del pesebre foral, del Opus a la UGT pasando por constructoras, cuadros de designación política... Ni en sus peores pesadillas tuvo la Nafarroa diseñada por Aizpún, Del Burgo y Urralburu tal panorama delante. Su mayor poder actual está en la Delegación del Gobierno español, en algunos juzgados... y en las hipotecas que ha dejado en las arcas forales, como bombas de relojería en el camino del cambio.

El desconcierto se palpa en los dos discursos ante el nuevo tiempo. Mientras Barcina, Enrique Maya y algunas tribunas mediáticas han cavado una trinchera para seguir con el «discurso del miedo» a EH Bildu (que se ha demostrado tan poco efectivo), se alzan voces como la de Sanz instando a aceptar la nueva situación o la de blogs que alientan la autocrítica interna.

En UPN esto se traducirá sin género de dudas en un congreso extraordinario, para el que Sanz parece no solo dispuesto, sino también favorito dado el desastre sembrado por su rival Barcina. Sin embargo, ¿en serio puede encarnar el corellano, que ha llevado el timón durante dos décadas, alguna renovación? La decisión de mantener como portavoz parlamentario a Carlos García Adanero ya se cuestiona internamente. Así que junto a la pregunta de si UPN quiere renovarse está la de si puede realmente hacerlo, y con quién.

No hay un desierto ante el régimen; hay varios. No tiene poder, tampoco tiene recursos, ni líderes. Y sobre todo, no tiene ideas. 
La hegemonía de estas tres décadas se ha cimentado sobre tres pilares que ya no existen. Desde la perspectiva social, se ha derrumbado el mito de que Nafarroa era un paraíso gestionado por la mano sabia de UPN, dejando un cuadro desolador de despilfarro, corrupción y recortes. Desde la perspectiva política, ha emergido una nueva mayoría muy consciente de que Nafarroa no decide nada, sino que lo hace Madrid, lo que borra el ADN de UPN. Y desde el punto de vista argumental, ni siquiera tiene ya a ETA como excusa, y los intentos de perpetuarla quedan cada vez más ridículos.

Hará falta que pasen varias fases (aceptación, duelo, reconocimiento, análisis...) para que este bloque defina cómo va a afrontar el futuro. Pero las fuerzas del cambio tienen muchos mecanismos en su mano para agudizar sus crisis y contradicciones y evitar que el antiguo régimen siembre ahora la semilla de otro nuevo en el futuro.

Aritz Intxusta, en GARA

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