La guerra civil desatada en Ucrania ha abierto un nuevo enfrentamiento entre EEUU y algunos estados europeos frente a Rusia. Esta confrontación con Rusia está haciendo renacer a la OTAN, un organismo que desde la desaparición de su enemigo, el Pacto de Varsovia en 1991, malvivía buscando objetivos donde dirigir su estrategia militar. Pues a pesar de que en 2010, redefinió su estrategia con la aprobación del Nuevo Concepto Estratégico, que le permitía pasar de organismo defensivo del Atlántico Norte, a intervenir en todo el planeta, nunca ha sabido afrontar, sin divisiones internas las diversas intervenciones en que decidió actuar, sobre todo en las más importantes, en Serbia, Afganistán y Libia, a pesar de que el liderazgo siempre ha recaído en manos de EEUU. Pero imponer sus directrices al resto de países no siempre ha sido fácil. Esa dificultad proviene de la propia diversidad de sus miembros, no es fácil conjugar y hacer coincidir los intereses geoestratégicos de 28 estados, especialmente desde la integración de los que estuvieron bajo la influencia de la URSS.
El conflicto de Ucrania es un claro ejemplo de ello. Mientras EEUU busca una confrontación directa con Rusia, ayudando militarmente y quizás enviando armas al gobierno de Kiev, una propuesta que Obama está sospesando. La mayor parte del resto de miembros de la OTAN se resisten a ello, empezando por Alemania y Francia, que tan solo admiten ayuda civil y desestiman la militar, aunque sí que están de acuerdo en imponer más sanciones a Rusia. Tampoco en eso todos coinciden, el nuevo gobierno de Alexis Tsipras de Grecia ha anunciado que impedirá las sanciones a Rusia, mientras que Polonia y las tres repúblicas bálticas han dispuesto ayuda militar y el envió de armas al gobierno de Poroshenko de Kiev.
Pero a pesar de las disensiones internas, EEUU y algunos de sus aliados, España entre ellos, no tienen ningún reparo en que la OTAN se lance a intimidar militarmente a Rusia, para contrarrestar el apoyo de Putin a las repúblicas rebeldes de Donesk y Lugansk de Ucrania. Esa estrategia demuestra conocer poco a Putin, quién frente a todos los desafíos que le han lanzado, tanto en Chechenia, como en Osetia, Abjasia y Ucrania no ha tenido ningún reparo en enviar a su ejército.
Los enfrentamientos entre EEUU y Rusia vienen de lejos. El primero y más importante es el pacto no escrito entre Gorbachov y Reagan dónde éste se comprometió a no ampliar la OTAN con países fronterizos con Rusia. El segundo y no menos grave, ha sido el despliegue del escudo antimisiles, tanto sistemas de vigilancia como baterías de misiles se han instalado en Rumania y Polonia; como dos destructores en Rota, España, que incorporan también interceptores de misiles. Alguien se imagina la reacción de EEUU ante el despliegue de una batería de misiles en México por parte de Rusia, China o Irán.
Además, la OTAN, con la crisis de Ucrania acaba de aprobar la creación de una Fuerza de Intervención Inmediata de 5.000 efectivos dispuesta a entrar en acción como punta de lanza en el flanco oriental frente a Rusia. Fuerza que en su primer mandato liderara España a la que aportará 3.000 efectivos y en su segundo año 1.000 más. A sí mismo, la OTAN ha enviado aviones de combate a las tres repúblicas bálticas para proteger el espacio aéreo, a la que España contribuirá con tres EF-2000.
En Europa las disensiones de cómo abordar los conflictos con Rusia son dispares. Mientras los estados de la Europa oriental que estuvieron bajo el yugo de la URSS están amedrantados por la anexión de Crimea y el conflicto en el Dombás de Ucrania, por el temor de que les pudiera pasar algo similar. El resto de estados occidentales temen que la escalada bélica contra Rusia ponga en peligro los fuertes intereses de interdependencia económica que tienen con Rusia, sobre todo el gas.
El hostigamiento a Rusia solo presagia nuevas confrontaciones y conflictos, sobre todo conociendo el nacionalismo exacerbado del plutócrata Putin que no permitirá verse humillado por EEUU y sus aliados europeos, y su respuesta será acentuar su presencia militar tanto en el Dombás, como en Crimea, Transdniéster (Moldavia), Kaliningrado, Osetia del Sur y Abjasia para hacer frente a la OTAN.
La OTAN, para desgracia de Europa, con el hostigamiento a su viejo enemigo y sus predecibles respuestas ha vuelto a renacer. El conflicto de Ucrania ha servido a la OTAN como excusa perfecta para reordenarse en Europa y abrir nuevos frentes. Una escalada bélica que no beneficia ni a Europa occidental ni a Rusia, sí a EEUU, pues le permitirá seguir con el liderazgo militar en Europa y las segundas partes que de ello se derivan, control político y económico. También, como no, a quién beneficia es al complejo militar industrial europeo y al de EEUU, quienes después del criminal atentado contra Charlie Hebdo y ahora con el belicismo creciente frente a Rusia verá cómo se incrementan los presupuestos de defensa y las compras de armas.
Pere Ortega (Centre d'Estudis per la Pau JM Delàs), en Rebelión
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