domingo, 24 de enero de 2021

"UTILIZAR LA PANDEMIA COMO ARMA DE CONFRONTACIÓN POLÍTICA ES INDECENTE"

Algo más de 12 meses lleva Koldo Martínez como senador autonómico. Un "año extraño" marcado por la pandemia, y en el que ha presentado múltiples iniciativas parlamentarias desde el grupo de Izquierda Confederal que comparte con Podemos y otros partidos como Compromís. La última, un acuerdo con el PSOE para mejorar las inversiones en Navarra. "Ha sido una buena introducción a la labor política del Senado" asume Martínez, que advierte de que la pandemia está lejos de llegar a su final. Médico intensivista y expresidente del Comité de Ética Asistencial del Hospital de Navarra, el senador reclama mayor claridad en el mensaje a los responsables sanitarios, y lamenta que no se haya aprovechado bien la Ley de Eutanasia, a la que anuncia 67 enmiendas en el Senado.

¿Cómo es el ambiente político en el Senado?

–Muy similar al del Congreso. Es un reñidero político entre el PSOE y el PP. Por lo que sea el Senado tiene menos repercusión mediática que el Congreso, pero la bronca es exactamente la misma. Da igual el tema, que al final siempre salen a relucir ETA o los viajes en Falcon.

Eso no ayuda a que los ciudadanos entiendan la importancia del Senado, que sigue muy cuestionado.

–No, pero la tiene. Es la Cámara de representación territorial y tiene las mismas funciones que el Congreso. Es verdad que se ha convertido en una cámara de segunda lectura, pero la labor legislativa y de control al Gobierno es igual de importante.

¿Y qué puede hacer allí un senador autonómico?

–Las leyes suelen venir muy cocinadas, así que no suele haber mucho margen. Pero se puede controlar al Gobierno para poner el dedo en la llaga en cuestiones sobre las que no se suele querer hablar, como el autogobierno o las torturas. Y hemos conseguido también un acuerdo presupuestario bueno para Navarra.

¿En qué términos?

–Tenemos el compromiso del Gobierno para impulsar dos infraestructuras importantes. La salida al enlace de la Autopista AP-68 en Lodosa vía Bilbao, y la otra para poner en marcha el Instituto Nacional de Industrialización y Robotización de la Construcción, un proyecto puntero a nivel del Estado,

¿Cómo ve al Gobierno de España?

–Lo veo fuerte.

¿Pese a sus diferencias internas?

–Sí es llamativo que se hagan tan públicas las diferencias. Pero estas pequeñas o grandes broncas al final pasan y queda todo lo demás. Que es consistente y da garantía de estabilidad en el futuro.

¿Le parece que el Gobierno de Sánchez está gestionando bien?

–En unas cosas mejor que en otras. Tengo serias dudas por ejemplo sobre cómo se está gestionando la pandemia.

¿Por qué?

–La pandemia es una situación absolutamente nueva. Y eso exige realismo y mucha humildad. Pero a veces veo a Fernando Simón y a Salvador Illa demasiado rígidos para no mostrar debilidad, y eso no es bueno. Es cierto que desde la oposición se les está pidiendo posturas contundentes e inamovibles que no se pueden dar. Además, sería ineficaz. Es normal equivocarse, pero hay que decir la verdad.

¿Nos engaña el Gobierno?

–En algunas cosas creo que no está diciendo la verdad. Ojalá me equivoque, pero dudo mucho de que para finales de junio el 70% de la población española vaya a estar vacunada. He pedido al Gobierno que detalle los convenios firmados por la UE con las farmacéuticas. ¿Cuántas dosis van a llegar? ¿A qué precio? ¿Cómo se van a distribuir de verdad? Hay que ser muy más concreto en esto, adaptando tus predicciones a la realidad. Y sin ser tan rígidos como están siendo en algunos momentos.

¿El Gobierno es excesivamente optimista con la vacunación?

–Sí, demasiado. Pero es que incluso si se vacuna a ese 70% de la población, que no creo, tampoco vamos a poder relajarnos. Seguirá siendo necesario limitar la movilidad, contar con el mayor número de rastreadores posible y seguir haciendo tests. Y el Gobierno debe insistir e insistir en esto, porque veo a la sociedad con una tranquilidad muy grande.

¿Cuánto tiempo más van a ser necesarias las medidas sanitarias?

–Eso es jugar un poco a advino, pero desde luego todo 2021. Los Sanfermines no se van a celebrar, y no vamos a poder irnos de vacaciones a cualquier lugar y de cualquier manera. Es así. Y estas cosas hay que decirlas claramente, pero no se hace.

¿Ponemos demasiado el foco en la responsabilidad de los gobernantes y poco en los ciudadanos?

–En el tema de la pandemia en cierto punto todos somos negacionistas. No somos conscientes de que esto es una pandemia mundial y que el virus va a seguir campando a sus anchas en muchas zonas del mundo. Pensamos que con la vacuna podremos volver a la vida anterior. Y no, eso es mentira. No es ni va a ser la más grave de las pandemias a las que vamos a tener que enfrentarnos.

¿No vamos a poder recuperar la normalidad nunca?

–El virus nos ha tocado en lo más profundo de nuestra forma de ser, de relacionarnos, de vivir, de producir, de consumir. Negar eso es negar la realidad. ¿Volveremos a la normalidad? Sí, pero será una normalidad distinta. Ocurre más o menos lo mismo que con el cambio climático.

¿Ahí también somos parcialmente negacionistas?

–La mayoría de la población está convencida de la gravedad del cambio climático, pero no asume que va a exigir cambios profundos. No sé cómo van a ser eso cambios, pero serán desde luego fruto del esfuerzo colectivo. Sé que este discurso puede resultar catastrofista. Pero es mejor ser realista que ignorar la realidad.

¿Esta la sociedad preparada para esos cambios?

–Por desgracia, estamos rodeados de esencialistas a todos los niveles. Están quienes creen que el virus o el cambio climático son mentira y rechazan cualquier medida. Y quienes se lo creen y apuestan por un aislamiento total o frenar todo el desarrollo. Yo creo que hay que buscar una salida intermedia que balancee todos los factores en juego. El reto auténtico que tenemos como sociedad es aprender a llegar a acuerdos con los que hacer frente a los gravísimos problemas a los que nos vamos a enfrentar.

¿Cómo valora la gestión sanitaria del Gobierno de Navarra?

–En general está siendo como todas las demás, muy del día a día. Estamos en una situación sin precedentes en la que hay que improvisar mucho.

¿Se podía haber gestionado mejor?

–Si he de criticar algo, diré que veo un excesivo seguidismo de lo que se dice desde Madrid. Tenemos capacidad de autogobierno y capacidad sanitaria como para no tener que esperar a lo que diga el Consejo Interterritorial o el ministro de Sanidad. Dicho esto, no voy a pedir la dimisión de Illa porque haya hecho cosas mal. Ni tampoco la de Santos Induráin porque se haya equivocado, que seguro que lo ha hecho.

¿Entiende que lo haga la derecha?

–Mire, utilizar la pandemia como arma de confrontación política me parece indecente. Igual que con el terrorismo, nadie debería utilizar políticamente la pandemia. Me parece deplorable. Esta situación es mucho más grave que aquella.

¿Qué le parece que el ministro de Sanidad sea el candidato del PSC en las elecciones catalanas?

–Un horror. Al ministro Illa le he transmitido mi apoyo cuando he coincidido con él, y creo que lo ha hecho muy bien. Me gusta ese espíritu tan tranquilo, tan moderado, tan pacificador, tan conciliador. Pero es un gravísimo error que en un momento como éste Illa pretenda hacer una campaña electoral. Lo siento mucho, pero me parece una manipulación política de un cargo que debería estar por encima de esas cuestiones partidistas.

La política es partidista por definición. Son la reglas del juego.

–Pero se necesita una mínima visión a medio y largo plazo. La visión a corto plazo es demoledora para la política y es demoledora para la sociedad. La ley Celaá de Educación es infinitamente mejor que la ley Wert, pero es una ley aprobada con una visión muy cortoplacista que va a morir en cuanto haya un cambio de Gobierno. Hay acuerdos básicos que deberían ser importantes.

El problema es que quien debería acordar eso acuerdos, el PP, no quiere. Lo hemos visto con la renovación del Poder Judicial.

–No sé si era posible pactar la Ley de Educación con el PP, pero se debería haber intentado. He visto una prisa excesiva en aprobar la ley, y se ha sacado adelante con solo un voto más del necesario. Eso es jugar a corto plazo y eso es malo para un país. No se pueden tener tantas leyes de educación en tan pocos años.

¿Qué le parece la oposición que está realizando el PP?

–Ultramontana. Tiene un discurso retrógrado, del no a todo. No tiene sentido, y no les lleva a ningún sitio.

¿También Navarra Suma?

–Navarra Suma tiene tres senadores y cada uno va por su lado. Eso lo dice todo. Y en concreto a UPN lo sigo viendo anclado en el pasado, desorientado. Solo tiene dos argumentos. ETA, incluso para hablar del plan joven tiene que sacar a ETA, y la pandemia. En fin, es patético. Y lo digo con pena.

Sin embargo sigue manteniendo un número de votos muy importante.

–Pero de nada te sirve tener muchos votos si luego eres incapaz de acordar. Hablan del Gobierno como si sólo ellos pudieran gobernar, pero afortunadamente la situación ha cambiado. No tienen visión de futuro y eso les impide avanzar.

¿Este escenario deja al PSOE en una situación inmejorable?

–El Partido Socialista se ha caracterizado siempre por intentar estar en la mejor situación posible con quién le garantizaba esa situación. En ese sentido Pedro Sánchez ha sido muy hábil cerrando el acuerdo con Podemos. Y el Gobierno de coalición ha sido hábil consiguiendo en el Congreso apoyos de fuerzas como ERC, EH Bildu o el PNV, que mantiene una larga tradición negociadora.

¿Los presupuestos del Estado consolidan la mayoría de la investidura para toda la legislatura?

–Los presupuestos son el acuerdo que necesitaba el Gobierno de España, pero no sé si va a ir mucho más allá. La sociedad española mira con bastante recelo el acuerdo con ERC y con EH Bildu, y no le veo al PSOE con la suficiente convicción democrática como para defender que sí, que en algunos puntos se pueden poner de acuerdo.

¿También es coyuntural la coalición con Podemos?

–La coalición con Unidas Podemos durará lo que duren Unidas Podemos y sus distintas ramas.

¿No le ve futuro?

–Podemos tuvo un momento de gloria en el que subió como la espuma. Pero me da la sensación de que está bajando a la misma velocidad. En política hay que tener muy presente siempre el principio de realidad. De dónde estás y a quién representas. Y aquel discurso utópico y grandilocuente que ilusionó a tanta gente está haciendo aguas.

¿Y todo esto cómo afecta al futuro del Gobierno de Navarra?

–Bueno, nuevamente estamos haciendo futurismo. Pero yo lo veo fuerte. Creo que tanto en el PSN como en Geroa Bai hay un compromiso profundo y serio en este Gobierno. Es la mejor alternativa en este momento, y ahí yo estoy muy tranquilo.

¿Se han superado ya las diferencias y desconfianzas de antaño?

–Es verdad que hay disensiones y que hay diferencias. En unos momentos las hemos hecho más públicas y en otros menos. Es normal. Somos dos partidos distintos y en algunos aspectos tenemos diferencias serias. Pero más allá de eso, creo que lo importante es el compromiso que tenemos las dos organizaciones por seguir manteniendo un Gobierno como este en el futuro.

¿El Gobierno con el PSN es una apuesta estratégica para Geroa Bai de cara al futuro?

–Eso lo dirá la ciudadanía. Nuestra apuesta estratégica es con la mayoría social de Navarra, que es progresista, que defiende un desarrollo sostenible y la justicia social. Y confío en que en las siguientes elecciones, si somos la primera fuerza progresista, el Partido Socialista tenga la misma postura con Geroa Bai y con la sociedad navarra que hemos tenido nosotros con ellos.

Uno de los cuatro consejeros de Geroa Bai, Manu Ayerdi, está seriamente cuestionado ahora por el caso Davalor. ¿Debe dimitir?

–Sí, pero cuando sea llamado como investigado. Así lo dice el artículo 68 de la Ley foral, y así lo ha dicho el propio Manu Ayerdi. Y no tengo ninguna duda de que lo hará.

¿Les preocupa que el protagonismo en el Gobierno de Navarra se lo lleve casi siempre el PSN?

–Eso pasa siempre. Por mucho que Pablo Iglesias intente aparecer todos los días en los titulares, y a veces lo consiga, el Gobierno de España es el Gobierno de Pedro Sánchez. Aquí la pasada legislatura era el Gobierno de Barkos y ahora es el Gobierno de Chivite. Pero no soy partidario ir enseñando la patita todo el rato para mostrar las diferencias. Lo hay que hacer es una política coherente y eficaz, y después explicar bien lo que tú estás haciendo en el Gobierno.

¿El proyecto político de Geroa Bai corre el riesgo de acabar desdibujado durante esta legislatura?

–No, para mi la reflexión es justo la contraria. Creo que Geroa Bai en las siguientes elecciones va a obtener mayor respaldo ciudadano. Y uno de los motivos es precisamente la constitución de ese nuevo partido, Geroa Socialverdes. Es una apuesta estratégica alejada de cualquier extremismo. Mucha gente que estaba en la órbita de Geroa Bai, pero que no era parte de la coalición, se está acercando ahora. En este aspecto soy francamente optimista. Creo que las cosas nos van a ir muy bien.

Sobre la Ley de Eutanasia y Suicidio Asistido

"Llevo más de 20 años defendiendo el derecho a la eutanasia y al suicido asistido", recuerda Koldo Martínez, que sin embargo se muestra muy crítico con la nueva ley, que pide "revisar de cabo a rabo". "Es muy deficiente, muy pobre y muy poco adecuado a la realidad. Habla en base a generalidades y no proporciona seguridad jurídica", apunta Martínez, que anuncia 67 enmiendas a la ley. "Se reconoce el derecho a la ayuda médica para morir como un derecho fundamental, pero se hace pensando más en el legislador y en abogado que en los intereses de los pacientes y de los profesionales que les atienden. Y eso me preocupa mucho", apunta el senador autonómico.

Ibai Fernández, en Diario de Noticias

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