domingo, 14 de marzo de 2010

EL MISTERIO DEL PRECIO DE LA UVA

Los viticultores cargan contra los bodegueros por la caída en picado del precio de la uva (38-40 céntimos/kilo) y los elaboradores de vino culpan a bares y restaurantes de inflar el coste de la botella, una batalla abierta por culpa de los 80 millones de litros de Rioja sin vender.
La crisis económica, que también ha alcanzado de lleno al sector vitivinícola, mantiene abierta la polémica entre productores y elaboradores ante la falta de rentabilidad de la uva a causa de los precios que se están pagando por la vendimia de 2009. Pero también ha puesto en solfa el enorme desconocimiento que hay sobre lo que cuesta producir un kilo de uva o elaborar un litro de vino.
Ese desconocimiento se ha convertido en un arma arrojadiza porque, al final, los dos sectores utilizan la falta de concreción para hablar de balances de resultados finales, esto es, "de lo que queda en la cuenta corriente", como señalaba un viticultor de Labastida, quien reitera su hartazgo por que "nos echen en cara lo que hemos ganado años atrás, cuando la uva se pagaba a 90 céntimos, y más, para justificar los 38 y 40 céntimos que nos pagarán este año".
La realidad es que, en el campo, es casi imposible evaluar cuánto cuesta producir un kilo de uva, porque cada parcela, cada viticultor, es un mundo diferente. A lo largo de una campaña hay trabajos fijos que se repiten de la misma forma en todos los viñedos: podar, sarmentar, arar, aplicar tratamientos (cuyo número depende de la evolución climatológica), podar en verde y vendimiar son las tareas fijas. Si ese trabajo lo realiza exclusivamente el propietario del viñedo, que vive de ello, deberá contar su salario mensual, los seguros, el gasoil, los productos fitosanitarios y la amortización de aperos y maquinaria que destina a esa labor.
Si además de su trabajo necesita apoyo externo, tendrá que contratar personal. Si éste es más o menos fijo, ahora, en el mes de marzo tendrá que aumentar el salario de sus trabajadores el 3,8%, que es la cifra que fija el convenio y que acaban de ratificar los tribunales laborales. En el caso de que sean temporeros, esas tareas puntuales le van a suponer por persona y hora trabajada entre diez y veinte euros, aunque muchos de los viticultores que contratan personal sólo lo hacen en vendimias y muchos pagan por kilo de uva recogida.
Con ese cóctel de conceptos tan diversos y esporádicos se hace muy difícil valorar los costos de producción de un kilo de uva. Para un pequeño propietario de Samaniego: "yo tengo calculado un coste de alrededor de 33 céntimos, incluida mi paga de todos los meses". Mientras que otro de Leza soporta "un gasto de 75 céntimos porque tengo un trabajador fijo y las parcelas están muy dispersas y hay que hacer muchos desplazamientos". En medio, y en otras localidades, se barajan cifras de 44 y 50 céntimos, pero todos coinciden en que es muy difícil calcularlo porque cada campaña es muy diferente. De hecho, las dos últimas estuvieron marcadas por la aparición de mildiu, lo que les obligó a comprar tratamientos y aplicarlos entre tres y cinco veces, según las orientaciones de las parcelas.
Por su parte, los elaboradores de vino cargan con dos conceptos básicos. Por una parte, la compra de la materia prima, el personal de bodega, la maquinaria y depósitos, barriles, la energía eléctrica, botellas y etiquetas. Y, por otra, con los gastos de comercialización (publicidad, personal comercial, aportación al Consejo Regulador para las campañas de promoción, etc.), que este año se intentaron repartir entre viticultores y vinicultores, hasta que los primeros se negaron ante el bajo precio de las uvas. A esos gastos, los bodegueros tienen que añadir los costos de amortización de la instalación, la propia bodega. Y no es lo mismo amortizar una lonja que una bodega de diseño y decorada para ser visitada por potenciales compradores.
En lo que parecen coincidir los bodegueros consultados es en el costo de elaboración de un litro de vino joven: entre 1,50 y 2 euros, aunque hay caldos más especiales que requieren mayor mano de obra por sus características de taller, que pueden llegar a los tres euros y más.
A todo ello hay que sumar un margen de beneficio que permita afrontar nuevas inversiones, ya que éste es un sector muy dinámico, que precisa renovación de maquinaria para mantener las cotas de calidad que exige el vino con denominación de origen calificada Rioja.
"Aquí, los que ganan de verdad, son los bares y restaurantes", enfatiza un elaborador de Lapuebla de Labarca, que cultiva uvas y elabora y comercializa su propio vino. "Yo se lo vendo a esa distribución a tres euros y ellos les cobran a los consumidores a un euro o euro y medio el vaso y a ocho la botella. Y no digamos ya si es crianza o reserva, con los que multiplican sus beneficios".
Y es que, estos vitivinicultores son los que están capeando de mejor manera este temporal de crisis, aunque hay tanta oferta que "cada día es más difícil atraer clientes a nuestra bodega, porque somos muchos los que intentamos colocar el género en el mercado", lamenta.
Pero ésa será otra historia, porque a día de hoy hay 80 millones de litros almacenados en la denominación de origen Rioja y ese volumen es lo que está produciendo nuevas fricciones entre los dos sectores del Rioja.
De hecho, en la Interprofesional, se aprobó estos días de atrás reducir las producciones: podar en verde para que queden 5.850 kilos de uva por hectárea, lo que supone un rendimiento del 90% de lo permitido, y bajar la transformación de uva a vino hasta el 74%.
A esta propuesta votaron en contra ABRA, EHNE, la Unión de Agricultores y Ganaderos de Álava (UAGA) y las Cooperativas de Álava, mientras que el sindicato agrario de la región vecina ASAJA, y el grupo alavés exportador ARAEX, así como otros, sí están conformes con esa propuesta, que salió adelante con los votos de los grandes grupos bodegueros de la región vinícola.

Pablo J. Pérez (Diario de Noticias de Álava)

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