sábado, 30 de noviembre de 2019

EL 60% DE LOS LUDÓPATAS NO PUEDE DEVOLVER SUS PRÉSTAMOS

Tres de cada cinco jugadores que acaban pidiendo dinero prestado, ya sea a parientes y conocidos o a casas de préstamos, y ya sea para financiar su adicción o para tapar los rotos que con ella causan en la economía familiar, no pueden devolverlo como consecuencia de su propensión a las apuestas, según explica Jesús Cortés, investigador especializado en juegos de azar.

Cortés, que esta semana intervino en la jornada sobre juego organizada por la asociación de consumidores Actora Consumo en Zaragoza, señaló cómo el 59,4% de los encuestados en el Estudio y análisis de los factores de riesgo del trastorno del juego en población clínica española de la Dirección General de Ordenación del Juego del Ministerio de Hacienda, elaborado con datos de 2016, respondió afirmativamente a esta pregunta: “¿Ha pedido en alguna ocasión dinero prestado a alguien y no se lo ha devuelto a causa del juego?”.

Los préstamos no solo proceden de familiares, amigos y conocidos de los jugadores, que en ocasiones, y cada vez con más frecuencia, recurren a las casas de microcréditos. Algunas de ellas aplican intereses de hasta el 2.000% anual que obligan a quienes optan por esa vía de financiación a devolver en doce meses una cantidad veinte veces superior a la que han recibido.

La encuesta, realizada a más de medio millar de usuarios de asociaciones y centros asistenciales que facilitan atención y ayuda a personas con problemas relacionados con la conducta de juego, incluye datos reveladores sobre quiénes están siendo los perdedores con la expansión del negocio del juego. En España, el volumen de dinero apostado, 46.000 millones al cabo del año, ya dobla el gasto que las familias realizan en gas y electricidad y supera, también, el valor nominal de las hipotecas contratadas el año pasado para adquirir viviendas.

El perfil del ludópata que ofrece el estudio es el de un cuarentón español casado y con trabajo, “con un nivel socioeconómico (medido a través del índice de posición social) medio-bajo o bajo” y que reside en un barrio seguro y “sin problemas relevantes” de inseguridad o de tráfico de drogas.

“En relación a la experiencia de acontecimientos vitales estresantes -añade-, identifican un promedio de seis sucesos a lo largo de la vida, siendo los más comunes la pérdida de familiares o amigos y tener o haber tenido problemas económicos”.

Más de la mitad de la muestra cumplía los criterios que la Asociación Americana de Psiquiatría considera indicativos de un trastorno del juego de carácter grave, que consisten en apostar en al menos cuatro tipos de juegos con regularidad (el 30% lo hace online), y “haber acumulado una media de deudas por juego superior a 20.000 euros en el pasado y casi 15.000 en la actualidad”.

Su edad media de inicio se sitúa en los 21 años, aunque algo mas de un tercio de ellos lo hizo cuando todavía era menor de edad, y uno de cada tres ha recibido tratamiento por trastornos mentales antes de ser consciente de su adicción al juego, normalmente por depresión y/o ansiedad.

Por último, los perfiles impulsivos, a menudo vinculados a evitar situaciones de ansiedad, estrés, pesimismo o tristeza y también a la urgencia asociada a gratificaciones inmediatas, resultan más frecuentes entre los ludópatas que en el conjunto de la población.

Cortés alertó sobre cómo junto con la proliferación de las casas de apuestas y la expansión del juego online han comenzado a proliferar los establecimientos de microcréditos, tanto presenciales como virtuales. “Las casas de micropréstamos están creciendo junto a las de juego, aunque no solo”, señaló.

Las consecuencias de combinar impulsividad, deudas y adicción al juego en entornos sociales afectados por la pobreza parecen obvias: mayores niveles de endeudamiento y de pérdida de los bienes que avalan esos débitos, en un bucle de alto riesgo personal y social.

Y ese es uno de los motivos que llevó a organizaciones vecinales de todo el país, en una iniciativa que obtuvo una mayor respuesta en los barrios más vulnerables, a salir a la calle la pasada primavera para reclamar una regulación que evite la expansión de esos negocios.

Cortés llamó la atención sobre algunas novedades que han comenzado a detectarse en estos sectores, como el hecho de que la publicidad que algunas casas de apuestas difunden en las redes sociales comience a obviar la advertencia de que el juego está vetado a menores de edad o, también, facilitar en internet el acceso a juegos en formato demo, sin dinero pero sin tampoco aplicar un filtro de edad y cuyo uso genera los estímulos de recompensa que caracterizan a los envites de azar.

“Los beneficios de las empresas vienen de las pérdidas de los jugadores”, señaló, al tiempo que criticó la perversión de conceptos como el de “juego responsable”. “Eso es una manera de atribuir la responsabilidad de la adicción al jugador y descargarla de quien ofrece el juego. Sería como hablar de rayas de cocaína responsables”, anotó.

Eduardo Bayona, en Público

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