lunes, 11 de junio de 2018

50 AÑOS DESPUÉS DE LAS MUERTES DE PARDINES Y ETXEBARRIETA

Reconozco que el tema me cansa tanto como sé que me va a seguir ocupando para lo que me quede de vida, aunque ya sólo lo sea como parte de un supuesto territorio literario si es que me da por seguir escribiendo o yo qué sé. Pero anoche, siquiera por cortesía con los amigos que me mandaron el libro, y aunque no lo voy a mencionar porque decidí que lo haría sólo con los que me gusten de verdad, sean de amigos o no, me acabé el de cierto joven historiador con el que coincido en tantas cosas como disiento en muchas más. Y como en realidad soy una persona más de preguntas que de certezas, ahí van las que me inspira el libro.
Yo no tengo ninguna duda de que Pardines fuera la primera víctima de ETA, y entiendo, faltaría más, su condición de tal en lo personal, lo que atañe a su familia y entorno. Ojalá no hubiera muerto, ni él ni nadie. Pero tengo mis dudas en lo político y sobre todo en lo histórico. ¿De verdad que el asesinato de un agente armado al servicio de una dictadura como la franquista tiene el mismo significado histórico o socio-político que el de uno de la democracia? Porque claro, si esa es la tesis principal del libro con el fin de descalificar la historia de ETA desde sus inicios no queda otra que deducir que el autor descalifica por extensión a cualquier grupo armado que en su momento tomó las armas contra un régimen como el de Franco, pongamos que la Resistencia francesa contra los nazis, el FLN argelino contra el poder colonial gabacho, los barbudos de Sierra Morena, los guerrilleros españoles durante la Guerra de Independencia contra en francés y así a lo largo de la Historia casi que ad eternum.
¿Niega el autor del libro el derecho (si no obligación) a la rebelión contra la tiranía, ese que ya defendía Platón en la Antigüedad y que incluye la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano (1789) de la Revolución francesa, o sólo lo hace en el caso de ETA? Porque claro, si lo hace está descalificando no sólo a ETA sino a toda la lucha antifranquista. ¿O es sólo el uso de las armas lo que descalifica aplicando un punto de vista moral, pacifista, que la mayoría compartimos hoy en día, faltaría, pero que como criterio para analizar los fenómenos del pasado da de lleno en la ingenuidad, voluntaria o no, y la cual, insisto, serviría tanto para condenar a ETA como cualquier otra de las expresiones armadas del pasado antes citadas?
Y qué decir de hacer de Txabi Etxebarrieta un mero asesino, el primer criminal de ETA sin más, sin los matices de un personaje con el que se puede disentir de sus convicciones y hasta conclusiones, pero que no deja de ser un ejemplo de rebeldía política e intelectual propia de una situación de tiranía como era el franquismo. ¿De verdad que el juicio moral e histórico sobre Txabi Etxebarrieta puede ser el mismo que el de Txeroki o de cualquier otro de los cabecillas de la banda durante la democracia? ¿No resulta una manera muy burda e interesada de blanquear el franquismo hacernos creer que la figura, e incluso los aciagos hechos de Aduna y Benta Haundi, responden al mismo impulso criminal que todos los asesinatos habidos durante la democracia? ¿No resulta sumamente sospechoso ese empeño de hacer un relato de ETA como un fenómeno monolítico a lo largo de toda su Historia? ¿No resulta sumamente injusto, y hasta ofensivo, equiparar a los militantes de la ETA que lucharon contra el franquismo y que una vez dejadas las armas también sufrieron el acoso y hasta derribo de aquellos que no lo hicieron con estos últimos? ¿No resulta sobre todo de una candidez sonrojante para un historiador, y esto si somos generosos y descartamos de verdad que la intencionalidad política última de dicha tesis no es otra que blanquear el franquismo, vamos, hacer de Pardines un simple defensor del orden y de la ley de su momento como si la dictadura franquista hubiera sido una mera anécdota cronológica, emitir un juicio esencialmente moral sobre un fenómeno del pasado sin tener en cuenta el contexto de la época y lugar? Porque sí, también yo comparto como juicio moral que ETA nunca debió existir, que bien se podría haber luchado contra el fascismo del régimen como se hizo en otras partes de España. Pero el juicio histórico es algo muy distinto, el juicio histórico tiene que tener en cuenta siempre las circunstancias del momento y del lugar, no dejarse llevar por una interpretación del pasado desde presupuestos éticos o morales contemporáneos y además de un puritanismo conceptual que en mi opinión hasta ralla el infantilismo intelectual tan en boga en nuestros días; insisto que siempre y cuando la verdadera intención no sea la de legitimar indirecta y desvergonzadamente el franquismo.
Y luego está lo de la Izquierda Abertzale que ha estado homenajeando la figura de Txabi Etxebarrieta en los últimos días. ¿De verdad creen que pueden reivindicar a Txabi como el primero de los suyos cuando no ha existido una sola ETA, cuando ellos sólo son los herederos de ETA militar, de los que siguieron con la democracia, sin tener en cuenta la posibilidad, más que segura dado que se trataba de un chaval con una contrastada sensibilidad intelectual y humana (y aquí el simple de turno: "¡Joder, pues bien que se cargó una persona a tiros!"), de que Etxebarrieta no hubiera dejado las armas y defendido la vía estatutaria y democrática como hicieron tantos y tantos militantes de su generación y de las que le sucedieron? Claro que menuda pregunta más cándida la mía si tenemos en cuenta que prácticamente han hecho lo mismo con el cura Santa Cruz, Zumalacarregui y hasta el rey Sancho el Fuerte de Navarra..

Txema Arinas, en su página de Facebook

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