El último “Navarrómetro” y los sondeos electorales que poco a poco vamos conociendo sobre el momento electoral de Navarra y el previsible vuelco electoral del próximo mayo, con la presencia de un mínimo de cinco fuerzas políticas ampliable a 7 o incluso 8 en el Parlamento foral, si es que este se produce finalmente puesto que no parece fácil desmontar la red clientelar en que han convertido Navarra los casi 35 años de gobierno UPPSN, han puesto de máxima actualidad la política de pactos que veremos para la formación del próximo gobierno de Navarra y, sobre todo, cuales son las “líneas rojas” de las fuerzas que pueden protagonizarlo.
En el caso de UPN y PP, si los segundos alcanzan representación parlamentaria en caso de concurrir separadamente supuestos sobre los que albergo serias dudas, no están tanto en las que pueden poner ellos, teóricamente EH Bildu y Podemos, y en la práctica solo los primeros, sino en las que puedan poner los demás respecto a ellos, no es fácil alcanzar acuerdos con quienes has estado ninguneando y excluyendo durante tanto tiempo, igual que no lo es mucho más sutraerse a la tentación de mandarlos a la oposición tras la mas caótica legislatura que ha vivido Navarra desde la transición, con un solo presupuesto aprobado de cuatro posibles y el record absoluto que supone que el Ayuntamiento de la capital tenga el dudoso honor de no haber aprobado ni uno solo con el agravante que supone para la inteligencia, encima, repetir candidato. Y todo ello sin olvidar el roto que han protagonizado con las arcas forales y el descosido que supuso el final traumático de la CAN.
Más difícil todavía lo tiene el PSN, probablemente quienes más van a sufrir el rechazo del electorado. Lo que en otras ocasiones ha supuesto una gran ventaja, la capacidad de poder pactar casi con cualquier fuerza política del escenario navarro, se ha convertido en un auténtico boomerang por la nula capacidad de gestionar esa ventaja que han demostrado. Si el famoso “agostazo” fue un auténtico drama para las fuerzas del cambio en Navarra, no había ni una sola razón objetiva ni subjetiva que justificase tal despropósito, con la IA ilegalizada y la presidencia en sus manos por la generosidad de la entonces segunda fuerza; Nafarroa Bai, años tendrán para arrepentirse de aquella decisión, su continuación formando primero un gobierno de coalición con quienes habían dicho en campaña querer arrebatar el poder y siendo incapaces de desalojarlos cuando fueron expulsados del gobierno en uno de los sainetes políticos más absurdos que se pueden llegar a ver, el gobierno de Barcina no hubiera durado ni quince días desde el desalojo de Jiménez en una democracia medianamente normal, los ha dejado absolutamente solos.
Es evidente que oirán los cantos de sirena de UPN, la CEN, los sindicatos UGT y CC.OO. y algunas otras “fuerzas vivas” de Navarra, pero el batacazo promete ser de tal magnitud que ni por esas podría ser posible perpetuar el esquema de poder actual, luego su mirada se tendrá que volver a la hasta ahora oposición, algo realmente difícil cuando no se ha abordado una reforma en profundidad y su cambio se ha limitado a una operación estética de cambio de caras y cuando desde ya se establecen líneas rojas con parte de ella, en previsiblemente mucha mejor posición que ellos para establecerlas. La capacidad de los socialistas navarros de vivir en un universo paralelo no es fácil de emular.
Luego está Podemos, la gran novedad del panorama político navarro y su gran incógnita. En principio no debieran tener ningún problema en pactar con ninguna de las actuales fuerzas de la oposición pero sin programa ni líderes definidos, estos últimos los conoceremos dentro de unos días y lo primero algún tiempo después, lo mismo pueden ser un agente activo del cambio que convertirse en una especie de PSN 2.0 dependiendo de sus resultados y, sobre todo, de su autonomía territorial. Su proceso constituyente y algunos tics jacobinos de sus principales líderes no llaman precisamente al optimismo pero no tienen en su contra la pesada carga que arrastran sobre sus espaldas los socialistas navarros; la memoria del electorado. Debieran estudiar detalladamente la trayectoria del PSN y tomar buena nota de sus consecuencias si no quieren ser una anécdota en el devenir político de Navarra.
Y que decir de EH Bildu, de salida, no tienen más líneas rojas que los partidos que han constituido el régimen político de Navarra durante los últimos 35 años, otra cosa será las que tengan todos los demás con ellos, así como en el caso del PSN la memoria es una pesada losa que opera en su contra. Es evidente que a estas alturas son una fuerza absolutamente legal y que el aparheid político no puede durar ni un minuto más en Navarra, ni con ellos ni con absolutamente ningún otro. Su capacidad de pacto estará en función de sus resultados electorales y, sobre todo, de la flexibilidad que demuestren. Si han bajado del monte definitivamente serán un agente valioso con el que contar y contrariamente a lo que pudiera parecer la peculiar elección de su cabeza de lista puede ser una buena noticia de cara a un entendimiento plural.
¿Y Geroa Bai? Geroa Bai como heredera natural de aquella Nafarroa Bai que pudo ser y no fue, y que tras el sorprendente resultado de las generales de 2011 se puede convertir en uno de los protagonistas principales del cambio, también sus resultados serán fundamentales a la hora de definir ese papel, puede ser si consigue alcanzar la segunda o tercera posición como fuerza política el mejor garante del cambio, dada la capacidad que posee en el momento actual de interlocución con casi todo el arco parlamentario y la personalidad de su líder. Esa posición de cauce central en la política navarra le debe llevar a jugar un papel de integración y a no tener línea roja alguna, incluso a ser garante de que un posible gobierno de cambio no suponga la exclusión de los que hasta hoy han gobernado Navarra. Un gobierno de cambio integrador no puede actuar con la oposición como lo ha hecho UPN con todos los que hasta hoy la han compuesto; mediante el rodillo y la imposición.
Quedan, por último, los minoritarios, aquellos también pueden jugar su papel en este escenario complejo. Izquierda Ezkerra, que como Geroa Bai debe ser un elemento de integración en ese posible escenario de cambio y la, posible aunque improbable, irrupción de C’s o UPyD que no serían más que apósitos de UPPN.
Los resultados de mayo y la capacidad de gestión de las fuerzas del cambio tendrán la última palabra.
Ander Muruzabal, en Nafar Herria
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